Paul C. Jagot - La educación del estilo
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- Libro:La educación del estilo
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1930
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La educación del estilo: resumen, descripción y anotación
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Una obra básica para aquellas personas que deseen cultivar su elocución y adquirir soltura en la expresión por escrito. Dividida en dos partes, la primera tiene por objeto enseñar al lector a saber redactar textos útiles: cartas, redacciones, exposiciones, etc. La segunda aborda la composición literaria.
Paul C. Jagot
Método práctico para adquirir facilidad de redacción y de estilo
ePub r1.0
Titivillus 29.12.16
Título original: L’éducation du style, une méthode simple et pratique pour acquérir l’aisance et la clarté dans la correspondance, les travaux de rédaction et la composition littéraire
Paul C. Jagot, 1930
Traducción: Joaquín Gil Guiñón
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Fácilmente se comprenderá que al traducir un libro de esta índole ha sido menester rehacerle en muchos puntos, pues sabido es cuánto difieren en su íntima esencia aun las lenguas de una misma familia idiomática, tales como el español y el francés.
Por ello, reglas acertadísimas para aquél son inaceptables para éste; la prosodia es por completo opuesta, y aun en ocasiones la sintaxis, infinitamente más flexible y rica en nuestro idioma. Y no hablemos de los neologismos, idiotismos, giros cacográficos, pleonasmos, etc.
Se han sustituido —salvo en contados casos— ejemplos y citas de autores franceses por otros españoles, que, sobre sernos más familiares, tienen la enorme ventaja de los textos originales —pues las traducciones, las literarias sobre todo, por muy esmeradas que sean, son, como decía Cervantes, tapices vueltos del revés—, ampliándose al final con una breve colección de fragmentos escogidos entre lo más característico de cada siglo.
Y terminemos estas líneas haciendo hincapié en un consejo de los autores: la lectura escogida, variada y meditada, es la más segura norma para la educación del estilo. Y por añadidura, del espíritu.
En esta misma Colección hemos publicado el volumen La educación de la palabra. Faltaba un complemento a ese haz de indicaciones metódicas, útiles para quienes desean cultivar su elocución: tras haber aprendido a hablar clara y fácilmente, conviene adquirir una soltura análoga para expresarse por escrito.
Procura esta obra en su primera parte guiar al lector cuyo objetivo se limita a saber redactar apropiadamente textos utilitarios, por así decirlo: cartas, relaciones, exposiciones, etc.
La segunda aborda la composición literaria no sólo en cuanto concierne a la escritura propiamente dicha, sino también y sobre todo a las fuentes de inspiración y la coordinación de ésta en creaciones originales.
Tenemos, pues, la esperanza de ser útiles a los más, ayudar al autodidacto deseoso de realizar discretamente las redacciones que precisa y orientar a los que poseen, sin saberlo, condiciones de escritor.
La formación redaccional
TENÉIS UN ESTILO
Certero o titubeante, claro o confuso, la forma en que expresáis vuestras sensaciones, vuestras emociones, vuestras ideas, se caracteriza lo bastante para no parecerse idénticamente a ninguna otra. Esto es lo que constituye vuestro «estilo». Hacedle más ligero y preciso, y sabréis escribir.
Quizá os cause algún embarazo la simple redacción de una carta aun cuando lo que tengáis que decir sea bien definido. No sabéis por dónde empezar. No se os ocurre la frase que significaría exactamente lo que queréis decir. Buscáis penosamente las palabras que corresponden a vuestra idea. Es fácil digan los demás: «No tiene estilo». Y sin embargo le tenéis.
Suponeos presente a la persona a quien pensáis escribir. Si lo estuviese, os explicaríais de palabra —más o menos clara y exactamente—, pero, en fin, diríais algo y os haríais entender. Suponeos ahora que un taquígrafo recoge, de cabo a cabo, todas vuestras palabras, las pone en limpio y os las manda. Reconoceréis en seguida en ciertos giros y expresiones familiares el sello de vuestra personalidad, o, dicho de otro modo, reconoceréis vuestro estilo.
Releyendo atentamente la página, os parece que vuestras palabras así transcritas no reflejan con exactitud vuestro pensamiento, veis que ciertas palabras sólo insuficientemente le expresan, mientras otras le exageran, le sobrepasan. Subsiguientes inspiraciones surgirán con relación a determinados pasajes, y lo que hubieseis debido de decir se os vendría a la cabeza. Por un lado os haréis cargo de que vuestro interlocutor se habría convencido más con vuestra exposición si la hubieseis ordenado de otra forma, es decir, si, por ejemplo, le hubieseis dicho tal cosa primero que tal otra. Con un poco de atención y de reflexión podéis, pues, expresaros más clara e integralmente, es decir, perfeccionar vuestro estilo.
Prácticamente, aplicad el método en la redacción de vuestra correspondencia. Para cada carta:
- 1. º Definíos claramente el móvil que os impulsa a escribir: se escribe por cumplir con las conveniencias; para influir en las decisiones de otros; para contar tal o cual cosa; para efectuar una petición, un ofrecimiento, una reclamación, etcétera.
- 2. º Imaginaos exactamente a la persona a quien escribís. Si es un desconocido, esforzaos, mediante la ayuda de las características de su posición, en representaros su modo de pensar.
- 3. º Hablad al destinatario como si estuviese presente. Habladle mentalmente o en voz alta, es lo mismo. Escribid lo que decís. Será quizá poco elegante, impreciso, desordenado. Pero lográis vuestro objetivo esencial; extraer de vuestro cerebro y formular lo que teníais que decir.
- 4 º Dejad a un lado este borrador una hora cuando menos y releedle: se os ocurrirán entonces ideas complementarias; anotadlas.
- 5. º Con ayuda de este material proceded a la redacción propiamente dicha. Ordenad las diversas partes de vuestra carta de manera que se encadenen claramente. Sean vuestras frases breves y sencillas: verbo, sujeto y atributo. Cuidad, consultando vuestro diccionario, de que cada palabra usada signifique exactamente lo que queréis que exprese.
Aplicándose a observar estas reglas, aun los peor dotados efectuarán un progreso inicial y adquirirán más soltura. Para muchos este sencillo resultado será considerable.
La originalidad, la elegancia y la riqueza del estilo necesitan la personalidad, gusto y cultura. Todo ello es necesario para crear expresiones inéditas, giros personales y usar con tiento del vocabulario. Antes de adquirir esas cualidades, se está constreñido a tener en la memoria, para utilizarlas en el momento oportuno, una cantidad suficiente de palabras usuales y de frases hechas: a falta de un traje a la medida, mejor que nada es tener uno de munición.
Para alhajar así vuestra memoria, leed un poco cada día, aunque sólo sea media hora antes de dormiros. Escoged la clase de libros a los que tengáis más afición. Un pedagogo os recomendará los clásicos. Ya tendréis tiempo de ir a ellos cuando vuestro nivel de cultura os permita leerlos con gusto. Cercioraos, al leer, del significado de cada palabra que no entendáis del todo.
He aquí, para concluir estos primeros consejos, un excelente y sencillo ejercicio para adquirir facilidad de redacción: el resumen consiste en sacar de un texto más o menos largo una exposición más breve, suficiente para dar una idea del texto en cuestión, clara y sin lagunas. En los teatros, el programa de la función trae generalmente un resumen de esta clase. De seguro que habréis leído muchos de ellos. Intentad hacer un extracto así, tomando por asunto un cuento, una novela, una película, etc. Nada hay más eficaz para desarrollar la atención, la memoria y el juicio, es decir, las tres facultades por cuyo valor se mide siempre el valor del estilo.
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