En Berlín, entre noviembre de 1841 y febrero de 1842, Søren Kierkegaard asistió a las lecciones sobre la Filosofía de la Revelación impartidas por Friedrich Wilhelm Joseph Schelling. La presente edición recoge los apuntes tomados por el pensador danés, un documento imprescindible para entender la huella de Schelling en el giro que tomará la producción kierkegaardiana hasta El concepto de la angustia (1844).
El viejo Schelling expone su concepto de filosofía positiva: una filosofía de la existencia en la que se orquesta su crítica a la filosofía idealista de G. W. F. Hegel. El ideal-realismo del último Schelling servirá a Kierkegaard de orientación para su propia crítica a la filosofía hegeliana. Se hace así eco de sus temas, como son la importancia concedida por Schelling a la mitología, la necesidad de formular una verdadera filosofía de la historia, el papel de la Revelación y, sobre todo, la radicalidad de la angustia como fenómeno originario del drama de la libertad en cuanto pura posibilidad. En este texto del joven Kierkegaard cabe hallar, por tanto, la génesis de la comprensión contemporánea de la angustia.
S ø ren Kierkegaard
Apuntes sobre la filosofía de la Revelación de F. W. J. Schelling (1841-1842)
ePub r1.1
Titivillus 06.04.16
Título original: Notesbog 11. F. W. J. Schellings forel æ sninger over å benbaringsfilosofien
Søren Kierkegaard, 1842
Traducción: Óscar Parcero Oubiña
Editor digital: Titivillus
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
Introducción
SCHELLING Y KIERKEGAARD:
LA GÉNESIS DE LA ANGUSTIA CONTEMPORÁNEA
Fernando Pérez-Borbujo , Francesc Torralba y Jacobo Zabalo
S Ø REN KIERKEGAARD (Copenhague, Dinamarca, 5 de mayo de 1813 – ibídem, 11 de noviembre de 1855). Figura entre los grandes de la historia del pensamiento. Su personalidad y su obra han sido calificadas de «tumultuosas, desbordantes e incontenibles». Conviven en él una radical vanguardia en cuanto a los temas (valoración del individuo, crítica de la sociedad de su tiempo, angustia existencial, radicalidad de la culpa, sentimiento de soledad y abandono) y al estilo (cuestión de los pseudónimos, disolución de los géneros clásicos, diálogo entre literatura, filosofía y religión) con una vuelta al cristianismo originario, la reivindicación del patronazgo moral del socratismo platónico o la universalidad de la herencia clásica.
Arrinconado al principio por su enfrentamiento con el cristianismo establecido de su época, fue rescatado por G. Brandes, T. S. Haecker y M. Heidegger. A España llegó tempranamente a través de H ø ffding y Unamuno, que le llamaba «el hermano Kierkegaard». Recientemente se ha recuperado el interés por su magnífica obra y su inquietante personalidad, fruto del cual son los numerosos estudios en torno a su pensamiento y la publicación de una nueva edición de sus escritos.
En el marco de la edición castellana de los «Escritos» de S ø ren Kierkegaard, basada en la edición crítica danesa, han sido ya publicados: Escritos 1. De los papeles de alguien que todavía vive. Sobre el concepto de ironía (2006); Escritos 2. O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida I (2006); Escritos 3. O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida II (2007); Escritos 5. Discursos edificantes. Tres discursos para ocasiones supuestas (2010) y Migajas filosóficas o un poco de filosofía (2007). De Kierkegaard han sido también publicados: Los lirios del campo y Las aves del cielo (2007), La enfermedad mortal (2008), Ejercitación del cristianismo (2009), Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo (2011), El Instante (2012) y La época presente (2012).
Notas
[1] Véase infra la Bibliografía al final de esta Introducción.
[2]Papirer I, 16.
[3] B. Majoli, «La critica ad Hegel in Schelling e Kierkegaard»: Rivista de Filosofia Neo-Scolastica 46 (1954), pp. 222-263; A. Dempf, «Kierkegaard hört Schelling»: Philosophisches Jahrbuch 65 (1957), pp. 147-161; F. Rinaldi, «Della presenza schellinghiana nella critica di Kierkegaard a Hegel»: Studi Urbinati di Storia, Filosofia e Letteratura 43 (1969), pp. 243-262; S. Spera, «L’influsso di Schelling nella formazione del giovane Kierkegaard»: Archivio di Filosofia 1 (1976), pp. 73-108.
[4] Wahl, Études kierkegaardiennes, Vrin, París, 1974, pp. 23 ss. Intentaremos mostrar que dicha influencia, aunque justificada en algunos aspectos accidentales (reivindicación del individuo y su libertad personal, rechazo del sistema lógico-abstracto para la comprensión de la existencia, enfatización de la fe como autodeterminación de la libertad, necesidad de la elección para mediar el salto que cortocircuita cualquier dialéctica existencial), difiere en un punto esencial que no permite establecer dicha filiación: Kierkegaard, en la línea del pensamiento cristiano clásico, establece la existencia de una esfera de lo eterno o absoluto, de la trascendencia que irrumpe y modela la inmanencia, que el pensamiento finisecular que arranca con Heidegger y su ser para la muerte (Sein zum Tode) sólo admitirá de forma problemática, hasta desaparecer por completo en el existencialismo francés, también denominado «ateo», de Jean-Paul Sartre.
[5] Esta visión de un Schelling llamado a «combatir el dragón hegeliano» que ha gozado de tanto favor entre los estudiosos ávidos de una liza entre las grandes figuras del Idealismo alemán, antiguos compañeros del Stift, tras el período de fama del genio precoz que fue Schelling, y con el posterior ascenso de un Hegel que en Jena y Fráncfort fue condenado al ostracismo y denostado, configura el marco romántico de esta lucha entre hegelianismo y schellinguianismo, que un estudio más riguroso debería corregir, dado que entre los pensadores del Idealismo alemán no hay tan sólo confrontación sino más bien una profunda coincidencia en su visión del mundo (Weltanschauung). Véase M. Frank, Schelling. Philosophie der Offenbarung 1841/42, Suhrkamp, Fráncfort d. M., 1991, pp. 10-13.
[6] En realidad, uno de los pleitos más dolorosos para el anciano Schelling fue su disputa ante los tribunales por la edición no autorizada de sus lecciones sobre la Filosofía de la Revelación por parte de Paulus. Juicio que, a la postre, perdió el propio Schelling y que le llenó de amargura y resentimiento. Esta desconfianza proviene ya de su época de Jena y Múnich, en la que era normal enviar alumnos «infiltrados» a la clase del oponente para tener información de primera mano sobre las líneas de pensamiento y de investigación, así como de sus autores y referencias. Véase M. Frank, Schelling. Philosophie der Offenbarung 1841/42, cit., pp. 87-102.
[7] Todo ello a pesar de la ambigüedad de la propia postura de Hegel, que bajo un aparente sometimiento a la figura del monarca y del Estado, sabedor del fuerte conservadurismo prusiano, seguía aún fiel a su ideal libertario de juventud. Véase J. d’Hondt, Hegel, Tusquets, Barcelona, 2002, pp. 35-46.
[8] N. Thulstrup, Kierkegaard’s relation to Hegel