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Pancracio Celdrán - Inventario general de insultos

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  • Libro:
    Inventario general de insultos
  • Autor:
  • Editor:
    Ediciones del Prado
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  • Año:
    1995
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Inventario general de insultos: resumen, descripción y anotación

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Pancracio Celdrán Gomariz
Inventario general de insultos
11. Tonto de Albeta.
En Albeta (Zaragoza) existió, según cuenta José María Sbarbi (Diccionario de Refranes, Adagios y Proverbios) un tonto que no lo era tanto. Tuvo la ocurrencia de arrancar en una noche todas las matas de calabaza de su pueblo, menos las del campo de su madre. Se le preguntó el porqué de su acción, y contestó con naturalidad: "Miá que rediós: pa que mi madre venda más caras sus calabazas". Y es que no parece que haya nadie tan tonto que de alguna manera no busque su propio beneficio, o barra para adentro.
12. Tonto de capirote.
Persona necia e incapaz. En cuanto al origen del dicho hay diversas versiones. Entre las más antiguas se cuenta la de Gonzalo de Correas, quien en su Vocabulario de Refranes, al hablar del capirote dice que se lo ponen para hacer burla y escarnio de él, sin que éste trate de impedirlo. No se trata, ni tiene que ver con la capucha o caperuza, ni con el cucurucho que portaban los disciplinantes o quienes acompañaban a las imágenes procesionales de las cofradías. La voz "capirote o papirote" significa también golpe dado en la cabeza, o capón. El tonto del capirote era así llamado porque se dejaba pegar, y encima se reía. Por eso, ya en el siglo XVI se conocía también a este personaje por "tonto de papirote" y "sayo jironado", tan sumamente tonto que consiente en que le den capones y se mofen de él. Estos tontos podían ser reales, pero también fingidos, sobre todo en aquellos pueblos y lugares que carecían de tonto oficial, o tonto del pueblo, sobre el que secularmente se ha descargado los malos humores. En las fiestas populares de Castilla existía la figura del "tonto de capirote" o bonete puntiagudo, que se prestaba a recibir bromas y vejaciones por un módico sueldo. Era un tonto de alquiler para hacer reír, que pasaba por tal durante unos días, los que duraba la fiesta.


Junto a la explicación indicada al respecto del origen de este tonto, V. Vega, en su utilísimo Diccionario de rarezas, dice que durante la primera mitad del siglo XVII cierta compañía de comedias llevaba consigo para hacer el papel del gracioso a un cómico que hacía de criado medio idiota, el cual, con sus tonterías, ademanes grotescos y trajes ridículos con que se mostraba, movía al público a risa. A esta criatura escénica se le llamaba "tonto de capirote", por tocarse con esa prenda, montera apuntada forrada de piel de gato, prenda del tocado habitual del momento. Probablemente, tras un entrecruzamiento de todo lo expuesto se consolidaría el dicho, que ha llegado hasta nosotros.

13. Tonto de los pasteles.
No entender más que el tonto de los pasteles es tanto como entender sólo lo que a uno le conviene. Es uno de los muchos tontos que sacan provecho de la tontez, aunque no llega a ser tonto fingido, pues lo es de verdad. El tonto de los pasteles existió en Pastrana, provincia de Guadalajara, hacia mediados del siglo XVI. No tiene nada que ver con los asuntos políticos habidos en aquella ciudad alcarreña, protagonizados por la Princesa de Eboli y el famoso Pastelero local. Al bobo en cuestión lo enviaron a recoger una bandeja de pasteles de encargo, en parte para probar si servía para algo. Lo enviaron, fue y volvió. Y cuando lo vieron con las manos vacías le preguntaron por los pasteles contestó que se los había comido todos. Se le afeó la acción, y a la pregunta de por qué lo había hecho, respondió: "Toma, y como soy tonto…". Con lo que se probó que si bien no servía para traer unos pasteles de la pastelería, el mozo si sabía sacar partido de la situación, y utilizar la fama que se le daba en su propio provecho. Juzgue el lector acerca de la conveniencia de llamarle tonto.
14. Tonto del bote.
Es otro tonto de implantación y raigambre. Junto al de Coria, Abundio y Perico el de los Palotes, está entre los más populares: todos ellos llevaban uvas de postre a la vendimia. El del bote se hizo famoso en Madrid a mediados del siglo XIX. Era un mendigo muy simple que recogía limosna en un bote en la puerta de San Antonio del Prado. En este menester estaba cuando un toro escapado de la plaza, cuando el coso estaba en la calle de Alcalá, se le plantó delante, se paró ante el pordiosero, que permanecía inmóvil, como si no fuera con él la cosa, ajeno al peligro que evidentemente estaba corriendo. El toro lo olfateó, dio un bufido y siguió Prado abajo en loca carrera. Todo Madrid comentó el suceso, y un testigo ocular aseguró que el tonto le había pedido limosna al astado. Saltó la noticia a las páginas de los periódicos haciendo célebre a su protagonista, a quien inmortalizaron con la dudosa fama del "tonto del bote", por cuyo nombre aún lo conocemos.
15. Tonto (d)el haba.
Sujeto que siendo imbécil por naturaleza tiene además la desgracia de ser patoso. Se predica de quien siendo simplón no termina por asumir su condición. La segunda parte de la frase remite, en metáfora formal, a la punta del miembro viril, por asemejarse la parte de la anatomía masculina aludida a la semilla de esa planta herbácea.


Es insulto grosero, intercambiable con los de "Tonto (de) la polla", "tonto (d)el pijo", "tonto (d)el carajo", etc. Amén de lo expuesto, tenga el lector presente la mala opinión que de esta planta tuvo el mundo antiguo, hasta el punto de prohibir su ingestión a quienes oficiaban en los templos por la flatulencia que provoca, perdiéndose -debido a las ventosidades- el respeto y decoro a los lugares sagrados. Quien osaba comerlas era tenido por estúpido. Ser más tonto que una mata de habas -como todavía se lee en algunos cuentos infantiles- participa de esas creencias antiguas.

16. Tonto que asó la manteca.
Decimos de alguien muy necio, para tratar de calibrar su grado de tontuna, que es más tonto que quien ásó la manteca. Pero ¿vivió alguna vez tal personaje…? El erudito sevillano Luis Montoto, en su obra Personajes, personas y personajillos, escribe lo siguiente: "No recuerdo dónde leí que el célebre cocinero Montiño, en su libro de recetas culinarias publicó una para asar la manteca".


Es claro que Montiño, andaluz guasón, incluyó tan estrambótica receta en son de broma, pero algunos se la tomaron en serio e intentaron seguirla al pie de la letra, no sin asombro para Montiño, que se llevaba las manos a la cabeza, y decía, según aseguran fuentes autorizadas: "Ozú, la cantiá 'e tonto c'hay…".

17. Tontos a tiempo partido.
El ejercicio de la tontez o tontuna raramente es ocupación de dedicación exclusiva. Lo más corriente es que se ejerza durante algún tiempo, o en ocasiones muy concretas. También hay quien ha sido tonto una sola vez, y por tonto lo tuvieron y motejaron. Pertenecen a ese grupo los componentes de la nutrida familia de los inconscientes y demás sujetos de cortos alcances a la hora de juzgar y ponderar las consecuencias de sus actos. Ejemplos notable de tonto ocasional fueron, entre otros, la famosa tonta de Candelario, o el sastre del Campillo.
Torpe,torpón.
Es palabra que afecta a diversos ámbitos: el de la inteligencia, el de la habilidad y el de la catadura moral de las personas. En cuanto a lo primero, describe al hombre rudo, de tardo entendimiento, pesado de reflejos, y de reacciones lentas. En cuanto a lo segundo, se dice del hombre desmañado, carente de destreza. Y en cuanto al orden moral, donde se torna más grave y ofensivo, alude a la persona ignominiosa, de costumbres y conducta muy relajadas, siendo sujeto capaz de cometer cualquier bellaquería y bajeza. En este sentido último entiende el término el Marqués de Santillana, mediado el siglo XV, en la siguiente serranilla:


Serranilla de Moncayo,
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades caballero.
Del latín turpis, que equivale a feo, deforme, innoble, ruín e infame; también ha pasado al castellano como desmañado, manazas, rudo, tardo en entender y reaccionar. Es voz muy antigua, encontrándose registrada en el

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