Prólogo
En octubre de 2011, en un momento en el que la crisis afectaba con especial crudeza a la economía española, tuve la oportunidad de participar en una jornada organizada por la Cámara de Comercio de Granada en su 125 aniversario dedicada a la internacionalización. Eran tiempos, lo venían siendo desde hacía ya años, en los que la idea de la globalización se situaba en primera línea del debate público, con todas sus ramificaciones políticas, económicas y empresariales.
Pues bien: el debate sigue manteniendo hoy por hoy completa vigencia. También, lamentablemente, los efectos en España de esta crisis tan especial, tan novedosa, que rompe con los parámetros conocidos de las habituales crisis cíclicas, para erigirse en la de mayor gravedad en Occidente en casi todo un siglo.
Al hilo del debate en torno a la globalización y de la incidencia sobre España de la crisis económica, la cuestión de la internacionalización de nuestras empresas adquiere una importancia capital, tanto en 2011 como en el momento presente, sólo que ahora su carácter es de mayor urgencia, y lo será cada vez más si no se adoptan las decisiones y medidas pertinentes.
«Internacionalización: ¿capricho o necesidad?» fue el título, con transparente vocación de incitar al debate y la reflexión, que elegí para aquella ponencia. Me congratula comprobar que esa pregunta recibe inequívoca y meditada respuesta por parte de profesionales tan vinculados a nuestro tejido empresarial como Josu Ugarte.
Explicaba yo en la mencionada ponencia que los sectores que permitirán la reactivación son los vinculados a la demanda exterior, dadas las evidencias de debilidad de nuestra demanda interna; una debilidad que no tiene ningún viso de solucionarse en el corto plazo. Concluía, en consecuencia, con la idea de que la internacionalización es clave para la supervivencia de nuestras empresas. Me autocito: o somos internacionales o no vamos a ser nada. Internacionalización o muerte, éste es el mundo en el que estamos.
Con esto lo que quise decir es que no se trata sólo de exportar, que es muy importante, sino que también hay que establecerse fuera y, algo básico, hacerlo de forma estable.
Ésta es también la idea nuclear que desarrolla con rigor y profundidad Josu Ugarte, aportando suficientes pruebas de que nada más lejos del capricho que esta necesidad urgente de internacionalización.
Y lo hace desde una posición privilegiada: con una dilatada y contrastada experiencia exterior, actual presidente de Mondragón Internacional, Josu Ugarte viene siendo testigo de excepción de los cambios y tendencias que se están produciendo en este mundo globalizado. Nos aporta, por tanto, la experiencia de uno de los grupos empresariales estatales que mejores resultados están obteniendo en estos tiempos convulsos, por lo que su enfoque supera la dimensión más teórica, bajando al terreno de juego: nos ofrece datos, cifras, realidades que corroboran sus tesis; acude a los orígenes, observa tendencias, prevé el futuro; y algo muy importante, toma en consideración la dimensión humana, la empatía, el multiculturalismo.
Con el ilustrativo título de España está en crisis. El mundo no, entendemos muy bien que no existe realmente una crisis global, puesto que Asia, África y América del Sur están en periodo de crecimiento. El centro de gravedad se ha desplazado hacia el este y hacia el sur; China, Brasil, India, Rusia, Turquía, Sudáfrica… El mundo se ha desoccidentalizado y nos ha pillado por sorpresa. Los europeos cada vez pintamos menos y, tras cinco siglos de clara hegemonía occidental, el escenario ha quebrado. En el nuevo escenario nos hemos vuelto periféricos, y este cambio nos va a afectar en todos los sectores y niveles. Y se trata de cambios muy acelerados que demandan respuestas en consonancia.
Hay que señalar que Ugarte coloca el énfasis de su enfoque sobre la pequeña y mediana empresa y sobre el sector industrial, lo cual resulta de especial interés dada nuestra realidad competitiva. Tanto empresas grandes como pequeñas se verán en la exigencia de salir al exterior, pero siendo los que son nuestro tejido empresarial y nuestra particular posición competitiva, la pyme industrial se ubica en el centro de la cuestión.
Se trata de un agente, además, particularmente sensible, que demanda medidas y ayudas para actuaciones que por sí mismo les resultaría muy difícil emprender. De ahí el particular valor de un ensayo como el presente, en el que no sólo se supera la dimensión meramente teórica con el complemento de constataciones empíricas: también se apuesta por la acción.
Y la acción significa superar incluso el concepto de internacionalización para hablar de transnacionalización y de multilocalización, así como de los servicios avanzados y estratégicos que las favorezcan; es decir, las herramientas que hayan de permitir a las empresas abordar el proceso de internacionalización de manera más profesional y con posibilidades de éxito a corto y largo plazo.
Ugarte se dirige así a quienes ejercen responsabilidades en las pequeñas y medianas empresas industriales españolas, y con particular vehemencia lanza sus recomendaciones hacia la Administración Pública, ya que, en palabras textuales, «sin el soporte público necesario para impulsar las palancas que vamos a proponer, difícil será que la pyme española pueda sobrevivir».
Falta que el guante lanzado sea recogido. En un reciente artículo en prensa firmado conjuntamente con Jordi Sevilla decíamos que los cambios y transformaciones a realizar en España para salir cuanto antes y con bien de la difícil situación por la que atravesamos son muchos y de gran importancia, y que necesitamos elaborar un Plan Estratégico de país como parte de la solución.
La propuesta que aquí se presenta puede, y debe, formar parte del mismo, porque estoy plenamente convencido de que una parte significativa de nuestra economía está preparada para crecer en cuanto se den las circunstancias adecuadas. Padecemos también una crisis de autoestima, pero esa crisis depende de nosotros mismos; superémosla y pongámonos manos a la obra.
J OSEP P IQUÉ
Introducción
Con este ensayo pretendemos ofrecer una respuesta a la actual crisis desde la perspectiva de la internacionalización de la pyme, al fin y al cabo, uno de los principales graneros de empleo del país. Y queremos hacerlo invitando al lector a compartir con nosotros una lectura de la globalización diferente a la que se puede escuchar y leer habitualmente en los medios de comunicación.
Creemos que la propuesta puede interesar a todo el público preocupado por la realidad que vivimos e interesado por el impacto de la globalización sobre la competitividad de la empresa española. En especial, queremos poner en común nuestra visión con quienes ejercen trabajos de responsabilidad en las pequeñas y medianas empresas industriales españolas y, con particular énfasis, dirigimos nuestras recomendaciones a la Administración Pública, pues estamos convencidos de que, sin el soporte público necesario para impulsar las palancas que vamos a proponer, será difícil que la pyme española pueda sobrevivir.
La globalización está provocando cambios inimaginables y extraordinariamente veloces, y sin capacidad corporativa de primer nivel, las pymes españolas serán barridas del panorama internacional. Solamente una profunda comprensión de estas consecuencias permitirá estructurar soluciones que, por sí solas, las pymes nunca alcanzarían.