Bruno Galindo (Buenos Aires, 1968) es periodista y escritor. Ha trabajado en los diarios El País (fue coordinador de contenidos y redactor jefe en el suplemento semanal y en el «Tentaciones» entre 1993 y 2004) y La Vanguardia, donde colabora desde 2005. Sus trabajos han aparecido en publicaciones españolas (Granta, Rolling Stone, Vogue) y latinoamericanas (Clarín, La Reforma). Es autor de libros de poesía, periodismo y novelas como Lunas hienas, África para sociedades secretas, Vasos comunicantes, Duna 45 y El tránsito perpetuo. Como periodista ha trabajado en zonas en conflicto como Irak, Palestina, Sáhara y África Occidental.
Pero nosotros no cambiaremos con ellos
la virtud por la riqueza.
SOLÓN, fr. 15
A Aurelio Major
Dramatis personae
Basilio Ramos, presidente de la KFA
Jonas Torver, delegado de la KFA
Anthony Stills, delegado de la KFA
Alex Cox, delegado de la KFA
Harry Stone, periodista estadounidense
Daniel Bellow, médico estadounidense
Holger de Vries, agente comercial holandés
Dave Markus, empleado estadounidense
Liam Jong-il , estudiante de teología irlandés
Norman Baker, estudiante de cine canadiense
Stephan Völkl, traductor austríaco residente en Pekín
Sergei Gomelski, ejecutivo de una agencia de publicidad
Alberto Garzón, programador informático español
Jordi Torres, periodista catalán
Dieter Hansen y Max Oostermeyer, realizadores holandeses
Murphy Klein, estudiante estadounidense
Salman Armitraj, fotógrafo canadiense residente en Seúl
Olaf Torgersson, pastor evangelista danés
Joseph McFadden, arquitecto escocés
Señorita Su, miembro del Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero (CRCE) (habla ruso)
Señor Ryu, miembro del CRCE (habla alemán)
Señorita Kim, miembro del CRCE (habla francés e inglés)
Señor Kan, miembro del CRCE (habla español)
Señor Li, miembro del CRCE (habla inglés)
Señor Cho, miembro del CRCE (habla inglés)
Señor Puk, jefe del CRCE (habla español)
Señor Nam, miembro del CRCE (habla inglés)
Señorita Suk, la acordeonista
Señorita Soon, miembro del CRCE (habla inglés)
Doctor Ang
Señorita O, su enfermera
Mun Jong-il , presidente del CRCE
Hong Jong-il , viceministra de Asuntos Exteriores
Señorita Jin, librera
Recepcionista
Dos camareras del Restaurante Número 1
Camarera del bar del hotel
Jürgen Schloss, entrenador de la selección alemana de natación
Turistas japonesas
Empresarios chinos
Nombre: República Democrática Popular de Corea.
Superficie: Jong-il km.
Capital: Pyongyang.
Otras ciudades: Kaesong, Sinuiju, Chongjin, Wonsan y Hamhung.
Forma de gobierno: Comunismo autoritario.
Jefe del Estado: Kim Jong-il .
Presidente Eterno: Kim Il-sung Jong-il .
Partido gobernante: Partido del Trabajo de Corea (PTC).
Otros partidos: Partido Social Demócrata de Corea y Partido Chindokio Chongu, ambos unidos al PTC en el Frente Nacional para la Reunificación de Corea. Jóvenes y mujeres están organizados en la Unión de la Juventud Trabajadora Socialista y en la Unión de las Mujeres Democráticas.
Población: Jong-il (julio de 2004).
Densidad: 182 habitantes/km2.
PIB: desconocido.
PIB per cápita: desconocido.
Idioma oficial: coreano.
Moneda: won.
Religión: budistas, confucionistas, una minoría cristiana y chondogíos sincréticos (que combinan elementos budistas y cristianos). Aunque la práctica de la religión es casi inexistente desde el año 1945.
Día de la Independencia: 15 de agosto de 1945 (liberación de Japón).
Alfabetización: 99 por ciento.
Asistencia médica: Gratuita. Un médico por cada 700 habitantes. Una cama de hospital por cada 350. Preocupante escasez de medicamentos y equipo médico.
Tasa de mortalidad infantil: 25 por mil.
Esperanza de vida: hombres, 68 años; mujeres, 74 años.
Fuerzas armadas: Jong-il efectivos, incluido el 20 por ciento de los varones entre 17 y 54 años. Se trata del cuarto ejército del mundo.
Otras fuerzas revolucionarias: Jong-il (Guardia Roja de Campesinos); Jong-il (Tropas de Seguridad, dependientes del Ministerio de Seguridad Pública).
Gasto del PIB en concepto militar: 26 por ciento.
Prefijo telefónico: + 850 (llamadas entrantes salientes y entrantes restringidas).
Dominio de internet: no hay internet.
Frase nacional: «Se está seguro de ganar si se cree en ello y se cuenta con el pueblo».
1
—¡Estáis a punto de entrar en el Área de Seguridad Conjunta! ¡Formad tres filas! La distancia adecuada es de un brazo extendido entre cada uno. Eso es. Así.
El líder del grupo va pasando delante del primero de cada fila. Entorna ligeramente los ojos, como enfocando a través de la mira de una carabina, y, observando por encima del hombro de sus paladines, examina la alineación. A su juicio, de frente solo debería verse al primero de cada fila. No es tan difícil. Además, el grupo ya lo ha hecho unas cuantas veces en estos días. Ya está más que acostumbrado.
—Muy bien. Adelante.
El hormigón, los hierros retorcidos y el alambre de espino confieren una extraña familiaridad al entorno. La imagen resulta conocida porque es el símbolo universal de la guerra. Grandes cubos de hormigón marcan el camino hasta la frontera. Al otro lado las mariposas amarillas liban florecillas azules. Las libélulas, ajenas y neutrales, planean sobre las raíces de los árboles que brotan de la tierra como colmillos. Arrozales, garzas y algún buey. El grupo se cruza con una pareja de soldados firmes como estacas. Saludo militar. La comitiva también se cruza con un camión cargado de sacos de arroz. El cruce dura unos segundos, el tiempo suficiente para ver que los sacos van marcados con las letras «US Food Aid».
Panmunjom, nombre mundialmente célebre: en esta pequeña aldea también denominada Pueblo de la Paz tuvieron lugar las conversaciones cruciales —siempre bajo la atenta mirada de Estados Unidos y de la Comisión de las Naciones Unidas— que llevaron a la firma del armisticio entre las dos Coreas el 27 de julio de 1953. Armisticio, no paz. Tregua. Corea del Norte no reconoce a Corea del Sur. Corea del Sur no reconoce a Corea del Norte. Están, sobre el papel, en guerra. Se nota incluso aquí, en el Área de Seguridad Conjunta, el sitio donde más de cerca se puede ver a unos y a otros. Se nota sobre todo aquí. Este es el último escenario de la guerra fría, en la misma línea de la frontera. No existe un lugar en el mundo donde sea más patente el odio. Reducidos a ideologías, a uniformes, los miembros de ambos bandos se miran con el mayor de los rencores. Cada uno tiene su particular versión de la historia.
Al llegar al complejo de edificios, el jefe de la comitiva vuelve a alzar la voz:
—Lo primero que os contarán los americanos y los surcoreanos es que este edificio es falso, que es un decorado, que no tenemos dinero para construir casas porque estamos agonizando. ¡Tocad este edificio: aquí tenéis una demostración de que los surcoreanos mienten, de que los americanos mienten! ¡Este edificio lleva aquí diez años y ellos dicen que no existe, que es «un decorado»! ¡Por favor, ayudadnos a demostrar al mundo entero sus mentiras! ¡Contad lo que estáis viendo!