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Kirk Douglas - Yo soy Espartaco

Aquí puedes leer online Kirk Douglas - Yo soy Espartaco texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2012, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Kirk Douglas Yo soy Espartaco
  • Libro:
    Yo soy Espartaco
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2012
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Yo soy Espartaco: resumen, descripción y anotación

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Agradecimientos

En Times Square se oían tañidos de campanas, bocinazos de claxon y gritos de todo el mundo para recibir al Año Nuevo de 2012.

A cinco mil kilómetros de allí, David Bender, mi ayudante de investigación, bajó el volumen de la televisión de mi salón de Montecito, en California. Tenía un papel en la mano. ¿Qué estaba leyendo el día de Nochevieja? Era un prólogo para este libro, escrito por George Clooney, que acababa de llegarnos esa mañana. Yo todavía no lo había visto.

Cuando David terminó de leerlo, me quedé estupefacto. No conozco a George Clooney. Solo he hablado con él en una ocasión, por teléfono. Soy admirador suyo desde que interpretó el papel de médico en Urgencias.

Pero lo que más admiro de George Clooney es cómo utiliza su fabulosa popularidad para apoyar causas humanitarias por todo el mundo.

Le agradezco profundamente sus amables y corteses palabras.

El presidente de Universal, Ron Meyer, y su equipo, concretamente el documentalista Jeff Pirtle, pusieron a disposición de este proyecto los archivos de sus sótanos, sus muebles archivadores y sus corazones. Muchas de las fotografías que aparecen en este libro jamás se habían revelado y se publican aquí por primera vez. El hecho de que lograran siquiera encontrarlas me parece un milagro. Pero, en fin, Ron es un hombre milagro.

Mi responsable de publicidad, Marcia Newberger, me dijo que esta era una historia importante, digna de contarse. Me alegra que fuera tan persuasiva como talento tiene.

Gracias a todas las personas de Open Road Integrated Media, al dinamismo de Jane Friedman, al apoyo de Richard Florest, a la extraordinaria capacidad de Nicole Passage y a mi reflexivo e intuitivo editor, George Hodgman. Gracias por tomar una historia que tiene dos mil años de antigüedad y fue llevada al cine hace más de medio siglo y convertirla en un libro del siglo XXI. Y mi agradecimiento a Jim Kohlberg por ser el primero en presentar este proyecto a Open Road.

Quisiera expresar mi gratitud a Joan Plowright, Dama del Imperio Británico, por proponer que sir Anthony Hopkins grabara las frases que dijo originalmente su difunto esposo, lord Laurence Olivier, para restaurar la célebre escena censurada de «las ostras y los caracoles». Ahora la película se parece mucho más a la que rodamos. Le estoy profundamente agradecido por ello.

La película Espartaco es reflejo del esfuerzo de muchas personas. Es imposible agradecérselo a todas, pero quisiera dar las gracias especialmente a mi productor, Eddie Lewis, que me dio a conocer el libro. Hubo muchos días en que ninguno de los dos pensábamos que la película llegara a estar terminada nunca.

Estoy muy agradecido por la cooperación de Maxine Ducey y el equipo del Centro de Investigación del Cine y el Teatro de la Universidad de Wisconsin, donde están alojados mis documentos personales.

Me alegra que mi esposa, Anne, y nuestra amiga y ayudante desde hace muchísimos años, Fifi, recogieran toda clase de cosas a lo largo de los tres años que costó hacer Espartaco…, lo que acabó convirtiéndose en un inmenso álbum que contiene centenares de recortes procedentes de todo el mundo.

Cuando se escribe la historia de algo que sucedió cincuenta o sesenta años antes, se aprende —y se reaprende— mucho de uno mismo. Mi ayudante de investigación, David Bender, escarbó en todos mis archivos de la Universidad de Winsconsin y Universal Studios, así como en mis propios álbumes. Me ha encantado descubrir lo divertido que ha sido trabajar con él mientras retrocedía en el tiempo para escribir este libro. Su ayuda ha sido indispensable para mí.

Quiero darle las gracias a mi secretaria, Grace Eboigbe, la única persona capaz de transcribir mis palabras orales o escritas. Gracias también a Jeff Conway, John Gavin, Lee Grant, Angel McConnell y Sam Vinal por ayudarme tan generosamente a que este libro se hiciera realidad.

Estoy muy agradecido a mis hijos por su apoyo y su cariño: a Michael y su esposa, Catherine; a Joel y su esposa, JoAnn; y a Peter y su esposa, Lisa. Me acuerdo de Eric todos los días.

Para mis nietos: Cameron, Kelsey, Tyler, Ryan, Jason, Carys y Dylan: el gran papaíto os quiere muchísimo.

KIRK DOUGLAS Ámsterdam Nueva York 1916 Uno de los seis hijos de una - photo 1

KIRK DOUGLAS (Ámsterdam, Nueva York, 1916). Uno de los seis hijos de una familia de inmigrantes rusos, cambió su nombre por el de Isidore Demky en un primer momento, y más tarde sería conocido como Kirk Douglas. Tuvo que trabajar duro para acceder a sus primeros estudios en la St. Lawrence University y más tarde terminó ingresando en la American Academy of Dramatic Art, pagando sus estudios con las ganancias obtenidas en combates de lucha.

Su carrera artística comenzó sobre los escenarios teatrales de Broadway en 1941 hasta que la guerra interrumpe su ascenso (sirvió en la marina entre 1942-1943 y regresó a casa herido). A su regreso, mientras reemplazaba en una obra teatral a Richard Widmark en Broadway, Lauren Bacall se fijó en él y lo recomendó al productor Hal Walis. En 1946 rodó su primera película El extraño amor de Marta Ivers donde dio vida a un político alcohólico. Su primer éxito le llegó con la interpretación de un implacable boxeador en El ídolo de barro (1949). Sin embargo no será hasta la década de los cincuenta cuando se haga famoso entre el público. Luego vendrían títulos como Senderos de Gloria o Cautivos del mal, pero sus mejores películas las rodaría en 1960: Un extraño en mi vida y Espartaco. A partir de 1970 comienza a desarrollar una interesante carrera paralela como productor.

Lo malo de la izquierda americana es que traicionó para salvar sus piscinas - photo 2

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«Lo malo de la izquierda americana es que traicionó para salvar sus piscinas. Somos pocos quienes no hemos traicionado nuestra postura, los que no hemos dado nombres de otras personas»

Orson Welles

Epílogo

«Cuando un hombre libre muere, pierde el placer de vivir; el esclavo, el sufrimiento. La muerte es la única liberación para el esclavo.

Por eso no la teme. Por eso, venceremos».

Kirk Douglas,

en el papel de Espartaco

Regreso de nuevo para tomar aire, esta vez para quedarme. Ha sido muy difícil escribir acerca de algo que sucedió hace más de medio siglo. Uno se sorprende de la cantidad de cosas que ha olvidado y queda fascinado cuando revisa documentos durante la investigación y descubre los millares de detalles que hay implicados en la realización de una película. Es un proceso interesante.

Cuando me senté a escribir este libro, vi Espartaco de principio a fin por primera vez desde 1960. Vi a un joven plantado en la pantalla. Yo era una persona muy distinta hace cincuenta años. No se puede uno imaginar los cambios que se producen en un ser humano cuando envejece. Me sorprendió lo obstinado que era en aquella época y, sin embargo, seguramente fue eso lo que me ayudó a hacer Espartaco.

La gente la ha identificado con el momento en que se acabaron definitivamente las listas negras de Hollywood. Pero, como dije al principio de este libro, yo no pretendía hacer ninguna afirmación con ella; simplemente, estaba tratando de hacer la mejor película que fuera capaz de producir acerca de una historia que me interesaba. Y todavía me interesa.

Lo que Espartaco realmente hizo pedazos fue la «lista de la hipocresía». Muchos guionistas incluidos en ella estuvieron trabajando durante aquella espantosa época; lo único que sucedía es que no podían decírselo a nadie. También tuvieron que aceptar unos salarios que representaban una minúscula parte de lo que ganaban utilizando su nombre real. Imaginen qué efecto causa eso en un hombre; sobre todo, en un hombre dedicado a la creación. Dalton Trumbo me dijo: «Kirk, gracias por devolverme mi nombre».

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