Sergio O. Valdés Bernal
El teatro cubano colonial
y la caracterización lingüístico-cultural
de sus personajes
Sergio O. Valdés Bernal
El teatro cubano colonial y la caracterización lingüístico-cultural de sus personajes
Iberoamericana - Vevuert - 2018
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Derechos reservados
© Iberoamericana, 2018
Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid
Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97
© Vervuert, 2018
Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main
Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43
www.iberoamericana-vervuert.es
ISBN 978-84-16922-05-5 (Iberoamericana)
ISBN 978-3-95487-522-1 (Vervuert)
ISBN (e-Book) 978-3-95487-739-3
Depósito Legal: M- 522-2018
Diseño de la cubierta: Rober García
Impreso en España
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
Lo dramático es, junto a lo lírico y lo épico, la tercera concepción del mundo, que reside en la lengua misma.
Wolfgang Kayser (1970: 490)
LA CARACTERIZACIÓN LINGÜÍSTICO-CULTURAL EN LA LITERATURA DRAMÁTICA
La literatura dramática se distingue de otras literaturas por el hecho de que su contenido o trama se desarrolla y manifiesta mediante monólogos y diálogos. A diferencia de una novela, de un cuento o de un poema, en el drama el personaje se expresa a través del lenguaje y no se describe, pues el vestuario, la escenografía, la iluminación y la música en una obra teatral son elementos secundarios. Josef Filipec (1962: 161) recalcó que el drama se diferencia de la lírica y la épica debido a que el texto dramático, es decir la obra literaria y artística en sí, constituye uno de los componentes de la realización teatral del drama, en fin, el componente fundamental, esencial. El lenguaje adquiere con el drama mayor relevancia en su función expositiva que en la lírica y la épica, ya que en ellas predomina la función descriptiva del lenguaje, enriquecida con algún que otro monólogo o diálogo de los personajes en función expositiva. Por eso es que Wolfgang Kayser (1970: 490) sentenció que “[l]o dramático es, junto a lo lírico y lo épico, la tercera concepción del mundo, que reside en la lengua misma”.
En la literatura dramática, para poder plasmar un personaje, para crearlo, darle vida, se recurre a tres posibles tipos de caracterización mediante el uso del lenguaje: a) directa, b) indirecta y c) lingüístico-cultural. La caracterización directa comprende el conjunto de expresiones que el autor pone en boca de determinados personajes que se refieren a uno u otros de la propia obra. La caracterización indirecta propicia al espectador sacar conclusiones respecto de la forma de pensar o las actitudes de un personaje dado a partir de las palabras y acciones del propio protagonista. Por lo general, los dramaturgos evitan la caracterización directa o la utilizan muy poco, en aras de mantener vivo el interés en la puesta en escena. Por ello, la caracterización indirecta es la más usual, aunque también se recurre a la combinación de ambas. Por último, tenemos la caracterización lingüístico-cultural, que es la que da más visos de realidad a cada personaje. A esto se suman otros recursos (gestos, maquillaje, vestimenta, ambientación, etc.).
En cuanto a la caracterización lingüístico-cultural, a cada autor se le presenta el problema de lograr que sus personajes hablen como realmente se habla o hablaba en el contexto histórico y sociocultural en que se desarrolla la acción. Y esto guarda relación no solo con el interés del autor, sino con las tendencias imperantes en la dramaturgia, es decir, las reglas de juego que tienen vigencia en un momento histórico dado. Por ejemplo, en el siglo XVIII no se caracterizaba a los personajes de una obra teatral, pues, como explicó José Juan Arrom (1965: XXVI), el lenguaje dramático en aquel entonces no se interpretaba como un “descarnado remedo de la vida”.
El diálogo dramático posee sus características, dado que representa, en la mayoría de los casos, la confrontación de ideas y conflictos, y, en menor grado, el consentimiento y la aprobación. Otro aspecto del diálogo dramático es que está destinado a manifestar el estado anímico y el contexto en que se desenvuelve el personaje, pues como hablante compara datos objetivos sobre diversas épocas, personas, objetos o su lugar en determinado período histórico en que la trama se desarrolla, etc. (quién / qué cosa / cuánto / dónde / cuándo). Este tipo de diálogo suele ser objetivo —si se quiere dar visos de realidad al personaje—, pero también aporta, a menudo, una considerable tensión interna, base del estilo dramático. Pero el diálogo dramático también se expresa enfatizando los diferentes recursos, las réplicas de los hablantes, la relación entre los personajes, lo que permite reflejar una situación o relación en la que, mediante diálogos, pasan de un tema a otro concebidos para el buen desarrollo de la trama. En fi n, el diálogo y el monólogo en los dramas se complementan y entremezclan, aunque lo más atractivo del drama radica en el diálogo entre los personajes.
Según destacó Filipec (1962: 177 y ss.), el drama tiende a utilizar un tipo de oración, frase o proposición. En primer lugar, en el drama estas guardan un estrecho nexo con la situación en que se desarrolla la obra. En segundo lugar, tienen un carácter oral y conversacional, es decir que están destinadas para su realización fónica, verbal, y para la representación y conformación de los personajes. Y en tercer lugar, subrayan el antagonismo de los personajes en su expresión oral o en su pensamiento interno, las contradicciones que se manifiestan principalmente en la vida emocional de las personas. Las oraciones de los dramas tratan de aproximarse a la lengua hablada, por lo que predominan las oraciones principales sobre las subordinadas y la estructura conversacional sobre la estructura literaria, libresca, más propia de la épica y de la lírica. El drama, como género que se apoya básicamente en el monólogo o el diálogo, se fundamenta en la expresión de puntos de vista de los personajes, por lo que utiliza, además del fondo léxico corriente, frases y voces propias del discurso hablado. Por ello, en la literatura dramática hallaremos escasos recursos literarios, librescos, que son más abundantes en otro tipo de literatura.
Los textos dramáticos tienden a utilizar vocablos que se corresponden con las diferentes capas sociales del discurso de los personajes que se representan y caracterizan lingüísticamente en la obra. Debido al carácter hablado de la literatura dramática, lo usual es que la selección de vocablos y expresiones sean populares y explícitos, con determinada matización emocional. Asimismo, las palabras con diferentes matices estilísticos ejercen una mayor función caracterizadora en el drama que en la narrativa. En el caso de que un determinado texto dramático sea demasiado natural y contenga de forma predominante recursos literarios comunes, la caracterización de los personajes ya será responsabilidad de la dirección y de los propios actores. Todo autor caracteriza mediante el lenguaje el temperamento de los personajes, su forma de manifestarse, costumbres, nivel cultural, etc. Por eso, el léxico utilizado es de tanta importancia. Por ejemplo, el uso de extranjerismos (en nuestro caso anglicismos, galicismos, germanismos, mexicanismos, chilenismos, etc.) por parte de un personaje puede dar a entender que este es un forastero o un individuo que ha viajado mucho por otros países. También se puede recurrir a determinado léxico para especificar el medio laboral, social o regional en que se desenvuelve el personaje, si se trata de un ingeniero, un soldado, un obrero, un campesino, etc. Así, en la literatura dramática hallaremos tanto términos científicos y especializados como voces regionales y dialectales, ya que un campesino no habla de la misma forma que un citadino, ni un médico utiliza el mismo léxico especializado que un albañil o un arquitecto. Otro recurso es recurrir a voces marginales, cuando la trama transcurre en un medio en el que los personajes son del mundo del hampa o de los sectores sociales más marginados. Por otra parte, en dependencia del período o momento en que se desarrolla la obra, se pueden emplear palabras que ya no tienen vigencia en la lengua actualmente hablada, como denominaciones de armas, monedas, vestimentas, maquinarias, etc., que fueron propias de épocas pretéritas, o sea, los llamados términos históricos.
Página siguiente