Anexo
Los grabados de las dos primeras ediciones
Índice y comentarios de los grabados de obras de arte nunca antes dadas a conocer
I. Grabados de la primera edición
N.º 1. En la portada se muestran cinco de los célebres siete héroes de la campaña contra Tebas tomados de una cornalina del Museo Stoss, p. 344. Esta piedra, que acaso sea la más rara y apreciada del mundo, se describe en el capítulo tercero (lámina 1).
N.º 2. Antes del título figuran dos cabezas, la de Diomedes y la de Aquiles, aquí tomadas de una base antigua del museo antes citado; ambas tienen su sentido como las imágenes del más prudente y del más valiente de los héroes griegos de Troya (lámina 2).
N.º 3. Después del título figura un relieve con figuras casi de tamaño natural en el que se representa a Belerofonte junto a Pegaso en alusión a un señor que protege, ama y conoce las bellas artes. Esta obra se halla junto a otras siete del mismo tamaño en el Palacio Spada de Roma, y las ocho piezas se usaron en la época dominada por la ceguera, con la cara trabajada hacia abajo, como peldaños de las escaleras de la iglesia de S. Agnese extramuros, y se encontraron cuando en el pasado siglo se hizo una reforma en dichas escaleras (lámina 2).
N.º 4. Al comienzo del prólogo figura un relieve de la villa del cardenal Alejandro Albani cuyas figuras miden dos palmos de altura; se cita también en el capítulo cuarto. Esta representación debió de ser muy estimada por los antiguos, pues se repite muchas veces, y en la mencionada villa hay tres piezas muy semejantes a dicho relieve (lámina 3).
N.º 5. Al final del prólogo figura una cornalina del Museo Stoss, p. 315, n. 6, que representa a Prometeo creando un ser humano, una figura femenina, como dice Hesiodo. Esta piedra alude aquí a los comienzos del arte y por eso se muestra antes del capítulo primero (lámina 3).
N.º 6. El grabado que abre el capítulo primero no muestra un monumento antiguo, sino que es una composición de varios; y ello porque no se encontró ninguna representación que se acomodara al sentido de este capítulo. Se muestran en ella las piezas más antiguas de la escultura y de la arquitectura. El trozo de columna está tomado de un templo de Paestum, de cuyas edificaciones di primera noticia en la introducción a las observaciones sobre la arquitectura de los antiguos. Estos templos debieron de construirse no mucho después de la septuagésimo segunda olimpiada y, según todas las apariencias, son más antiguos que todo lo que en Grecia ha quedado de sus edificaciones. La columna debería ser de curso cónico, cosa que el dibujante no ha observado. La estatua yacente es del más antiguo estilo egipcio, y la esfinge masculina y barbada está tomada de un relieve de barro cocido que se halla en el Palacio Farnesio y al que me he referido en la descripción de las piedras grabadas del Museo Stoss, Préf., p. XVII. El vaso es de los llamados etruscos y representa a dos personajes junto a una tumba o a un recipiente con cenizas; se halla en el museo del señor Anton Raphael Mengs (lámina 4).
N.º 7. De nuevo Prometeo, aquí juntando los miembros del hombre que está formando, en alusión a los comienzos del arte. Esta piedra pertenece también a la colección Stoss (lámina 5).
N.º 8. Al comienzo del capítulo segundo figura la esfinge en el vértice del Obelisco Solar que Augusto hizo llevar a Roma. Se halla fragmentado y muy dañado por el fuego en el lugar donde fue encontrado. Esta esfinge se muestra aquí como una de las obras más antiguas del arte egipcio y es la única de toda la Antigüedad con manos humanas; sostiene un obelisco (lámina 4).
N.º 9. Al final de este capítulo figura una obra que imita a las obras egipcias de los tiempos de los romanos. La obra no existe ya, y se ha tomado de un dibujo del museo del cardenal Alejandro Albani: se estudia en ese capítulo (lámina 6).
N.º 10. Al comienzo del capítulo tercero se muestran tres figuras en relieve, Apolo, Diana y Mercurio, alrededor de un altar redondo; se encuentran en el Campidoglio y pertenecen a un auténtico monumento etrusco, como se indica en ese capítulo (lámina 7).
N.º 11. Tideo, uno de los siete héroes de la campaña contra Tebas; dibujo de una cornalina del Museo Stoss, p. 348. Así como el altar puede considerarse una de las obras etruscas más antiguas, esta piedra puede considerarse uno de los trabajos más bellos de los artistas etruscos (lámina 7).
N.º 12. Al comienzo de la tercera parte de ese capítulo se muestra un vaso campaniforme muy singular del museo del señor Anton Raphael Mengs que representa una parodia del amor de Júpiter y Alcmene que ya he explicado (lámina 8).
N.º 13. La forma de ese vaso mostrada al final de ese capítulo (lámina 8).
N.º 14. Antes de comenzar el capítulo cuarto se muestra una piedra grabada, una de las más bellas de la Antigüedad, para dar un concepto general del arte griego. Representa a Teseo que mira con arrepentimiento y piedad a Laya o Faya, a la que ha dado muerte. Ningún escritor antiguo recuerda este acto excepto Plutarco en su Vida, y sólo de pasada. Esta cornalina se hallaba en el Museo Farnesiano de Nápoles y fue sustraída del mismo hace veinte años (lámina 9).
N.º 15. Al final de la primera parte de este capítulo cuarto figura la cornalina citada en el capítulo anterior, que representa a Peleo, padre de Aquiles, haciendo al río Esperquión, en Tesalia, el voto de entregarle la cabellera de su hijo si regresa sano y salvo de Troya. He puesto el grabado de esta piedra al final de esta parte como monumento del arte más antiguo de los griegos porque, si bien el trabajo es etrusco, el estilo de los artistas de ambos pueblos era muy semejante en los tiempos más antiguos (lámina 9).