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Shaun Bythell - Diario de un librero

Aquí puedes leer online Shaun Bythell - Diario de un librero texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Shaun Bythell Diario de un librero
  • Libro:
    Diario de un librero
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2018
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Diario de un librero: resumen, descripción y anotación

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ABRIL

Nuestra librería contaba con unas existencias de enorme interés pero dudo de que el 10 por ciento de nuestra clientela fuera capaz de distinguir un libro bueno de uno malo.

GEORGE ORWELL

Está claro que el libro que es bueno para uno es malo para otro; la cuestión es absolutamente subjetiva. Tengo un amigo que es marchante de joyas en Londres. Una vez le pregunté cómo decidía qué comprar y qué no cuando se encontraba en una subasta. Me contó que, cuando empezó en el negocio, adquiría artículos de aspecto inofensivo pero que consideraba que tendrían un tirón universal. No tardó en descubrir que no se vendían especialmente bien y que casi nunca alcanzaban precios altos. Así que cambió de estrategia: «Ahora compro aquello que me causa un fuerte impacto. Ya lo odié o lo adore profundamente, tengo garantizado obtener un buen precio».

Son muchos los libreros que se especializan. Yo no. La tienda cuenta con tantos títulos y géneros como puedo apretujar en ella. Confío en que habrá algo para todos pero, incluso con 100 000 títulos, en oferta son muchas las personas que se van con las manos vacías. Me parece irrelevante si uno compra una novela romántica del sello Mills and Boon por 2,5 libras o un machacado ejemplar en bolsillo de Ética de Spinoza por el mismo precio. Mi deseo es que uno y otro disfruten por igual de la experiencia de leer.

MARTES 1 DE ABRIL

Pedidos por internet: 2

Libros encontrados: 2

Norrie ha venido a cambiar los fluorescentes por los candelabros, de modo que la sala de temática escocesa ha permanecido a oscuras toda la mañana. La mejora ha sido aplastante. Los fluorescentes conferían una atmósfera propia de un pasillo de hospital. Llevaba años reemplazándolos y solo me quedaban cuatro de las veintidós unidades que adquirí cuando arranqué con el negocio en 2001.

Andrew (el voluntario con síndrome de Asperger) vino a las 11:00 horas y se quedó trabajando hasta el mediodía. Ha ordenado la sección de novela negra hasta la C, pero se ha alterado mucho cuando un cliente le ha preguntado por la sección de trenes, y ha necesitado un descanso.

Esta mañana he recibido un correo electrónico de mi madre, que ha necesitado coger prestado el iPad de mi padre para enviármelo, ya que el suyo está «estreñido». ¿Podría acercarme en breve a arreglarlo? Le he contestado que acudiré lo antes posible.

A las 15:00 horas he conducido hasta el banco en Newton Stewart. A mi regreso, poco antes de cerrar, he descubierto que los de Dinero por Ropa habían pasado a recoger las cajas de libros, desembolsando 25 libras por ellos. Pagan a peso y se han llevado media tonelada de libros.

El correo traía hoy una carta de la señora Phillips («noventa y tres años y ciega»), remitida sin más a «Shaun Bythell, librero en Wigtown, Escocia», que solo ha conseguido llegar a destino gracias al hecho de que en Galloway vivamos cuatro gatos. Como siempre, contenía un encargo para uno de sus bisnietos; esta vez se trataba de un ejemplar de Secuestrado, de Robert Louis Stevenson.

Recaudación: 71 libras

Clientes: 10

MIÉRCOLES 2 DE ABRIL

Pedidos por internet: 1

Libros encontrados: 1

La primera visita del día ha sido la de una mujer de pelo alborotado que, de tanto en cuanto, me deja la Guía ecologista del sudoeste de Escocia, un cuadernillo lleno de direcciones de homeópatas y curanderos por medio de cristales. Me ha pillado al teléfono. Siempre que viene estoy al teléfono, por lo que nunca tengo oportunidad de pedirle que no siga dejándomelos, ya que nadie los coge.

Al poco rato ha entrado una pareja de sesenta y muchos, ataviada con ropa de ciclismo, esto es, de licra y bien ceñida. Se han acercado con cuatro libros de escalada del sello Wainwright Lakeland en un estado casi impecable. El hombre los ha puesto encima del mostrador y me ha preguntado: «¿Cuánto puede rebajármelo?». He hecho la suma. El total era de 20 libras y le he dicho que podía quedárselos por 17. Ha torcido el gesto de forma clara antes de preguntar: «¿No podría dejármelo en 15?». Cuando le he hecho ver que eso supondría un 25 por ciento de descuento, me ha dicho: «Quien no llora no mama». Al final han soltado las 17 libras y han dejado atrás un rastro de resentimiento.

Recaudación: 115,94 libras

Clientes: 10

JUEVES 3 DE ABRIL

Pedidos por internet: 6

Libros encontrados: 5

El día empezó con mal pie a resultas de una llamada telefónica de Carol-Ann a las 8:50 horas en la que me decía que estaba en la puerta y me preguntaba por qué la librería seguía cerrada. Le he respondido que abro a las 9:30 y he bajado a abrirle. Me había olvidado de su llamada del día anterior pidiéndome si podría reunirse con uno de sus clientes en mi cocina. Carol-Ann trabaja en una empresa que ayuda a la gente a lanzar pequeños negocios y, dado que debe cubrir un área muy extensa, con frecuencia utiliza la librería para sus citas profesionales. De inmediato me soltó que tenía mal aspecto y que estaba desarrollando una calvicie. Nicky no tardó en llegar y estuvo de acuerdo en ambas apreciaciones.

Mi madre me ha enviado otro correo electrónico pidiéndome ayuda con su iPad estreñido.

Después del almuerzo conduje hasta Glasgow para echarle un vistazo a una colección de libros sobre trenes. Resultó ser de gran calidad y estar en perfectas condiciones. El vendedor era un anciano que la había recibido de su difunto hermano. Le ofrecí 400 libras por ocho cajas. Los libros sobre trenes quizá sean los más vendidos en la tienda, algo que jamás se me cruzó por la cabeza cuando adquirí el negocio hace quince años.

El día concluyó con una reunión de la Asociación de Libreros de Wigtown, celebrada en mi tienda a las 17:30 horas. Té, galletas, etc., lo de costumbre. La conversación se centró en gran medida en qué lugar va a acoger el Festival de Mayo ahora que la destilería ha cerrado. La situación es algo incómoda, ya que el tema principal es el whisky y la mayoría de actos iban a celebrarse en la destilería. El Festival de Mayo lo organiza la Asociación de Libreros de Wigtown, compuesta por un puñado de libreros de Wigtown. Carecemos de presupuesto y ajustamos los costes al máximo. Sin tener el respaldo financiero y el cartel del festival literario, poco a poco se está haciendo un hueco en la agenda cultural de Wigtown. Anne, una de las empleadas a tiempo completo del festival, brinda una ayuda inestimable a la hora de confeccionar el programa y sospecho que sin su contribución no seguiría adelante.

La reunión transcurrió razonablemente bien, con los debates de costumbre en torno a los carteles nuevos, quién se ocupará de qué, el hombro roto de Joyce, etc., pero el momento álgido llegó cuando surgió el tema de crear una aplicación sobre las mártires de Wigtown. La mayoría estábamos tibiamente a favor o nos era del todo indiferente, pero dos miembros de la asociación defendían con vehemencia posturas opuestas, lo que degeneró en un altercado durante el cual se cruzaron acusaciones de intolerancia y discriminación, mientras el resto seguíamos la escena con extrañeza e incomodidad.

Las mártires de Wigtown fueron dos mujeres que rechazaron embutirse en las camisas de fuerza religiosas de su época, a finales del siglo XVII. Por aquellos tiempos el dogma dictaba, entre muchas otras cosas, que el rey debía ser reconocido como la cabeza oficial de la Iglesia. En Escocia había un fuerte rechazo a ello y a los rebeldes se les conocía como los covenanters. Sufrieron una persecución despiadada por parte de las fuerzas del gobierno en lo que pasó a llamarse The Killing Times. Margaret Wilson y Margaret McLaughlan fueron dos covenants que acabaron ejecutadas por sus creencias. Se las ató a dos estacas de madera colocadas en la orilla que quedaba a los pies de la colina de Wigtown, justo en el momento en que empezaba a subir la marea. La mayor de las Margaret fue atada mar adentro, con la esperanza de que la joven cambiara de opinión y se arrepintiera al asistir a su ahogamiento. No lo hizo. En las marismas salinas se erige un monumento que marca el lugar de la ejecución —la Estaca del Martirio— y sus tumbas se hallan en el cementerio de la iglesia de Escocia que hay en la ciudad. Antes de ser conducidas a su muerte, las mujeres estuvieron prisioneras en una celda ubicada en el antiguo ayuntamiento. A esta dependencia se la conoce hoy con el nombre de Celda del Martirio.

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