Ricardo de la Cierva - El Opus Dei, controversia y camino

«Don Juan Carlos I y doña Sofía habían mostrado siempre un gran afecto por el Opus Dei; el padre Federico Suárez Verdeguer, profesor de Historia en la Universidad de Navarra, había sido designado por Franco y Carrero Blanco como preceptor y profesor de religión del entonces Príncipe adolescente y luego fue, durante muchos años, capellán en el palacio de la Zarzuela; la eficaz secretaria de la Reina, Laura Hurtado de Mendoza, pertenecía, como el padre Suárez, al Opus Dei. El jefe de la Casa del Rey, general Marqués de Mondéjar, que fue casi un padre para Don Juan Carlos, era miembro del Opus Dei, lo mismo que el segundo jefe, general Alfonso Armada. El Marqués de Mondéjar y la señora Hurtado de Mendoza asistieron en Roma a la beatificación; el Rey y la Reina no, ni enviaron al Príncipe Felipe ni a ninguna de las Infantas hijas o hermanas de don Juan Carlos. Esta ausencia regia fue para mí un misterio y a estas alturas me sigue pareciendo inexplicable y lamentable».

Ricardo de la Cierva

Episodios históricos de España - 8

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Titivillus 04.02.15

Título original: Opus Dei, controversia y camino

Ricardo de la Cierva, 1996

Editor digital: Titivillus

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Para Mercedes, 66

No haría falta decirlo, pero todas las opiniones que se exponen en este libro sobre el Opus Dei, son de la exclusiva responsabilidad del autor, que para escribirlo no ha recibido sugerencias de nadie, ni siquiera de las editoriales que han contribuido a la edición. El autor posee un copioso archivo de fuentes y testimonios, favorables y adversos, sobre el Opus Dei, ha tomado contacto personal con miembros del mismo, así como con críticos e incluso con enemigos jurados, algunos de los cuales, por extraño que parezca, han tomado como principal objetivo de sus vidas la destrucción del Opus Dei, aun después de haber pertenecido a él durante muchos años.

He encontrado importante documentación y testimonios decisivos en Roma, en Madrid y en varios puntos de América. He analizado las noticias y las tendencias de varios medios de comunicación; que a veces se han hecho eco de campañas informativas o desinformativas, emprendidas por algunas instituciones de la Iglesia católica, o ajenas a ella, contra el Opus Dei. El método de análisis y las conclusiones de mi trabajo se deben exclusivamente a mi iniciativa y a mi criterio, sin intervención ni interferencia por parte de otras personas e instituciones.

La primera vez que tuve noticia sobre el Opus Dei, la primera vez que escuché ese nombre, fue en la primavera de 1944, cuando un ilustre miembro de la Compañía de Jesús me explicó, ante una pregunta mía, una versión muy negativa de esa institución. Tomé nota de la conversación, la primera de un archivo específico muy copioso, que despliego por primera vez para este libro, junto con una respetable biblioteca que se aproxima al millar de libros, folletos, fotografías y algunas cintas de audio y de vídeo sobre el Opus Dei. Esto significa que me viene interesando desde hace ya más de medio siglo, muy poco después del momento en que el Opus Dei, fundado en 1928, por el sacerdote aragonés don José María Escrivá y Albás, iniciase su despliegue en España. Durante mucho tiempo, sin que me diera cuenta de ello, la información que me iba llegando sobre el Opus Dei era unilateral y negativa. Provenía de mis maestros de la Compañía de Jesús, que siempre ha mirado —y se mantiene en la misma actitud— al Opus Dei de forma muy reticente y negativa, como si se tratara de émulos y aun de adversarios, sin que el intercambio de visitas y conversaciones que durante décadas mantuvieron los dos máximos superiores, el padre Arrape, general de la compañía, y el padre Escrivá sirviese para mucho, aunque los dos se estimaban y trataban de comprenderse sin conseguirlo, por la radical divergencia de sus actitudes respecto de la Iglesia.

En los medios informativos, donde inicié el ejercicio de una de mis profesiones, la periodística, cundía más la hostilidad contra el Opus Dei que la comprensión. Mi experiencia personal con miembros del mismo en la Universidad ha sido también negativa (con admirables excepciones) y en algún caso, por parte de ellos, absurdamente injusta e inexplicable. Cuando me empecé a interesar por la política, lo hice en un campo duramente enfrentado con varios miembros y grupos del Opus Dei, aunque las cosas empezaron a equilibrarse cuando otros socios de la Obra me ayudaron de forma realmente extraordinaria. A ellos debo un gradual cambio de actitud en favor del padre Escrivá y su institución; a ellos y sobre todo a los enemigos jurados del Opus Dei, cuyos libros y declaraciones iban a parar a ese archivo específico que desbordaba cada vez más anaqueles de mi biblioteca. Debo agradecer a Alfonso Guerra, a Jesús Ynfante y a Alberto Moncada (éste último miembro renegado del Opus Dei, no simplemente separado de la Obra sino revuelto enconadamente contra ella), que con sus agresiones contra el padre Escrivá y su huella institucional, me hayan hecho comprender mejor que todos los apologistas, la verdadera y admirable faz del Opus Dei. Y que me hayan preparado el camino para recibir en tierra abonada el clarísimo mensaje de dos papas, a quienes he estudiado a fondo y a quienes admiro cada vez más, desde la historia y desde la devoción personal, Juan Pablo I y Juan Pablo II.

Esto significa que el largo camino que he debido recorrer para formarme la imagen del Opus Dei que presento en este libro, ha sido muy duro y espinoso, colmado de obstáculos, sumido muchas veces en una tenaz oscuridad que siempre he tratado de superar con la orientación de la Iglesia y la aplicación constante de mi instrumento profesional, el análisis histórico. Por eso, señalo en el mismo título de este libro los dos objetivos que con él me propongo; ofrecer al lector dos aspectos ligados indisolublemente a la realidad y a la imagen real del Opus Dei, la controversia y el camino. La controversia, la polémica, a veces muy encrespada, a veces identificada con una guerra a muerte, ha acompañado al Opus Dei desde su aparición pública, que más o menos coincide con el final de la Guerra Civil española en 1939. Pero la controversia se organiza siempre desde el campo adversario y aun enemigo del Opus Dei, por una sola razón: el «camino». Intencionadamente he elegido esta palabra, que es el título del librito de 999 máximas escrito por el padre Escrivá, donde resume de forma muy moderna y atractiva la espiritualidad del Opus Dei.

Tardé algún tiempo en comprender ese mensaje de espiritualidad para nuestra época, pero creo haberlo logrado plenamente. Ese puede ser el camino espiritual, el camino teórico. El camino real del Opus Dei ha sido el de la Cruz, el Vía crucis. «Ha sufrido usted en los principios de su Obra —le dijo al Fundador un altísimo testigo romano— pruebas terribles que otras instituciones de la Iglesia han experimentado cuando ya estaban consolidadas». Hacía falta toda la tenacidad aragonesa y toda la fe profunda de un sacerdote español, para resistir esas pruebas, para no rendirse ante ellas, que fueron abatiéndose contra él y contra el Opus Dei de forma permanente, con algunos recrudecimientos verdaderamente insoportables. Pero lo superó todo; estaba seguro de ofrecer a la Iglesia algo digno de llamarse «Obra de Dios».