José Guillén - Constitución y desarrollo
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- Libro:Constitución y desarrollo
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- Año:2000
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Constitución y desarrollo: resumen, descripción y anotación
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José Guillen Cabañero, Nacido en Montalbán (Teruel, España, 1913). Cursó los estudios de la carrera eclesiástica en los Seminarios Conciliares de Zaragoza (1926-1930), Tortosa (1930-1936), Burgos (1936-1938). Es sacerdote de la diócesis de Zaragoza, perteneciente a La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Cursó los estudios de Filosofía y Letras en Zaragoza: cursos comunes (1952-1953) y especialidad de Filosofía y Letras, sección de Clásicas, en Salamanca (1953-1956). En la Universidad salmantina se doctoró, el año 1959, con una tesis sobre «El latín de las XII Tablas».
Constitución del pueblo romano
«Catón solía decir que nuestro Estado superaba a todos los demás por su constitución; en éstos, por regla general, un individuo había establecido, por medio de sus leyes e instituciones, su propia forma de Estado…; nuestro Estado por el contrario fue el producto, no del genio de un hombre solo, sino de muchos; no de la vida de un hombre, sino de varios siglos y épocas…» (Cicerón, Rep. 2, 2).
Se cree que por las regiones en torno del Caspio y del Cáucaso y las cuencas de sus ríos hasta el Volga en la Rusia, vivían próximos dos pueblos sumamente numerosos: los arameos, y el que llamaremos indoeuropeo.
Llega un momento en que el pueblo arameo baja por la Siria hacia el sur, y el pueblo indoeuropeo marcha parte hacia la región Ariana y la India, Persia, Armenia, Asia Menor y parte por las orillas del Caspio y del Ponto Euxino se dirigen hacia el oeste. En diversas oleadas y en tiempos diferentes bajan por la Dacia, la Mesia y la Tracia y se dispersan por Grecia y por sus islas. Otros posteriores bajan desde Mesia, pasan al Asia Menor provocando las guerras de Troya. Otros siguen por las riberas del Danubio, se extendieron por Germania, hasta Lituania y el occidente europeo, o bajando hacia el Adriático, pasan a la Península Itálica.
Poco conocida nos es la ruta ni en el tiempo de la llegada de los latinos, que encontramos situados entre las orillas del Tíber y las montañas de los volscos, región que había sido despreciada por ser terreno volcánico y muy extenso. Está cerrado al este por los volscos y los ecuos por el sureste con el mar, y por el este por los faliscos. El mar Tyrreno tan sólo presenta en sus costas pocos y pequeños puertos, por eso la entrada que ofrece al Tíber es un camino que habrá que aprovechar para el comercio de importación y de exportación.
En este cuadro se extienden majestuosas llanuras recorridas por el Tíber que se precipita de la Umbría y por el Anio que baja de la Sabina.
Aquí es donde se establecen los Prisci Latini, llamados así para distinguirlos de otros pueblos de la misma raza que se habían establecido en otros lugares próximos. Su extensión viene a ser de unos 272 km cuadrados. El país no es enteramente llano. Al pie del monte Albano, el terreno está entrecortado por entrelazadas colinas no muy elevadas, que van habitándose poco a poco por diversas familias.
El pueblo latino está formado básicamente por la familia. Cada familia es un pequeño estado que tiene su jefe, su sacerdote y su juez que es llamado el pater familias. Él, con todos los que de él dependen, forma una tribu rústica. Así por ejemplo la familia Claudia constituyó su propia circunscripción en las orillas del río Anio, y dan su propio nombre a la tierra que habitan y luego vendrán a ser las gentes patricias. Tales serán los Emilios, los Cornelios, los Fabios, los Horacios, los Menenios, Papirios, Romulios, Sergios, Veturios, etc. Algunas familias se extinguieron en un principio como los Camilos, Galesios, Lemurios, Panios, Voltinios, etc.
Cada cantón del Lacio va formándose poco a poco con cierto número de pequeñas aldeas situadas en el mismo lugar y cuyos habitantes pertenecen a las ricas familias (gentes) y constituyen las villas (uici) y las aldeas (pagi). Como cada casa tiene su campo, su territorio alrededor, así cada aldea o villa tiene su término comunal. La conglomeración de pagos o villas forman la ciuitas o populus. Era el grupo de las gentes que no tenía en común más que el forum de la asamblea general y los santuarios comunes en donde los ciudadanos se reúnen cada ocho días para celebrar sus fiestas y reuniones generales, y en un sitio más elevado, el Capitolio, con una fortaleza llamada arx para defenderse mutuamente contra los que vienen a atacarlos. Las casas que rodeaban el arx se llamaban oppidum y si lo circundaban de un recinto lo llamaban urbs (como curuus, orbis).
La primera ciudad de los latinos fue Alba, en una elevada montaña entre el lago di Castello y el monte Cavo. Aprovechando las elevaciones del monte Albano se establecieron en las faldas de los montes las ciudades de Lanuuium, Aricia y Tusculum. Pero Alba estaba demasiado apartada de los caminos para relacionarse con otros pueblos, y por ello a unos 25 km del mar y en unas vegas fecundas por los meandros del Tíber y del Anio y una porción de colinas más elevadas en la orilla izquierda del río se reunieron unos grupos de hombres llamados Ramnes, palabra antigua, que quizás significa «los hombres de la selva o de los bosques». Pero no solamente ellos sino también los Ticios y los Luceres. Cada tribu pudo construir siendo dueño de su propio terreno, pero muy pronto no hubo más que una casa común para el consejo y los magistrados: «El campo romano en primer lugar fue dividido en tres partes por lo cual se llama la tribu de los Titios, de los Ramnes y de los Luceres. Llamados como dice Ennio, Titienses de Tacio, Ramnenses de Rómulo, Luceres, como dice Junio, de Lucamón. Pero todas estas palabras son etruscas según decía Valnio, que escribía tragedias etruscas». Los primeros en poblar estos lugares fueron los Ramnes, de donde procede el nombre de Rómulo. A ellos se unieron los Titios y los Luceres.
Por ser tres estos elementos formativos de la ciudad se llamaron tribus, palabra que pasó a la constitución de Rómulo porque tanto en el ejército, como en el consejo de ancianos, como en la organización del culto todo está representado por una tercera parte de cada tribu formativa. Pero esta opinión según la cual Roma se formó por la cohabitación de tres gentes diversas, de donde procede el nombre de tribus, no tiene mucho fundamento, aunque también se aplica a otras ciudades griegas y latinas, como Mantua, donde había tres tribus y cuatro curias. No podemos imaginar que estas tribus fueran elementos advenedizos, que sin relación alguna entre sí se unieran simplemente por sincretismo. La reciedumbre y la unidad del latín que ellos hablan, no se explica con la posibilidad de que a los Ramnes por ejemplo se les agreguen otros pueblos distintos, como los Ticios y los Luceres. Más bien hemos de creer que cada uno de estos tres son un conjunto latino que por parentesco y unidad buscaron su aposento avencidado al de la otra tribu con unidad de miras.
Concretando algo estos conceptos, los Ramnes eran latinos. Difícil resulta el precisar el origen de los Luceres, pero nada impide ver en ellos un pueblo latino. Sobre los Ticios hay infinidad de escritores que les atribuyen una procedencia sabina. Ellos formaban la llamada confraternidad Ticiana que había instituido y llevado consigo Tito Tacio, como dice Tácito, para conservar las ceremonias sagradas de los Sabinos.
Antes de constituir la ciudad de Roma parece que las tres tribus, los Ramnes, los Ticios y los Luceres, primero separadamente y luego en común, habían ocupado las diversas colinas tiberinas. Tenían sus fortalezas en las cimas de estas colinas y sus aldeas y campos en las llanuras inmediatas que cultivaban.
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