Enrique Gacto - La pena de muerte
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- Libro:La pena de muerte
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1985
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La pena de muerte: resumen, descripción y anotación
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«Cuaresma» del duque Galeazzo II Visconti (Pavía 1362) | L A intención del señor es que con los traidores se comience poco a poco. El primer día, cinco garrotazos, el segundo, descanso; el tercero, igualmente cinco garrotazos, el cuarto, descanso; el quinto día, otra vez cinco garrotazos, el sexto, descanso; el séptimo día, también cinco garrotazos, el octavo, descanso; el noveno día se les dará de beber agua, vinagre y cal, el décimo, descanso; el undécimo día, otra vez agua, vinagre y cal, el duodécimo, descanso; el día decimotercero, apretarles dos correas en las espaldas y azotarles, el decimocuarto, descanso; el decimoquinto día se les destrozarán ambos pies, después, andarán sobre garbanzos, el decimosexto, descanso; el decimoséptimo día caminarán sobre garbanzos, el decimoctavo, descanso; el decimonono día serán puestos en el potro, el vigésimo, descanso; el vigésimo primer día serán puestos de nuevo en el potro, el vigésimo segundo, descanso; el vigésimo tercer día se les arrancará un ojo de la cara, el vigésimo cuarto, descanso; el vigésimo quinto día se les cortará la nariz; el vigésimo sexto, descanso; el vigésimo séptimo día se les cortará una mano, el vigésimo octavo, descanso; el vigésimo noveno día se les cortará la otra mano, el trigésimo, descanso; el trigésimo primer día se les cortará un pie, el trigésimo segundo, descanso; el trigésimo tercer día se les cortará el otro pie, el trigésimo cuarto, descanso: el trigésimo quinto día se les cortará un testículo, el trigésimo sexto, descanso; el trigésimo séptimo día se les cortará el otro testículo, el trigésimo octavo, descanso; el trigésimo noveno día se les cortará el miembro, el cuadragésimo, descanso; el cuadragésimo primer día se les atenazará la carne sobre una carreta y luego se les pondrá en la rueda. |
Ejecución de Juan de Cañamas, que atentó contra la vida de Fernando «el Católico» en Barcelona, el día 7 de diciembre de 1492 | E L traidor dañado pareció ser catalán y loco imaginativo y malicioso, y muy mal hombre y de muy mal gesto y figura, y por eso halló el diablo en él morada, y confesó que había envidiado al Rey por sus buenas venturas, y confesó que el diablo le decía cada día a las orejas: «Mata a este Rey y tú serás Rey, que éste te tiene lo tuyo por fuerza…». El traidor fue condenado por la justicia de la ciudad a muy cruelísima muerte; fue puesto en un carro y traído por toda la ciudad, y primeramente le cortaron la mano con que le dio al Rey, y luego con tenazas de hierro ardiendo le sacaron una teta, y después le sacaron un ojo, y después le cortaron la otra mano, y después le sacaron el otro ojo, y luego la otra teta, y luego las narices, y todo el cuerpo le abocadaron los herreros con tenazas ardiendo, e fuéronle cortando los pies, y después que todos los miembros le fueron cortados, sacáronle el corazón por las espaldas y echáronlo fuera de la ciudad, lo apedrearon e lo quemaron en fuego e aventaron la ceniza al viento; llamábase este traidor Juan de Cañamas… (A. BERNALDEZ, «Historia de los Reyes Católicos», cap. 116). |
Ejecución del caballero von Grumbach | E L 18 de abril de 1567, en la ciudad de Gotha, el caballero de Franconia Wilhelm von Grumbach y todos sus seguidores fueron ajusticiados por seis verdugos. Ocho mozos condujeron al caballero, enfermo de gota, al patíbulo; hubieron de llevarlo sentado en una silla. Allí se le desnudó, fue atado a un madero y se le sacó el corazón del pecho, que el verdugo tomó en la mano y puso delante de la cara del ajusticiado, tras golpearle con él en la boca, al tiempo que decía: ¡Mira, Grumbach, éste es tu corazón falso y desleal! Seguidamente, su cuerpo fue descuartizado. Su canciller, Brueck, fue muerto del mismo modo. Un tercero fue decapitado y después descuartizado; otros dos, decapitados y ahorcados, respectivamente. Toda la matanza duró más de dos horas. El espectáculo fue contemplado por una multitud representativa de todo el pueblo: príncipes, condes, hidalgos, guerreros, ciudadanos y campesinos. (K. ROSSA, «La pena de muerte», pág. 202). |
Enrique IV de Francia.
L LEGADO al cadalso fue atado a un instrumento de madera y hierro semejante a la Cruz de San Andrés, y fue encadenado a él por la mano que había empuñado el cuchillo; la mitad de su brazo fue colocada sobre un hornillo con fuego y azufre sin que nada confesara, pero gritaba con tan horribles alaridos como si hubiese sido un diablo, o un alma atormentada en el infierno. Y que los tormentos del infierno pueden ser sentidos sobre la tierra ha sido demostrado con el castigo de este hombre, y aun cuando hubiese merecido diez veces más, la naturaleza humana nos obligaría a tener compasión de su dolor. Después de esto, con tenazas de hierro puestas al rojo en el mismo horno, los ejecutores pellizcaron las tetillas del pecho y los músculos de sus brazos, muslos y demás partes carnosas del cuerpo, cortándole pedazos de carne y quemándolos delante de él; en las mismas heridas le fue después derramado aceite hirviendo, pez y azufre mezclados… Para poner fin a su vida y como última tortura, se dispuso fueran traídos cuatro fuertes caballos para desgarrar su cuerpo en pedazos y separarle los miembros en cuatro cuartos… Pero su carne y sus articulaciones estaban tan fuertemente unidas que de ningún modo pudieron ser separadas, hasta el punto que uno de los caballos desfalleció lo que, visto por un mercader de París, ofreció uno suyo de gran fuerza. A pesar de lo cual fue preciso cortar la carne de las articulaciones de los brazos y muslos con una afilada navaja de afilar, con lo que fue posible descuartizarlo. (E. CUELLO CALON, «La moderna penología», pág. 182, nota 1). | Ejecución de François Ravaillac, que mató a Enrique IV de Francia el 14 de mayo de 1610 |
M ONEDA es cosa con que mercan e biven los omes en este mundo. E por ende non ha poderio de la mandar fazer si non Emperador o Rey, o aquellos a quien ellos otorgan por la fazer, faze muy gran falsedad e grand atrevimiento… E porque de tal falsedad como esta viene gran daño a todo el Pueblo, mandamos que qualquier que fiziere falsa moneda de oro o de plata, o de otro metal qualquier, que sea quemado por ello de manera que muera… Esso mismo deve ser guardado en los que tinxeren moneda, que tenga mucho cobre porque pareciesse buena; o que fiziessen alquimia, engañando los ornes en fazerles creer lo que non puede ser según natura. (Partidas 7. 7.9). | Falsificación de moneda |
Miguel Servet.
E RA mediodía; Servet yacía con la cara en el polvo, lanzando espantosos aullidos. Después se arrodilló, pidió a los circunstantes que rogasen a Dios por él y se puso en manos del verdugo, que le amarró a la picota con cuatro o cinco vueltas de cuerda y una cadena de hierro, le puso en la cabeza una corona de paja untada de azufre y lado un ejemplar del Christianismi restitutio. En seguida, con una tea, prendió fuego en los haces de leña, y la llama comenzó a levantarse y envolver a Servet. Pero la leña, húmeda por el rocío de aquella mañana, ardía mal, y se había levantado, además, un impetuoso viento que apartaba de aquella dirección las llamas. El suplicio fue horrible: duró dos horas, y por largo espacio oyeron los presentes estos desgarradores gritos de Servet: «¡Infeliz de mí! ¿Por qué no acabo de morir? Las doscientas coronas de oro y el collar que me robásteis ¿no os bastaban para comprar la leña necesaria para consumirme? ¡Eterno Dios, recibe mi alma! ¡Jesucristo, hijo de Dios eterno, ten compasión de mi!» |
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