Leon Trotsky - Cómo se armó la revolución
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- Libro:Cómo se armó la revolución
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- Editor:ePubLibre
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- Año:2006
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Cómo se armó la revolución: resumen, descripción y anotación
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La selección más completa en castellano de escritos militares de Leon Trotsky, que originalmente se editaron en inglés en cinco tomos.
Leon Trotsky
Escritos militares (Selección)
ePub r1.0
Titivillus 16.06.18
Leon Trotsky, 2006
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
por Andrea Polaco y Liliana Ogando Caló
Armando la Revolución
La Primera Guerra Mundial provocó una crisis social y política en Europa con pocos o ningún precedente histórico. Los esfuerzos de guerra descalabraron la economía de los Estados imperialistas y provocaron el descontento y la tendencia a la desintegración de los ejércitos europeos. Ya en 1916 la euforia patriótica inicial había desaparecido y existía una enorme oposición a la continuación de la guerra en Gran Bretaña, y los artificieros y mecánicos de los nuevos navíos dotados de alta tecnología en Alemania), y tanto en Rusia como en Alemania las principales bases navales (Kronstadt, Kiel) serían, más adelante, núcleos revolucionarios importantes.
En Rusia el proceso de desintegración del ejército zarista se había iniciado desde antes de la Revolución de Febrero de 1917 debido a las consecuencias desastrosas de la conflagración mundial. Pero el régimen de Kerensky se negó a acordar la paz, cediendo a las exigencias aliadas de cumplir con los compromisos asumidos por el zarismo. Por el contrario, el Partido Bolchevique fue el único que levantó consecuentemente el programa sentido por el movimiento de masas, planteando que sólo la clase obrera en el poder podía resolver el problema de la paz y sosteniendo una política activa para contribuir a la desintegración del ejército burgués y preparar la insurrección.
La política militar del Partido Bolchevique
La política del marxismo revolucionario hacia las cuestiones militares siempre partió de considerar que tanto las guerras como la represión a los pueblos son dos consecuencias inherentes a los sistemas basados en la división de clases. Las premisas de principio para resolver correctamente la cuestión de las tácticas antimilitaristas fueron establecidas por el marxismo internacional hace más de un siglo. Ya en el Congreso Internacional de París de 1889 se aprobó la sustitución de los ejércitos permanentes por el armamento general del pueblo, se exigía consolidar la paz entre los pueblos, se instaba a los socialistas a votar contra créditos militares y se vinculaba la lucha por la paz con la lucha por el socialismo. Por supuesto el reconocimiento de esta ligazón estructural entre el militarismo y el capitalismo en su fase imperialista no determinaba, por sí misma, la táctica concreta de los socialistas o el problema práctico de cómo luchar contra la carga del militarismo y cómo impedir la guerra, pero sentó las bases para desarrollar, en cada situación histórica, una política revolucionaria en este aspecto. Así, en Rusia el Partido Bolchevique supo realizar un trabajo militar conspirativo y clandestino, llevado adelante por sus células dentro del ejército y un trabajo abierto y público, con el curso de los sucesos revolucionarios, en las instituciones de autoorganización de las masas.
El objetivo de las células clandestinas dentro del ejército zarista era la propaganda revolucionaria entre las tropas y el fortalecimiento de las tendencias hostiles de la base hacia la oficialidad. Al estallar la guerra mundial, la principal consigna de los bolcheviques fue «convertir la guerra imperialista en guerra civil», lo cual implicaba la agitación y propaganda de una política internacionalista y clasista que, con el tiempo, fue coincidiendo con las tendencias objetivas dentro del ejército que se oponía a seguir combatiendo. Luego de la Revolución de Febrero de 1917, acompañando el enorme cambio favorable en la subjetividad de las masas y los síntomas de desintegración, el trabajo bolchevique en el ejército giró de una política negativa, de hostigamiento y debilitamiento, a una política de acción que sentaría las bases para la insurrección armada: la organización de núcleos de soldados que estuvieran convencidos de defender la revolución y que evitaran que la contrarrevolución se agrupe y organice a través de la oficialidad en el ejército zarista. «La tarea de estas células ya no era debilitar la autoridad de los oficiales sino más bien ejercer el control sobre sus superiores para evitar la creación dentro del ejército ‘democrático’ de formaciones voluntarias especiales que pudieran luchar contra la revolución; también organizaron unidades militares para preparar una insurrección armada (…) Luego de la Revolución de Febrero, Petrogrado se transformó en el centro del trabajo militar bolchevique. El comité local del Partido Bolchevique formó ‘una Comisión militar’ especial para hacer trabajo entre las tropas de la guarnición de Petrogrado. Se formaron comisiones similares en la flota del Báltico y en el frente».
Las Guardias Rojas
La historia de las Guardias Rojas en Rusia es, en gran medida, la historia de la dualidad de poderes que facilitó a los obreros la tarea de construir una fuerza armada aun antes de la insurrección. Ya en la Revolución de 1905 se formaron unidades de combate en las fábricas a las que, luego del triunfo contrarrevolucionario, la clase dominante desarmó. En febrero de 1917 las Guardias Rojas renacieron restableciéndose como fuerza de defensa de los trabajadores y representando desde los primeros días un peligro para el Gobierno Provisional. Durante los cuatro meses siguientes, gracias a que los soviets estaban aún dominados por mencheviques y socialrevolucionarios, Kerensky logró imponer, fundamentalmente en Petrogrado, un decreto que fusionaba a las Guardias Rojas (milicias obreras) con las milicias civiles, como intento de evitar el desarrollo y fortalecimiento de milicias clasistas e independientes. Pero los intentos del gobierno provisional de desarmar totalmente a los trabajadores fracasaron. «… El Soviet del barrio de Viborg que era, por así decirlo, el bastión de los trabajadores, decidió por unanimidad a fines de abril presionar por la formación de unidades independientes de la Guardia Roja, considerando a ésta una tarea indispensable para el proletariado. Una resolución similar fue aprobada por el Consejo General de Trabajadores Industriales de Petrogrado, cuya creación había sido impulsada por los bolcheviques. Ambas instituciones definieron los designios y objetivos de las Guardias Rojas así: defensa de las conquistas de la revolución (conquistas de las clases trabajadoras, de acuerdo con el Soviet de Viborg) y defensa contra las conspiraciones de la contrarrevolución (de las clases dominantes en las palabras del Soviet de Viborg)». La política de desarme del Gobierno Provisional sólo pudo hacerse efectiva luego de las Jornadas de Julio, luego de la represión a la revuelta obrera y la persecución y encarcelamiento de los bolcheviques, que se vieron obligados entonces a pasar a la clandestinidad; es decir, el desarme de las Guardias Rojas no se llevó a cabo por medio de la persuasión sino por medio de la represión. Pero en agosto, ante el intento golpista de Kornilov, el Gobierno Provisional se vio obligado a recurrir al armamento del proletariado y a legalizar las Guardias Rojas. Cuando los bolcheviques ganaron la mayoría en el Soviet de Petrogrado y su dirección pasó a manos de Trotsky, las Guardias Rojas, conocidas allí como «milicia obrera», se convirtieron en el brazo armado del soviet y la perspectiva de la insurrección armada planteada por los bolcheviques inclinó a los obreros más avanzados a considerarlas como los pilares del futuro ejército de la insurrección. A partir de entonces adoptaron una forma puramente militar (pelotones, compañías, cuadrillas, cuerpo de dinamiteros, etc.) y, junto con el sector revolucionario del ejército regular, actuaron como fuerza conjunta al servicio de la revolución proletaria durante Octubre y hasta que comenzó a construirse el Ejército Rojo.
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