En contraste con la defensa de la monarquía que hace Maquiavelo en El príncipe, los Discursos proponen la república como el sistema político ideal, dado que, bien organizada, permite participar tanto a grandes como a comunes para contener así los conflictos políticos habituales entre ellos. No obstante, la república debe gozar de las instituciones necesarias para canalizar dicha participación, algo que la monarquía, la aristocracia, la tiranía o la democracia no lograrían dada su inestabilidad. Es comprensible entonces que la oposición a la república que el autor parece plasmar en El príncipe haya generado un debate intenso en torno a la coherencia de su pensamiento y a la posible conciliación de ambas obras. Algo posible si admitimos que la verdadera preocupación del italiano era la creación de un Estado moderno en la Italia de su tiempo.
Nicolás Maquiavelo
Discurso sobre la primera década de Tito Livio
ePub r1.1
NoTanMalo 14.07.17
Título original: Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio
Nicolás Maquiavelo, 1873
Traducción: Luis Navarro
Notas: Miguel Saralegui
Editor digital: NoTanMalo
Corrección de erratas: coso
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NICOLÁS MAQUIAVELO (en italiano Niccolò di Bernardo dei Machiavelli) (Florencia, 3 de mayo de 1469 - ib., 21 de junio de 1527) fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano. Fue asimismo una figura relevante del Renacimiento italiano. En 1513 publicó su tratado de doctrina política titulado El Príncipe.
Nicolás Maquiavelo nació en el pequeño pueblo de San Casciano in Val di Pesa, a unos quince kilómetros de Florencia el 3 de mayo de 1469, hijo de Bernardo Machiavelli (abogado perteneciente a una empobrecida rama de una antigua familia influyente de Florencia) y de Bartolomea di Stefano Nelli, ambos de familias cultas y de orígenes nobiliarios pero con pocos recursos a causa de las deudas del padre.
Entre 1494 y 1512 Maquiavelo estuvo a cargo de una oficina pública. Viajó a varias cortes en Francia, Alemania y otras ciudades estado italianas en misiones diplomáticas. En 1512 fue encarcelado por un breve periodo en Florencia, y después fue exiliado y despachado a San Casciano. Murió en Florencia en 1527 y fue sepultado en la Santa Cruz.
NOTA DE TRADUCCIÓN
La presente traducción se basa en la edición Opere, Florencia, Tipografia Cenniniana, 1873, L. Passerini y Pietro Fanfani editores.
La densidad de los Discursos requiere de la ayuda de las mejores ediciones y comentarios, a los que se harán las referencias necesarias. Los comentarios que se citarán son cinco: el realizado por el contemporáneo y correspondiente de Maquiavelo, F. Guicciardini, y los mucho más recientes llevados a cabo por H. Mansfield, G. Inglese, R. Rinaldi y F. Bausi (los comentarios de estos tres últimos se efectúan sobre ediciones del texto). Siempre que se cite el apellido de estos autores se entenderá que las referencias son ad locum, es decir, que los autores citados comentan el pasaje siguiendo el mismo orden que Maquiavelo. Las ediciones utilizadas son las siguientes: F. Guicciardini, Considerazioni sui «Discorsi» del Machiavelli en Opere I [ed. de E. Lugnani Scarano], Turín, Utet, 1970 (en adelante, Guicciardini); H. Mansfield Jr, Maquiavelo y los principios de la política moderna. Un estudio de los «Discursos sobre Tito Livio» [trad. de S. Mastrangelo], México D. F., FCE, 1983 [1979] (en adelante, Mansfield); N. Machiavelli, Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio [introducción de G. Sasso y notas de G. Inglese], Milán, BUR, 1996 (en adelante, Inglese); N. Machiavelli, Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, Dell’arte della guerra e altre opere [ed. de R. Rinaldi], Turín, Utet, 1999 (en adelante, Rinaldi); N. Machiavelli, Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio [ed. de F. Bausi], Roma, Edizione Nazionale delle Opere, Salerno Editrice, 2001 (en adelante, Bausi). En los casos en que se haga referencia a cualquier otra obra, aparecerá en nota la referencia completa.
NICOLÁS MAQUIAVELO
Salud
Os envío un regalo que, si no corresponde a mis obligaciones con vosotros, es el mejor que puede haceros Nicolás Maquiavelo, pues en él he expresado cuanto sé y aprendí en larga práctica y continua enseñanza de las cosas del mundo. No pudiendo desear más de mí, ni vosotros ni ningún otro, tampoco os quejaréis de que no os dé más.
Podrá muy bien suceder que os desagrade la pobreza de mi ingenio cuando estas narraciones mías sean pobres y lo falaz del juicio cuando al discurrir en muchos puntos me engañe. A decir verdad, no sé quién está más obligado, yo a vosotros, que me habéis forzado a escribir lo que por mi propia iniciativa jamás hubiera escrito, o vosotros a mí, en caso de que lo hecho no os satisfaga. Aceptad, pues, esto como se aceptan todas las cosas de los amigos, teniendo más en cuenta la intención del que regala que la cosa regalada, y creed que me satisface pensar que, si me equivoqué en muchas circunstancias, no he incurrido en error al preferiros a todos los demás para la dedicatoria de estos discursos míos, tanto porque haciéndolo así paréceme mostrar alguna gratitud por los beneficios recibidos, como por apartarme de la costumbre en los escritores de dedicar sus obras a príncipes, cegándoles la ambición o la avaricia hasta el punto de elogiar en ellos todo género de virtudes, en vez de censurarles todos los vicios.
Para no incurrir en tal error he elegido, no a los que son príncipes, sino a quienes por sus infinitas buenas cualidades merecen serlo; no a los que pueden prodigarme empleos, honores y riquezas, sino a los que quisieran hacerlo si pudiesen; porque los hombres, juzgando sensatamente, deben estimar a los que son, no a los que pueden ser generosos; a los que saben gobernar un reino, no a los que, sin saber, pueden gobernarlo.
Los historiadores elogian más a Hierón de Siracusa cuando era simple ciudadano, que a Perseo de Macedonia cuando era rey, porque para ser príncipe solo faltaba a Hierón el principado, y Perseo no tenía de rey más que el reino.
Gozad, pues, del bien o del mal que vosotros mismos habéis querido, y si persistís en el error de que mis opiniones os son gratas, continuaré, como os prometí al principio, el examen de esta historia.
Valete.
PRÓLOGO
Aunque por la natural envidia de los hombres haya sido siempre tan peligroso descubrir nuevos y originales procedimientos como mares y tierras desconocidos, por ser más fácil y pronta la censura que el aplauso para los actos ajenos, sin embargo, dominándome el deseo que siempre tuve de ejecutar sin consideración alguna lo que juzgo de común beneficio, he determinado entrar por vía que, no seguida por nadie hasta ahora, me será difícil y trabajosa; pero creo que me proporcione la estimación de los que benignamente aprecien mi tarea.
Si la pobreza de mi ingenio, mi escasa experiencia de las cosas presentes y las incompletas noticias de las antiguas hacen esta tentativa defectuosa y no de grande utilidad, al menos enseñaré el camino a alguno que con más talento, instrucción y juicio realice lo que ahora intento, por lo cual, si no consigo elogio, tampoco mereceré censura.