Raphaël Coune - San Luis

• ¿Nacimiento? El 25 de abril de 1214 en Poissy, Francia.
• ¿Muerte? El 25 de agosto de 1270, cerca de Túnez.
• ¿Función? Rey de Francia de 1226 a 1270.
• ¿Principales aportaciones?
  • Luis IX es el instigador de la séptima y octava cruzada.
  • Este gran reformador sienta las bases de un sistema administrativo, judicial y económico nuevo, más igualitario.
  • Convierte a Francia en el país protector de las santas reliquias de la pasión de Cristo y ordena construir la Sainte-Chapelle para acogerlas.
  • Es el primer rey capeto que desarrolla una política social y caritativa importante. Francia le debe la construcción y la financiación de muchos hôtel-Dieu —casas de Dios—, hospicios y órdenes mendicantes.

¿Qué noble y qué gran barón de la corte de Felipe Augusto (1165-1223) habría podido imaginar que el cuarto hijo del futuro Luis VIII (1187-1226), bautizado el 25 de abril de 1214 ante los ojos de todos, llegaría a ser canonizado un día? ¿Quién podría adivinar que estaba asistiendo al bautizo de un santo cuyas reliquias se dispersarían por Francia y por Europa para producir milagros y ofrecer protección a los peregrinos que las visitarían?

¿Cuál de los monjes de la abadía de Royaumont que acogen al rey durante la construcción del edificio, en 1228, habría podido ver en este joven de 14 años al gran monarca reformador en el que se convertirá, tras ver cómo reza 8 horas al día, sirve la mesa y se ofrece como voluntario para cumplir las tareas ingratas, como alimentar a los monjes leprosos, apartados para evitar cualquier contagio?

¿Cómo ver en este niño tan piadoso, tan devoto, al hombre que se encuentra en la raíz de la justicia moderna, a la figura emblemática de la causa cristiana y al instigador de 2 cruzadas?

Nadie imaginaba por aquel entonces que se encontraba ante un rey con una influencia tan grande que los primogénitos de la dinastía de los Borbones destinados a reinar llevarían su nombre con la esperanza de convertirse en un soberano tan ilustrado como este prestigioso ancestro. Nadie podía pensar que, todavía en la actualidad, ciudades, universidades y hospitales llevarían el nombre de quien gobernó Francia de 1226 a 1270.

Y es que esto es lo que nos desvela la historia: san Luis, adulado por su pueblo y por los nobles de su reino, se convertirá en la referencia real durante siglos. ¿Pero de dónde viene esta gloria? ¿Por qué fue tan alabado, tan respetado? ¿De dónde viene este prestigio que, durante siglos, iluminará el trono de Francia con un halo de grandeza y de respeto?

Vidriera de la iglesia de Izernore que representa a san Luis.

Con 4 años, Luis, cuarto hijo del futuro Luis VIII y de Blanca de Castilla (1188-1252), se convierte en el mayor de sus hermanos tras el fallecimiento de su hermano. Su madre, que desempeñará un papel clave durante la primera mitad de su reinado, le da una educación muy exhaustiva y muy estricta. En esta época, se extiende la idea de que el rey debe ser culto, sabio e instruido para gobernar. Un buen monarca se ve en la educación que ha recibido, en vez de en las guerras que ha liderado. Blanca de Castilla, que es extremadamente creyente, enseña a su hijo a respetar a Dios, a comprender su misericordia y a temer el pecado. Esta educación lo marca profundamente. El futuro san Luis se ve superado por la religión y se muestra fascinado por la vida monástica, a la que se acerca desde muy pronto. Tan solo tiene 12 años cuando muere su padre, y una de las primeras tareas que lleva a cabo como rey es la creación de la abadía de Royaumont, siguiendo las últimas voluntades de su progenitor. En este establecimiento religioso, adonde vendrá a menudo, frecuenta a monjes y a hermanos, y se integra perfectamente en la organización y en la vida monástica. Incluso se integra demasiado bien, según el abad, que manda que lo vigilen, ya que no se puede permitir que el soberano de los franceses se rebaje a las labores ingratas de la vida monástica. Sin embargo, el joven Luis sigue ofreciéndose como voluntario para ir a dar de comer a los leprosos.

Además de su madre que le inculca los preceptos religiosos, la segunda figura importante de su educación es su abuelo, Felipe Augusto. Este le enseña la importancia de la majestuosidad real y de la diplomacia. Durante sus 2 últimos años de reinado (1222-1223), lo forma en el oficio de rey invitándolo a asistir a sus consejos y a sus reuniones, y enseñándole los consejos fundamentales para gobernar.

Con 9 años, Luis ve cómo su padre sube al trono. No obstante, su reinado no durará mucho, ya que fallece 3 años más tarde a causa de la disentería. Así, con 12 años, Luis es catapultado al trono del reino cristiano más grande. Su madre se hace nombrar regente hasta la mayoría de edad del rey y lo hace coronar a toda prisa en Reims.

Blanca de Castilla, que gobierna con mano de hierro, despierta la ira de muchos condes y barones que no soportan la idea de ser dirigidos por una mujer que, además, es extranjera. Así, Luis IX se ve obligado a otorgarles privilegios, a darles algunas plazas fuertes, a liberar a hombres suyos que son prisioneros desde hace mucho tiempo y a prometer en matrimonio a sus hermanos y hermanas.

Pero esto sigue sin ser suficiente y la guerra es inevitable. Durante las batallas, el rey se presenta como un guerrero temible, como un gran estratega y, sobre todo, como un experto diplomático. Poco a poco, los barones van viendo en este joven al digno descendiente de Felipe Augusto y se someten a él.

En 1334, cuando alcanza la mayoría de edad, Francia está completamente pacificada. Ese mismo año, Blanca de Castilla elige a una mujer para su hijo, Margarita de Provenza, con la que tendrá 11 hijos.

Grabado de Eugène Devéria de 1839 que muestra cómo San Luis y su mujer Margarita de Provenza son interrumpidos por Blanca de Castilla.

A finales del año 1244, cuando el rey vuelve de una campaña militar que lleva a cabo contra Enrique III de Inglaterra (1216-1272), su salud se deteriora. Luis IX enferma de disentería y ya no puede desplazarse. Entonces, se organizan en todo el reino campañas de rezo y, varias semanas más tarde, se cura milagrosamente. En seguida, hace el voto de llevar a cabo una cruzada en Tierra Santa, una decisión que transformará su reinado y la Francia de esa época.

Se va 4 años más tarde, es hecho prisionero y solo vuelve a Francia 6 años después, convertido en héroe cristiano que lleva un halo de sabiduría. Sin embargo, tiene muy presente su fracaso, y su incapacidad para recuperar la Ciudad Santa lo perseguirá hasta el fin de sus días. Luis IX ve en ello un castigo divino. A su regreso, lleva a cabo una serie de reformas importantes en los ámbitos económico, judicial y administrativo para que su país sea digno de Dios.

En 1266, anuncia al papa Clemente IV (fallecido en 1268) su deseo de volver a las cruzadas, a pesar de la oposición de sus barones y de sus consejeros. Abandona Francia el 1 de julio de 1270 para no volver a ver jamás este territorio. Tras una primera victoria en Cartago, su Ejército se ve castigado por una epidemia de disentería y de tifus. Luis IX muere al mes siguiente a las puertas de Túnez, lo que pone un punto final a la octava y última cruzada.