Rubén Lardín - Sam Peckinpah
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- Libro:Sam Peckinpah
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1998
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Sam Peckinpah: resumen, descripción y anotación
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Peckinpah durante una pausa del rodaje de su último trabajo, Clave: Omega.
La última película de Peckinpah pudo haber sido una adaptación de Snowblind, una detallada biografía de un traficante de cocaína. Sam llamó a un viejo amigo, Mike Corey, para que le hiciese de productor. «Iremos a Colombia la semana que viene para encontramos con los inversores y buscar localizaciones», le dijo en su primer encuentro. «Por supuesto yo sabía por qué Sam quería hacer una película en Colombia, no era estúpido. Él quería establecer su propia conexión en el mercado de la cocaína. Eso era al menos tan importante como la propia película. Yo podía ver que el potencial de problemas era ilimitado, pero en la mirada de Sam se leía un subtexto que decía: “¿No tienes cojones para venir conmigo?”». La experiencia fue terrorífica. Un destacado actor del que se mantiene el nombre en secreto aceptó trabajar en la película y encaminó la financiación hacia un par de contactos que tenía en Bogotá, que resultaron una siniestra mafia que le dedicó a Sam una fiesta de bienvenida con políticos, militares, patibularios tipos armados y sospechosos personajes de la alta sociedad local, y se tiró de los pelos cuando Sam y Corey les especificaron el contenido de la película. Los mafiosos persuadieron intimidatoriamente al norteamericano de que no podía hacer aquella película de ninguna manera, aunque en los primeros momentos Peckinpah se enfrentó a ellos desde el arrojo que le proporcionaba la droga. Corey vivió en su viaje a Sudamérica varios momentos en que creyó que iban a matarle. Cuando por suerte pudo regresar a L.A. no se despegó de su Magnum 357 ni para dormir, ya que sentía que el asunto era tan serio que podían haberle seguido. Sam no volvió a mencionar el tema y Corey se enteró después de que en realidad nunca había comprado los derechos de Snowblind.
El 18 de mayo de 1979 Sam Peckinpah sufrió un ataque cardíaco de gravedad y tuvo que ser operado de urgencia. Los médicos le instalaron hasta tres marcapasos y les fue difícil controlar a Sam que, víctima de delírium trémens, se revolvía salvajemente y arrancaba los cables que le conectaban. Cuando salió del hospital, dos semanas después, acompañado por su abogado y amigo Joe Swindlehurst y su esposa, acudió con ellos al bar del hotel donde se hospedaba. El matrimonio pidió zumo de naranja. «¡Sandeces —gritó Sam—, queremos Ramos Fizzes!». Sam tragó el Ramos Fizzes, un combinado de ginebra con clara de huevo y otros ingredientes, y de pronto, aún con restos de huevo en su bigote, se aferró el pecho, gritó ahogadamente y se cayó del taburete quedando tendido en el suelo. «Pensamos que había muerto —recuerda Swindlehurst—. Mi mujer empezó a llorar, estábamos allí mirando al muy hijo de puta. De verdad, no podíamos creerlo. Y de repente no se pudo aguantar más y empezó a reírse de nosotros».
En febrero de 1981 Sam tuvo su primer nieto, Theo, hijo de Sharon y su marido Richard Marcus, y en el verano de ese año recibió una llamada de su mentor, Don Siegel, con la propuesta de encargarse de la segunda unidad de la película que estaba dirigiendo, Jinxed (1982), con Bette Midler y Rip Torn. Sam aceptó de inmediato y trabajó con interés (llegó a confeccionar un storyboard, el más detallado que Siegel dice haber visto nunca, con su asistente Walter Kelley, algo que raramente hacía para sus propias películas). Como afirma Kelley, Sam quería probarse a sí mismo ante Siegel.
Peter Davis y William Panzer, especializados en exploits de bajo presupuesto, le ofrecieron dirigir una adaptación de la novela de Robert Ludlum The Oesterman weekend, escrita para la pantalla por Alan Sharp (La venganza de Ulzana [Ulzana’s raid; Robert Aldrich, 1972]. La noche se mueve [Night moves; Arthur Penn, 1975]). Sam solicitó una reescritura, pero en cuanto los productores leyeron sus primeras veinte páginas de trabajo le prohibieron tocar una línea más del libreto; igualmente vetaron el reparto que el director quería, con James Coburn al frente, y a su montador Lou Lombardo, elecciones con las que creían que Sam compraba una base de poder desde la cual entablar una posible lucha contra ellos. El reparto de Clave: Omega se compuso de actores que llegaron a cobrar por debajo de su salario por la oportunidad de trabajar con Peckinpah: John Hurt, Craig T. Nelson. Dennis Hopper, Meg Foster y Burt Lancaster. El rodaje, localizado en Los Ángeles y alrededores durante cuarenta y cuatro días, se presupuestó en 6.699.192 dólares, y se terminó dentro del plazo y del presupuesto, por el interés de Sam por demostrar a la industria que era capaz de trabajar dentro de sus necesidades. Pero Dios los cría, el viento los amontona y los productores aguantan el chaparrón: durante los ocho meses de montaje Peckinpah trabajó con el editor David Rawlins, otro cocainómano como él, en una colaboración que provocó las únicas peleas reseñables con los productores. La película se estrenó en noviembre del 83 con una acogida pública y crítica razonablemente satisfactoria.
Una de espías, Clave: Omega, una trama de espionaje como despedida.
Después de una gira promocional de Clave: Omega por Europa minada de borracheras penosas el director regresó a los USA y abandonó la bebida, no volviendo a probar un trago en el que era su último año de vida. Por entonces tomaba Seconal para calmar la ansiedad y ayudarse a dormir, y todavía esnifaba coca aunque nunca en las cantidades industriales de otras épocas. En los primeros ochenta murieron varias personas importantes en su vida: William Holden, Robert Ryan, Warren Oates, Jerry Fielding, Strother Martin y Fem Peckinpah, su madre, que falleció con sus facultades mentales deterioradas poco después de que Sam se reconciliase con ella. El director haría lo propio con su hijo Matthew, con el que tampoco había mantenido relaciones boyantes. A Matthew se le puede ver en cinco de las películas de su padre.
En esos tiempos la persona de Peckinpah fue motivo de premios que homenajeaban su contribución al género del western (Golden Boot Award, Cowboy Hall of Fame), se publicaron varios libros dedicados a su obra y se organizaron multitud de retrospectivas y cine-fórums en universidades y asociaciones cinéfilas. Momentos de recuperación que Peckinpah describió como muy gratificantes.
Antes de Clave: Omega, un día, Sam le pidió a Walter Kenney que le recomendase una buena peluquería, este le envió al salón O’Connor, en Malibú, donde conoció a Carol O’Connor, una peluquera de 33 años que se enrolaría de extra en su última película y con la que compartiría su último año de vida. El acaramelamiento era evidente a todas luces; en un momento del rodaje Burt Lancaster se acercó a la chica y le dijo «sabes, este hombre está loco por ti». Sam empezó a cortejarla, juntos salían a cenar y tenían conversaciones sobre libros, iban al cine… Sam le dijo a su nuevo amor que si algún día le veía beber, cogiera la puerta y se marchase. Los mimos, las flores, el champán y los atentos cuidados parecían no esfumarse nunca. «Sam me dijo una vez algo que siempre ha sido un tesoro para mí: que yo le estaba dando el mejor año de su vida. Y puedo decir que él me dio a mí el mejor año de mi vida».
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