Pilar de Valderrama - Sí, soy Guiomar
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- Libro:Sí, soy Guiomar
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- Año:1981
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Sí, soy Guiomar: resumen, descripción y anotación
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Este libro puede dividirse en dos partes. En la primera, «Memorias de mi vida», Valderrama cuenta, en un alarde de memoria y datos, los acontecimientos importantes que han configurado su vida. En la segunda, «Las cartas de Machado», se reproducen y transcriben las 36 cartas conservadas de Antonio Machado.
En ese resumen rápido de lo que nos cuenta, podemos constatar a qué le dio importancia en su vida como para que conste en las memorias. En el relato, además de las notas biográficas, nacimiento, padres, etc, podemos percibir cierto orgullo de su estatus social y el de su familia; educación, casas, dinero de su propiedad con el que construye, por ejemplo, su marido el palacete de Rosales, sus viajes por Europa, Paris, Roma. Da información de sus relaciones intelectuales que recuerda con memoria sorprendente: Victorio Macho, Carmen Baroja, Zenobia Camprubí, Los Menéndez Pidal, Concha Espina, Eugenio D’Ors , Alfredo Marqueríe, Victor de la Serna, Matilde Ras, Luis Escobar, Jacinto Benavente; entre sus amistades sociales y entre sus hábitos culturales, frecuenta y es socia de Ateneos, Lyceum Club, entidades musicales. Demuestra profesionalidad en su faceta de escritora, siempre con humildad de mujer como en el XIX sin pretensiones, pero que recuerda fielmente los artículos, los periódicos, las críticas que hicieron a sus libros; escribe sobre sus capacidades literarias y las publicaciones, su teatrillo Fantasio, las buenas críticas, lamentando la pérdida de los ejemplares a causa del pillaje de la guerra. En esta búsqueda de prestigio no ya tanto social, que lo tenía, sino intelectual, podemos entender su acercamiento a Machado: «No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano».
Las memorias de Pilar están escritas con un estilo fluido y aunque «van relatadas sencillamente sin la menor preocupación literaria, pues esta queda para mis poesías y otras obras», muestran una capacidad lingüística y expresiva notable. Su amistad con Machado no ocupa la totalidad del texto, abundan sus consideraciones familiares, infidelidad del marido, situación de los hijos, consideraciones políticas, cuestiones económicas, relaciones sociales y su posición personal frente ante los acontecimientos. Incluye poemas y citas tanto de los dedicados por Antonio, los dedicados por ella a D. Antonio y relativos a otros temas. «Él encontraba bien todo lo que yo componía. Nuestra compenetración espiritual era tan grande, que apenas hallábamos defecto el uno en el otro».
Tiene afán de esclarecer el afecto platónico que le a unió a él, dado la importancia que ella le daba a su situación de madre y de esposa. En su afán de mostrar la espiritualidad de esas relaciones desdice también las malas informaciones que pudieran haber aparecido y prestarse a equívocos: «Como yo no podía continuar en una situación equívoca con él, le hablé claramente diciéndole que —dadas mis circunstancias— por fidelidad a mis creencias, a mis hijos y a mi misma, no podía ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y que de no ser aceptado así por él, no nos volveríamos a ver».
Algunas de sus palabras le han granjeado animadversión de los admiradores de la ética y del compromiso machadiano. Expresa Pilar la seguridad en su poder para cambiar la ética y el compromiso de Machado, a favor de una fe tradicional y un sistema político opuesto al que D. Antonio eligió. Son citas muy abundantes a partir de su conocimiento de la posición Machado en el bando a favor de la República. Si Machado puede representar el compromiso con la República, la laicidad cercana de la masonería y la democracia, la posición de la diosa machadiana es la contraria, es monárquica, religiosa y selectiva.
Pilar de Valderrama
Memorias de mi vida
ePub r1.1
lgonzalezp 28.05.18
Título original: Sí, soy Guiomar (Memorias de mi vida)
Pilar de Valderrama, 1981
Diseño de cubierta: lgonzalezp
Editor digital: lgonzalezp
ePub base r1.2
PILAR DE VALDERRAMA (Madrid, 27 de septiembre de 1889-Madrid, 15 de octubre de 1979) fue una poetisa y dramaturga española encuadrada en el postmodernismo, conocida como Guiomar, gracias a su relación epistolar con Antonio Machado entre 1928 y 1936.
Pilar Valderrama, perteneciente a la alta burguesía madrileña, se casó a los 19 años con Rafael Martínez Romarate, ingeniero que después de la guerra dirigió la luminotecnia del teatro María Guerrero de Madrid, y con el que tuvo tres hijos.
Desde muy joven dedicó gran parte de su actividad a alternar en ambientes culturales. Fue miembro del Lyceum Club, donde se reunía la flor y nata de la intelectualidad femenina del primer cuarto del siglo XX. Formó tertulia con Concha Espina, María de Maeztu, Zenobia Camprubi, compañera de Juan Ramón Jiménez, y otras consortes de intelectuales o artistas como Mabel Rick, mujer de Pérez de Ayala, y gustó de reunir en su casa a otras figuras del momento, Cansinos Assens, Araujo Costa, Huberto Pérez de la Ossa, Ruiz Contreras o Victorio Macho, escultor con el que se había casado una hermana de su marido. También montó en su casa una compañía de teatro de aficionados, bautizada Fantasio.
Su obra nunca le dio fama, siendo más conocida a partir de 1981, cuando se hizo pública su identidad en relación con la Guiomar de Machado.
Sus obras poéticas más importantes son: Las piedras de Horeb (1923), su libro preferido Huerto cerrado (1928), Esencias (1930) y Holocausto (1943), dedicada a su hijo muerto en juventud.
[1] En el libro de Justina Ruiz Conde Antonio Machado y Guiomar —1964— hay algunas versiones alteradas de la realidad. Ateniéndome a la exactitud que me impongo, debo señalar las más destacadas. En la pág. 144 de dicho libro dice textualmente: «A San Sebastián, donde pasó Guiomar algún verano, fue más de una vez» y añade más abajo: «La escena pasa en La Zurriola, en una noche encendida de verano ya casi al amanecer; los enamorados bajan después a la playa. Pretende besarla, pero ella se retrae, vuelve bruscamente la cabeza y el beso se pierde, porque cae en un pendiente». Y copia del poeta:
Y en la tersa arena
cerca de la mar…
Yo afirmo que Antonio no fue a verme nunca a San Sebastián y, por tanto, es incierto (e increíble) que yo estuviera en La Zurriola a últimas horas de la noche, «casi al amanecer»… ¿Qué hubieran dicho en mi casa? Tan solo el verano del año 31 fue a Hendaya, a donde nos marchamos a poco de fallecer mi madre. En estas fidedignas páginas explico este viaje en el que solo estuvo dos días y en el que no nos vimos en la playa, sino en un camino que partía casi enfrente del hotelito que habitábamos, situado en la carretera que conduce a la playa. El camino iba subiendo y desde lo alto —donde estuvimos un rato sentados a media tarde— se veía el mar.
Señalo también la alteración de otro episodio que describe Justina (página 145) referente al reservado del café aquel (aquí pág. 49). La causa de subirme al primer piso no fue el frío, sino la que yo escribo en estas páginas. Antonio estaba allí cuando entré, pues siempre llegaba antes que yo. Justina lo describe así: «Apenas pone el pie en ella, Guiomar estalla en ira y sale de estampía» (con ciertos detalles sobre el mobiliario innecesarios). Y sigue: «Le costó a él aplacarla todo el tiempo de la entrevista y aun estuvo a punto de perder su amor para siempre».
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