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José de Arteche Aramburu - Legazpi

Aquí puedes leer online José de Arteche Aramburu - Legazpi texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1947, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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JOSÉ DE ARTECHE ARAMBURU Azpeitia Gipuzkoa España 12 de marzo de 1906 - San - photo 1

JOSÉ DE ARTECHE ARAMBURU (Azpeitia, Gipuzkoa, España, 12 de marzo de 1906 - San Sebastián, Gipuzkoa, España, 23 de septiembre de 1971).

A los catorce años de edad hubo de abandonar el Bachillerato para ponerse a trabajar. Es, pues, un literato formado en la más pura autodidaxia vocacional. Hasta los veintiún años no vio publicado su primer artículo pero desde entonces puede decirse que no ha cesado de escribir. Arteche es un trabajador infatigable. A su veintena de obras publicadas («Una inquietud y cuatro preguntas», «San Ignacio de Loyola», «Elcano», «Urdaneta», «Mi Guipúzcoa», «Legazpi», «Caminando», «Mi viaje diario», «San Francisco Javier», «Lope de Aguirre, traidor», «La paz de mi lámpara», «Vida de Jesús», «¡Portar bien!», «Saint-Cyran», «Cuatro relatos», «Camino y horizonte», «Lavigerie», «Siluetas y recuerdos», «Rectificaciones y añadidos», «Discusión en Bidartea», «Canto a Marichu», etc.), hay que añadir varios miles de artículos periodísticos.

Es un escritor bilingüe, se produce en euskera y en castellano, con idéntica facilidad de expedición. Cubre una columna habitual en el semanario vasco «Zeruko Argia», casi desde su misma fundación, y sus trabajos euskéricos, escritos en un lenguaje muy popular y asequible, deliberadamente desprovisto de neologismos y galanuras puristas, gozaron en el lector euskaldun, de gran predicamento y audiencia. Todos los libros de José de Arteche han versado sobre temas o personajes de Vasconia, Dentro de este amplio campo vasco, Arteche ha tocado diferentes géneros literarios, destacando como biógrafo de muchos de los vascos más sobresalientes, como Loyola, San Francisco Javier, Elcano, Lope de Aguirre, Urdaneta, Legazpi, Lavigerie, etc.

Su ensayo sobre Saint-Cyran y el jansenismo vasco —una de sus producciones más logradas y felices, con ediciones reiteradamente agotadas—, constituye un admirable sondeo psicológico del carácter vasco.

A mis buenos amigos PP. Conrado Pérez

y León Lopetegui, SS. JJ. en agradecimiento

a su ayuda bibliográfica

José de Arteche Aramburu, 1947

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

NOTAS Notas 1 Doce años atrás San Francisco Javier envió desde Goa a su - photo 2

NOTAS

Notas

[1] Doce años atrás, San Francisco Javier envió desde Goa, a su regreso del Japón, al P. Simón Rodríguez, provincial de los jesuitas en Portugal, una carta escrita en portugués, en propias manos de dos cristianos japoneses. La carta, al mismo tiempo de descubrir la profunda preocupación sentida por Javier por la triste suerte de los marinos españoles perdidos en los mares del lejano Oriente contiene penetrantes observaciones sobre la psicología de los japoneses. Los acontecimientos bélicos de hoy día, prestan la más viva actualidad a esta información de Francisco Javier, escrita hace cuatro siglos, y de la que extracto unos cuantos párrafos: «Carísimo Hermano mío M. Simón: Allá van Mateo y Bernardo, japoneses de nación, los cuales vinieron conmigo de Japón a India con intención de ir a Portugal y a Roma a ver la cristiandad, para después, tornando a sus tierras, dar fe de lo que verán a los japoneses. Por amor y servicio de Dios Nuestro Señor os ruego, Hermano mío, Maestro Simón, que miréis mucho por ellos, y hagáis cómo tornen contentos, porque con la fe que dieren a sus naturales nos darán mucho crédito. Porque los japoneses tienen para sí, que no hay otros hombres en el mundo como ellos. A esas Islas, llamaron los castellanos Islas Platereas; y dijéronme los portugueses que hallé en Japón, que los castellanos que parten de la Nueva España para Maluco, pasan muy cerca de estas islas; y que si algunos de los castellanos que parten de la Nueva España para descubrir estas islas se pierden en el viaje, es porque dicen los japoneses que por aquella banda por donde los castellanos pueden ir a Japón hay muchas restingas a la mar, y que ahí se pierden. Esta cuenta os doy, Hermano mío Maestro Simón, para que digáis al Rey nuestro Señor, y a la Reina, que por descargo de sus conciencias deberán dar aviso al Emperador, o a los Reyes de Castilla, que no mandasen más armadas por la vía de la Nueva España a descubrir las Islas Platereas, porque tantos cuantos fueren se han de perder, porque, aunque en la mar no se perdiesen, si tomasen las islas, es la gente de Japón tan belicosa y codiciosa, que por muchos navíos que viniesen de la Nueva España, a todos los tomarían; y por otra vía, es tan estéril la tierra de Japón de mantenimientos, que morirían de hambre; y allende de esto, son tan grandes las tempestades en tan grande manera que los navíos no tienen ninguna salvación, si no estuvieren en algún puerto amigo suyo. Empero, como arriba dije, son tan codiciosos los japoneses, que por tomarles las armas y el hato que llevan, los matarían a todos. Esto ya lo tengo escrito al Rey nuestro Señor; pero con sus ocupaciones por ventura no se habrá acordado. Yo por descargo de mi conciencia os escribo esto para que lo acordéis a Sus Altezas; porque es piedad de oír decir que parten muchas armadas de la Nueva España en busca de estas islas Platereas, y que se pierden en el camino: y afuera de estas Islas de Japón no hay otras islas descubiertas en que haya plata».

[2] El padre jesuita Juan J. Delgado terminó el año 1751 una “Historia general sacro profana, política y natural de las islas del Poniente llamadas Filipinas”. El padre Delgado, natural de Cádiz, evangelizó durante toda su vida en el archipiélago filipino. Su voluminoso libro, al par de constituir una obra de raro mérito, es la más documentada geografía de las islas Filipinas y muchas antiguas posesiones españolas en el Pacífico. El padre Delgado, gran observador, conocía a la perfección todos aquellos parajes. Su importante obra no fue publicada hasta el año 1892. —Manila. Imp. de “El Eco de Filipinas” de D. Juan Atayde. Calle Dulumbayan, núm. 4— El misionero gaditano residió en Cebú largos años. A título de curiosidad transcribo de su descripción de esta isla las líneas que siguen, advirtiendo de paso al lector que aún volveré, más adelante, a citar esta tan interesante obra. Dice así de Cebú el padre Delgado: “Concluida la descripción de la isla de Lazan y Manila con todas las particularidades que en sí encierra, se sigue la isla de Cebú, que aunque no es la segunda en grandeza entre todas las Filipmas, lo es ciertamente en la dignidad, por haber sido el primer asiento y colonia de los españoles conquistadores de las islas. Porque habiendo en ella asentado el pie como en firme base, comenzaron a buscar y reducir las islas circunvecinas a la obediencia de la católica iglesia y de la corona de España hasta establecer en Manila la corte y principal ciudad, capital de este archipiélago. Aunque más principalmente se puede decir que es primera en la dignidad por la imagen milagrosa, que en dicha isla fijó su residencia, del santo Niño Jesús, que hallaron los españoles en ella el día de su conquista, siendo hasta el presente el santuario más ilustre de las islas; en las cuales, aunque hay varios y muy devotos, se experimenta sin embargo, que la devoción tiene sus más y sus menos, lo que en este no se ha experimentado; pues siempre ha estado en su auge desde los primeros tiempos, siendo frecuentado y venerado no sólo de los españoles, sino mucho más de los naturales de todas las islas, en tanto grado, que el que logra una camisita o medida del Santo Niño, la estima y guarda cual precioso tesoro para remedio de sus necesidades, recibiendo de ellas señalados beneficios. Por lo cual, podemos con seguridad afirmar que esta devotísima imagen es columna y firmamento de la fe de estos naturales y esperanza de que se conservará íntegra hasta el fin del mundo en todas las islas, dicha fe católica. Guardan el tesoro divino los religiosísimos padres agustinos calzados, desde su descubrimiento y hallazgo, en un hermoso templo nuevamente edificado, y a quienes como antesignanos y primitivos predicadores de la santa fe en este archipiélago fue concedido desde los principios, por cuya razón nadie puede usurparles el título de primicerios en tan sagrada empresa».

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