Es la obra inaugural de la novela autobiográfica, un cambio radical para las letras hispánicas del siglo XVIII y, por ello, una obra capital de la literatura española y la obra maestra de este autor.
Fue acogida por el público como un relato picaresco, en la tradición de la picaresca barroca, aunque con un protagonista burgués, pero no deja de ser una simple autobiografía hecha a base de recuerdos y totalmente ajena al espíritu de coherencia y sentido de las novelas picarescas de la época barroca (Guzmán de Alfarache o El Buscón).
La vida ajetreada de Torres de Villarroeal tiene todo el sabor de una novela picaresca. En los seis «trozos» de que consta, que corresponden cada uno a una década, nos expone con desenfadado estilo los episodios más divertidos de su agitada y pintoresca vida. Da cuenta de su infancia, su juventud aventurera, el ascenso a la cátedra salmantina, el disfrute de su fama literaria, la protección recibida de la Duquesa de Alba y su ordenamiento sacerdotal en 1746.
Su estilo estuvo influenciado por el arte de Quevedo, no obstante su buen humor dista mucho del amargo pesimismo de don Francisco de Quevedo. Esta obra de Villarroeal tiene un inapreciable valor como descripción de la decadencia española en la primera mitad del siglo XVIII : Padeció entonces la España una obscuridad tan afrentosa que en estudio alguno, colegio ni universidad de sus ciudades, había un hombre que pudiese encender un candil para buscar los elementos de esas ciencias…
Como dijo Blanco Aguinaga en su Historia social de la literatura española:
«En resumen: la Vida es la autobiografía de un pequeño burgués advenedizo que logra un éxito sin precedente a través de ingeniosidades, explotando la credulidad del vulgo y sus supersticiones, en las cuales él no cree. Afirma que los fantasmas y otros seres sobrenaturales solo le producen hilaridad: Las brujas, las hechiceras, los duendes, y sus relaciones, historias y chistes me arrullan, en entretienen y me sacan al semblante una burlona risa. […] En la galería de los pequeños burgueses sin burguesía figura este contradictorio perdulario salmantino que anticipa al escritor del siglo XIX , pendiente de los gustos y modas de sus lectores».
Diego de Torres Villarroel
Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel
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emiferro 26.02.15
Título original: Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel
Diego de Torres Villarroel, 1759
N. sobre edición original: 1.ª ed., Imprenta de la Viuda de Ibarra, Madrid, 1799
Imagen de cubierta: Carlos III comiendo ante su corte, 1775, Luis Paret y Alcázar (1746 – 1799)
Capitulares y cabeceras capítulos: Edición 1743 y 1750
Diseño de cubierta: emiferro
Editor digital: emiferro
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DIEGO DE TORRES VILLARROEL (1694 - 1770). Su padre, Pedro de Torres, era librero y sirvió a Felipe V . En 1706, estudia latín con don Juan González de Dios. En 1709, gana por oposición una beca en el Colegio Trilingüe, donde está hasta 1713. La enseñanza deficiente de la época y sus travesuras debemos compensarlas con la lecturas azarosas de los libros de la tienda paterna y su interés por las matemáticas y la astrología.
Tras salir del colegio escapa a Portugal, donde acompaña a un ermitaño y luego vive como curandero, danzante y soldado de un regimiento, del que deserta para volver a casa. Entonces lee Filosofía, Derecho, Medicina, Matemáticas y comienza a publicar sus Almanaques y Pronósticos anuales. Se ordena de subdiácono, consigue en Ávila el título de Bachiller en Artes que le permite impartir clases durante dos cursos como sustituto de la cátedra de Matemáticas de la Universidad de Salamanca. La polémica de la alternatividad de las cátedras entre dominicos y jesuitas dan con él en la cárcel acusado de haber compuesto unas sátiras contra quienes votaron a favor de la alternativa. Se le reconoció inocente y se le desagravió nombrándolo Vicerrector de la Universidad. Pero la situación debió de ser tensa y Torres acabó yéndose a Madrid, donde encontró la protección de la Condesa de Arcos. En 1724 pronostica la muerte del rey Luis I , que realmente tuvo lugar. Se enzarza en una polémica, de la que luego hablaremos, con Martín Martínez en la que interviene el padre Isla. Torres decide volver a Salamanca y opositar a la cátedra de Matemáticas, que gana. Pasa sus años entre la Universidad y visitas a Madrid, publica Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte (1727), Vida natural y católica (1730), La barca de Aqueronte (1731). Por motivos no del todo claros, es desterrado a Portugal en 1732, tras huir a Francia. Se le acaba restituyendo a la cátedra salmantina, y compone su obra Los deshauciados del mundo y de la gloria (1736-37) . En 1737 cumpliendo las promesas hechas en el destierro, va a pie a Santiago de Compostela, donde queda demostrada por la gente que a él acudía en busca de ayuda su enorme popularidad.
En el período vital que va de 1738 a 1751 recoge los folletos que había publicado sueltos bajo el título de Anatomía de todo lo visible y lo invisible y publica los cuatro primeros «Trozos» de su Vida en 1743, de la que se hicieron cinco ediciones en poco tiempo, tres legales y dos furtivas. La Inquisición ordena recoger y expurgar su Vida natural y católica, episodio que acentúa Dámaso Chicharro como determinante en su vida. En 1745 se ordena sacerdote y padece una grave enfermedad descrita en el Trozo quinto de su Vida. En 1750 se jubila no sin previa pugna con la Universidad, que emitió un informe contrario a la jubilación. Entonces se dedica a corregir su Obras Completas, en 14 tomos publicados por suscripción pública encabezada por el rey en 1752. La ausencia en la lista de suscriptores de la Universidad de Salamanca es digna de tenerse en cuenta. No obstante (o tal vez habría que decir encima) la Universidad le encarga delicadas misiones en Madrid, a la vez que rechaza su proyecto de una especie de Academia para explicar el manejo de unos globos e instrumentos novísimos. Fallece en junio de 1770 en el palacio de Monterrey (Salamanca) donde vivía bajo la protección del duque de Alba, cuyos bienes administraba.
Notas
[1] Aquí terminaba el trozo Quinto tal como fue publicado en 1750. El pasaje que sigue fue añadido por Torres (sin separación tipográfica alguna) al incluir la Vida en la edición de Obras de Salamanca, 1752.
Trozo tercero de la vida e historia de don Diego de Torres
Empieza desde los veinte años, poco más o menos, hasta los treinta, sobre meses menos o más
P OR desarmar de las maldiciones, de los apodos y las cuchufletas con que han acostumbrado morder los satíricos de estos tiempos a cuantos ponen alguna obra en público; por encubrir con un desprecio fingido y negociante mi entonada soberbia; por burlarme sin escrúpulo y con sosiego descansado de la enemistad de algunos envidiosos carcomidos; y por reírme, finalmente, de mí propio y de los que regañan por lo que no les toca ni les tañe, puse en mi cuerpo y en mi espíritu las horribles tachas y ridículas deformidades que se pueden notar en varios trozos de mis vulgarísimos impresos. Muchas torpezas y monstruosidades están dichas con verdad, especialmente las que he declarado para manifestar el genio de mis humores y potencias; pero las corcovas, los chichones, tiznes, mugres y lagañas que he plantado en mi figura, las más son sobrepuestas y mentirosas, porque me ha dado la piedad de Dios una estatura algo más que mediana, una humanidad razonable y una carne sólida, magra, enjuta, colorada y extendida con igualdad y proporción, la que podía haber mantenido fresca más veranos que los que espero vivir, si no la hubieran corrompido los pestilentes aires de mis locuras y malas costumbres. Pues para que sea verdad cuanto se vea en esta historia (que hoy tiene tantos testigos como vivientes), pondré en este pedazo de mi