Pilar Rahola - S.O.S. cristianos

Dijo Cicerón que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. La gente de nuestra época, sobrenoticiada y subinformada , inundada de titulares e imágenes fugaces, surfeando en la superficie de aguas siempre agitadas por la necesidad del espectáculo colectivo, está lejos de la profundidad. Todo es rápido y efímero. Aun la llamada posverdad, edulcorada expresión de la mentira, es evanescente, nace, estalla, se expande y, con la misma velocidad, se volatiliza. Esa superposición de hechos e imágenes, tanto como difunde esconde, tanto como denuncia silencia. Más necesarios que nunca, entonces, quienes sienten el deber de hablar, de no resignarse a callar lo que no está en la cresta de la ola o lo que es políticamente incorrecto para las vulgatas impuestas por las modas.

A esa raza de periodistas y escritores que hablan, a veces a los gritos para que se les escuche en medio del ensordecedor ruido ambiente, pertenece Pilar Rahola. Más allá de su notoria catalanidad, vive envuelta en las grandes causas universales, las que hacen a los principios rectores, aún necesitados de gladiadores. En este tiempo histórico que luego de la segunda guerra mundial recién tomó conciencia del fenómeno de los derechos humanos como concepto político y jurídico, conviven los textos que los declaran con una realidad negadora más amplia que lo que a primera vista luce. Medio mundo está demasiado lejos de la democracia, en el Oriente lejano y en el Medio. En nuestro ambiente latinoamericano, pensemos, sin ir más lejos, en las batallas que todavía hay que dar por la libertad de prensa cuando las dictaduras militares, primero, y algunos progresismos autoritarios, después, por igual han conculcado libertades esenciales. Sin olvidar aquellas que el miedo ha enervado, bajo el atentado cruel de las redes del crimen organizado.

Hemos coincidido con Pilar en la defensa de la causa judía y el derecho del Estado de Israel a existir en condiciones de seguridad, junto a un vecino Estado palestino atenido a las leyes internacionales. Por lo mismo, en la condena a la barbarie terrorista nacida del fanatismo islámico. Son debates sobre la libertad y la intolerancia que siguen tan vigentes como el primer día, desgraciadamente contaminados con ominosos intereses comerciales y especulaciones geopolíticas que se parecen más a los tiempos de la Guerra Fría que a este tiempo de globalización.

En esta obra se aborda otro aspecto de la misma lucha: la persecución cristiana en el mundo, afectada inverosímilmente de un ominoso ostracismo informativo . No se introduce en el tema religioso como asunto metafísico. Simplemente aborda desde la ética la persecución que sufre, con perspectivas de exterminio en muchos países, un mundo cristiano que Occidente no asume claramente como propio. Es una denuncia, país por país, lugar por lugar, de cómo los cristianos son víctimas de una persecución implacable, alimentada por el radicalismo islámico. El mismo que sigue alimentando el odio al pueblo judío y al Estado de Israel, agrega esta dimensión que desnuda su real naturaleza: destruir los valores de Occidente, su liberalismo humanista, su concepción de la igualdad de los derechos de todos los seres humanos, su libertad de cultos, su Estado de derecho.

Esta persecución a los cristianos ha puesto luz, justamente, sobre este vasto conflicto que tanto afecta hoy al mundo, pero sobre todo a Europa, amenazada por una acción violenta desde el seno de sus propias sociedades. Paradójicamente, las estructuras del cristianismo occidental no han mostrado la firmeza esperada ante una voluntad de exterminio tan clara.

Dice la autora: «Mi racionalismo militante me impide creer en Dios, pero mi ética no me impide respetar a los creyentes». Desde esta misma actitud, saludamos esta obra esclarecedora, una campanada que debiera repicar con estridencia en esta civilización occidental nuestra, la primera secular, libertaria e igualitaria, pero no tan fraterna como lo invocaba la proclama de julio de 1789.

J ULIO M ARÍA S ANGUINETTI

Expresidente de Uruguay