Camilo José Cela - Primer viaje andaluz
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- Libro:Primer viaje andaluz
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1959
- Índice:3 / 5
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Primer viaje andaluz: resumen, descripción y anotación
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No figuran las voces que aparecen en el DICCIONARIO DE LA LENGUA, de la Real Academia Española, 18.ª edición, Madrid, 1956, salvo que se trate de ensayar una nueva definición o de fijar un matiz.
Igual criterio se sigue con aquellos andalucismos, aunque el diccionario no los incluya, cuyo significado se deduce sin mayor conocimiento ni esfuerzo, ya por analogía (por ej.: huelvano por huelveño, guadianero por guadianés, etc.); ya porque pueda ser colegido del contexto (por ej.:…por tierras jaenesas, a los pavos les dicen alonsos…;…el chamarín o el pajarillo de la sartén —chamariz le llaman por otras tierras…, etc.); ya porque se defina en la marcha de la narración (por ej.: las distintas clases de cante jondo y flamenco, en el capítulo VI, capitulillo 21, etc.).
Tampoco se dan, salvo que sean muy particulares, las localizaciones geográficas de las palabras usadas. Este breve vocabulario no trata de ser más cosa que un auxiliar del lector y no tiene pretensión científica alguna.
No se aluden las voces no andaluzas que hayan podido emplearse, aunque el diccionario no las registre.
ALGUNOS ANDALUCISMOS
USADOS EN ESTE LIBRO DE VIAJES
CAPÍTULO PRIMERO
POR LAS TROCHAS NAVARRAS
CAPÍTULO SEGUNDO
ANDANZAS ALAVESAS
CAPÍTULO TERCERO
ALLÁ ABAJO, ANDALUCÍA
CAPÍTULO CUARTO
EL CAMPO DE JAÉN, CON SUS OLIVOS COLOR DE BRONCE VIEJO
CAPÍTULO QUINTO
CÓRDOBA, LA LLANA
CAPÍTULO SEXTO
EL SOBERBIO TEATRO DEL MUNDO
CAPÍTULO SÉPTIMO
DEL GUADALQUIVIR AL GUADIANA DE AYAMONTE
E n Madrid hay una tienda de ultramarinos finos que se llama El sol sale para todos. En Palma de Mallorca florece una zapatería a la que el dueño, por razones un tanto prolijas, bautizó La fuerza del destino. También en Palma, en la calle de Jaime II, luce su tentadora muestra María de los huevos, huevera, poetisa y autora de seriales para la radio. Esto de los nombres del comercio es algo muy misterioso, algo de alcances muy remotos e incluso un tanto insospechados.
El vagabundo —desde su cuartel de Madrid y su campamento de Mallorca— va a dar la última vuelta a este su libro, comenzado, como cabe suponer, al sol y al aire —y también a la luna y al viento— de hace ya varios años. El andar tierras y comunicar con diversas gentes —nos dice Miguel de Cervantes en el Coloquio de los perros— hace a los hombres discretos. El vagabundo sospecha que, al menos, desasna el sentimiento, pule la inclinación y doma y peina el hirsuto pelo de la dehesa, que es siempre el peor y el más duro y zahareño.
A veces el vagabundo discurre que los pies tienen alma, como alma tiene el corazón. En el camino, son los pies los que piensan; también los que aman y los que padecen. En el camino, a los pies les nace una brújula entre los dedos, un minúsculo ingenio que sirve para aconsejar. Entonces, cuando los pies frutan, tímidos y robustos como majuelos, es cuando se camina a gusto y sin pensar. ¿Ese pueblo? No; ese pueblo, no. Si, aquella alquería, la casa del ribazo, el molino, también la vaguadilla donde salta la rana y vive la lombriz.
Bartolo Salvaleón, sacrismoche raído y tumbamartillos, murió en un charco —¡quién lo había de decir!— y con la faz serena en su ruin visaje. Córrase un velo piadoso. Narciso Mantas, a quien también estas páginas van dedicadas, murió en el camino y abrazado a su guitarra, que tenía la espinela partida. El sol, aquel día soleado, no salió para él. El fiel Unamuno —proclamado mentor de andariegos— nos habló de que se viaja no buscando aquel lugar al que se va, sino escapándose de aquel del que se parte.
La señora de Narciso Mantas, Leocadia Sanz, alias Caracola, en tiempos maturranga en San Roque peinada al gusto inglés, murió en el hospital y con la bolsa sorda. Trotona que no olvidó la querencia de las malas mañas, Leocadia Sanz, alias Caracola, tuvo un final amargo y de ejemplarizadora moraleja. El leal Quevedo —confesado bordón de perdidos— nos advirtió que nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres. Pero tampoco vale resistirse: Calahorra es Calahorra y cada cual es cada cual. La vida —y, con ella, sus andaduras y sus sosiegos— va por donde quiere ir; por eso, a veces, las zapaterías tienen filosóficos y resignados nombres pintados encima de la puerta. Como nos legó el poeta Escamilla, penito en Mahón por haber olvidado sus saludables sentencias.
Es la fuerza del destino
de cada hijo de vecino:
y quien cambia el pan en vino
y en placeres el trabajo,
al final se va al carajo
sin torcerse del camino
o el atajo.
A pesar de todo —¡albricias, ínclita María de los huevos, Dios te guarde y a todos nos coja confesados!—, el vagabundo se echa otra vez al camino.
Sedié el mes de Mayo coronado de flores, afeitando los campos de diversas colores, organeando las mayas, e cantando d’amores, espigando las mieses que sembran lavradores.
JUAN LORENZO DE ASTORGA,
Libro de Alexandre.
Eso de moverse mucho
y de ir de aquí para allí
no es cosa que desarrolle
ni aumente mucho el magín.
PÍO BAROJA,
Canciones del suburbio.
MATERIALES CON LOS QUE CUALQUIER SÁBIO TRATADISTA HUBIERA PODIDO COMPONER UN PRÓLOGO
TRANCO PRIMERO
EPÍSTOLA PRIMERA
(De Fray Leoncio de la Castidad a su prima Sara Taramundi, comadrona conquense).
Y muy en serio he de reconvenirte que midas mejor medidos los pasos que vas dando, que para mí reputo que han de conducirte al Fuego Eterno. Y no has de dar oídos a vana palabrería de vagabundos, que suelen ser gentes sin mayores principios y poco amigos de conciencias y responsabilidades.
…………………
EPÍSTOLA SEGUNDA
(De Sara Taramundi, comadrona conquense, al Licenciado don Nicolás de Bari López López, su exnovio).
Nicolás
Desearé que al recibo de estas letras te encuentres bien de salud, aunque no te lo mereces, en compañía de tu mamá y hermanas, como yo, por el momento, bien sigo, gracias a Dios sean dadas. Pues sabrás, Nicolás, que ya no puedo llamarte Nicolás mío, como me pides, porque lo nuestro ha terminado, que yo no puedo transigir con lo que me contaron que hiciste en Sacedón, porque yo, Nicolás, te digo que midas mejor medidos los pasos que vas dando, que para mí reputo que han de conducirte al Fuego Eterno. Pues sabrás, Nicolás, que me hiciste sufrir mucho y que la culpa fue mía por haber dado oídos a vana palabrería de…
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EPÍSTOLA TERCERA
(De don Nicolás de Barí López López, licenciado en Farmacia, a su amigo Sotero Muedra, enterrador del Burgo de Osma).
Pues te digo lo que te digo, ya que con resignación he de llevar el desplante que me hizo la Sarita, que me mandó a la mierda, sin más ni más. Créeme, Sotero, que echo de menos nuestros días del Regimiento de Bailén, días en los que, jóvenes aún, ignorábamos las veleidades del corazón de la mujer. Porque la mujer, Sotero, a veces es muy animal. La Sarita no es que fuese muy animal…
…………………
TRANCO SEGUNDO
LIGERAS ADIVINACIONES, DE VIVA VOZ, SOBRE LAS ARTES DEL VAGABUNDAJE
—Dicen, quienes lo saben, que es como una enfermedad, igual que un raro alifafe que parece inventado para batir las carnes y no dar punto de sosiego al hueso.
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