AGRADECIMIENTOS
Este manual, como cualquier otro proyecto arqueológico, no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas. En primer lugar nos gustaría agradecer a todos aquellos que nos aconsejaron y prestaron su ayuda durante la elaboración del manual. En particular queremos agradecer a Val Attenbrow por sus sabios consejos sobre la propuesta inicial, así como a Tessa Corkhill, Richard Fullagar y Alice Gorman. Wendy Beck, Sandra Bowdler, Yolanda Carrión, Jaume Coll, Pablo García-Borja, Jay Hall, Gary Jackson, Matthew Kelly, Ian Lilley, Bernat Martí, Consuelo Mata, Dídac Román, Peter Veth, Jaime Vives y Valentín Villaverde nos hicieron comentarios detallados sobre diversas partes del manuscrito. Sus consideraciones han sido, sin duda, de gran ayuda.
En segundo lugar queremos agradecer a todos aquellos que contribuyeron a este manual con sus recomendaciones de campo: Ernestina Badal, Jane Balme, Joan Bernabeu, Yolanda Carrión, Rosario Cebrián, Jaume Coll, Aedeen Cremin, Bruno David, Iain Davidson, Agustín Díez, Pablo García-Borja, Denis Gojak, Manuel González Morales, Alice Gorman, Nicky Horsfall, Wayne Johnson, Xavier Mangado, Juan March, Ramiro Javier March, Bernat Martí, Carlos Mazo, Mike Morwood, Robyn Najar, José Pérez Ballester, Manuel Pérez Ripoll, Jack Radley, Pere Pau Ripollès, Dídac Román, June Ross, Juan Salazar, Begoña Soler, David Schmitt, Stephen Sutton, Pilar Utrilla, Valentín Villaverde, Jaime Vives-Ferrándiz y Joe Watkins.
Aidan Ash, Ernestina Badal, Yolanda Carrión, Agustín Díez, Consuelo Mata, Rosario Cebrián, M.ª Jesús de Pedro, Sergio Ripoll, Dídac Román, Juan Salazar, Matt Schlitz, Mark Staniforth y Valentín Villaverde nos cedieron amablemente sus fotografías. Finalmente nos gustaría agradecer a todos los alumnos de las asignaturas ARCH3302: Field Methods in Australian Archaeology de los años 2002 a 2007 y Prácticas de cultura material y arqueología de campo en Prehistoria de los años 2002 a 2004. Este libro fue desarrollado mientras impartíamos esas asignaturas y sus opiniones y sugerencias nos ayudaron a aclararnos las ideas y a mejorar nuestras clases y publicaciones.
Esta publicación no hubiera sido posible si no nos hubiéramos conocido a través de Meg Conkey. Por tanto, Meg, gracias.
Otros muchos contribuyeron a esta publicación de forma indirecta, como Jimmy Smith e Isabel Domingo.
Finalmente, nuestro objetivo como arqueólogos es aprender sobre las poblaciones pasadas por medio del estudio de los restos materiales que fabricaron y utilizaron y que han llegado hasta nosotros. Pero no sólo los objetos (los restos materiales) son importantes, sino también el lugar en el que aparecen (los yacimientos) y el resto de materiales o evidencias arqueológicas junto a los que aparecen (el contexto). Un objeto puede aportar poca información por sí mismo y suele ser el contexto el que realmente aporta información sobre el comportamiento y las actividades que llevaron al objeto al lugar en el que lo encontramos. Por tanto, lo más importante en el trabajo arqueológico es prestar atención al contexto.
Este manual está especialmente dedicado a todos los que han compartido con nosotras el trabajo de campo y la pasión por la arqueología: profesores, compañeros y alumnos, y sobre todo a los que ya no están (especialmente a Juan Miguel Pérez Gil, que nos dejó el mismo día que se envió este libro a la editorial).
PRÓLOGO
No son muchos los manuales de arqueología de campo disponibles en España para los estudiantes de Arqueología. Más bien puede afirmarse que las publicaciones en castellano sobre el método arqueológico, entendido como los procedimientos de recuperación y análisis de los materiales arqueológicos empleados para obtener la información que la Arqueología utiliza para su síntesis histórica, están escasamente presentes entre los manuales universitarios al uso. Un repaso a aquellos títulos habitualmente citados en las orientaciones bibliográficas de los cursos universitarios nos sitúa ante libros anticuados e incluso descatalogados, pues la edición original remite a mediados del pasado siglo, o ante trabajos que tratan sólo de determinados aspectos del método arqueológico (el sistema de excavación, el estudio del material lítico, el tratamiento estadístico o informático de los datos, etc.). La situación no es la misma en el ámbito de lengua inglesa, donde abundan este tipo de manuales, muy vinculados en ocasiones a la propia actividad de campo de regiones dotadas de una cierta especificidad en su propio registro arqueológico, es decir, con una secuencia arqueológica distinta de la que van a encontrar los arqueólogos de nuestro país.
Esta situación resulta sorprendente cuando se valora al hilo de la importancia que en los últimos años han ido adquiriendo los trabajos arqueológicos en el ámbito español o cuando se manejan las cifras de estudiantes que a lo largo de los últimos años han configurado un perfil formativo, dirigido a su especialización en torno a las materias relacionadas con las áreas de Prehistoria y Arqueología dentro de la licenciatura de Historia. Nuestro país posee un rico patrimonio arqueológico que incluye yacimientos que abarcan desde la más remota prehistoria paleolítica hasta la arqueología medieval e industrial, y tanto la actividad investigadora como la denominada arqueología de salvamento están diariamente en primera plana de la actividad profesional e investigadora y su impronta se deja notar en los medios de comunicación.
Verdaderamente útiles desde una perspectiva historiográfica, libros como los de Introducción a la Arqueología de V. Gordon Childe, la Arqueología de campo de M. Wheeler o la Introducción a la arqueología prehistórica de F. Hole y R. F. Heizer resultan en la actualidad inapropiados como manuales para familiarizarse con la práctica y la metodología arqueológica. Los métodos y las técnicas de prospección, excavación y análisis y las herramientas utilizadas han cambiado sustancialmente y esos trabajos, magníficos en otros aspectos, no son sensibles a los problemas éticos que la práctica arqueológica conlleva en la actualidad. Mientras que entre los manuales de edición más reciente tan sólo podemos citar el de Teoría y Método en la Arqueología, de V. M. Fernández Martínez, o la Guía práctica de arqueología, de J. McIntosh. En el primer caso se trata de un libro cuyo contenido se reparte entre la metodología y la teoría, quedando en lo esencial la primera reducida a la excavación y la recuperación de los datos, mientras que en el segundo estamos ante un manual de corte más divulgativo, donde se entremezclan los ejemplos y la metodología, pero sin una excesiva profundización en la misma.