La horizontalidad en las instituciones de producción de conocimiento: ¿Perspectiva o paradoja?
© Sarah Corona Berkin. Coordinadora
Primera edición noviembre de 2022, Ciudad de México, México
© CALAS
Parres Arias No. 150
45132, Zapopan Jalisco
México
www.calas.lat/es
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano
© Editorial Gedisa Mexicana, S.A.
Tepeji No. 86, Col. Roma Sur
06760, Ciudad de México, México
www-gedisa-mexico.com
ISBN: 978-607-8866-24-3
IBIC: JNF
Impreso en México / Printed in Mexico
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.
Conversión gestionada por:
Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it® 2022.
+52 (55) 52 54 38 52
www.ink-it.ink
Índice
Sarah Corona Berkin y María del Carmen de la Peza Casares
Gabriela Sánchez Gutiérrez y Raúl Cabrera Amador
Renée de la Torre
Jochen Kemner
María del Carmen de la Peza Casares
Mario Andrés De Leo Winkler
Beatriz Nogueira Beltrão y Carlos Alberto Navarrete
Mario Rufer y Maai Ortiz
María G. Lugones
Sarah Corona Berkin
David Bak Geler
Sarah Corona Berkin María del Carmen de la Peza Casares
Este libro surgió como resultado de un diálogo entre las y los autores sobre el tema “Las culturas institucionales y la producción de conocimiento horizontal en América Latina”. Los objetivos que nos congregaron fueron las realidades concretas, los retos y las perspectivas para la construcción horizontal del conocimiento en las instituciones que de alguna manera conocíamos. Encontramos dos ejes que organizaron nuestra discusión: por un lado, sabíamos que las instituciones no eran naturalmente horizontales y, entonces, ¿por qué cuestionarlas desde la horizontalidad? Quedaba claro que no buscábamos justicia, ni igualdad de oportunidades, ni transformarlas en organizaciones holocráticas. Nuestro interés fue visibilizar la producción de conocimiento emergente que subyace a las instituciones jerárquicas y que no siempre se reconoce o aprovecha. En segundo lugar, en la práctica, buscamos reconocer los límites institucionales que facilitan o entorpecen y limitan la producción de nuevo conocimiento.
Intentaremos mostrar que para generar nuevo conocimiento que pueda enfrentar las múltiples crisis sociales que nos embisten, es necesario incorporar al tema de la investigación en Ciencias Sociales y Culturales el verbo transitivo horizontalizar. Lo que sigue desea compartir como meta, como horizonte, una nueva manera activa de investigar, que desde la igualdad discursiva de todos los implicados en un problema transforme el conocimiento social pero también las relaciones entre las personas.
Llama la atención que el malestar social en la esfera pública —presente de manera clara en las manifestaciones, las marchas, las exigencias jurídicas, morales, etcétera—, no incluye la crítica a la organización y el manejo de las instituciones que producen conocimiento. Dentro de las instituciones se pueden encontrar críticos, luchadores sociales y activistas que salen a la calle, se organizan, manifiestan, gritan, desafían al poder y a las autoridades… y entonces ¿por qué el silencio hacia adentro? Tampoco se observa la crítica a las instituciones que si bien no tienen como meta explícita la producción de conocimiento, sí producen hallazgos nuevos y aportes en el campo del conocimiento de lo social. En otras palabras, desde las instituciones poco se escucha de la crítica sobre sus propios procesos de producción y reproducción de conocimientos y su papel en la reproducción del orden social existente.
Las y los autores de este libro somos profesores e investigadores, todos con experiencia en la docencia y en la producción de conocimiento. Sarah Corona Berkin inició desde hace más de veinte años la reflexión sobre la necesidad de establecer relaciones horizontales con los sujetos de investigación a partir de la interpelación que le hicieran las comunidades wixáritari, con quienes realizó los primeros trabajos de diálogo horizontal de saberes. En 2010 organizó una primera reunión para pensar los métodos horizontales en las investigaciones sociales y culturales que dio lugar a la creación de la Red de Producción Horizontal de Conocimiento (http://www.calas.lat/es/investigacion/america-latina-en-la-sociedad-global-de-conocimiento), en la que algunos autores de este libro participan. Esta última convocatoria reúne investigadoras e investigadores que tienen experiencia vinculada y, de algún modo, determinada por instituciones de gestión de la investigación. Instituciones burocráticas que, de manera silenciosa, imponen normas de operación, selección y criterios de evaluación que determinan de distintas formas los resultados de las investigaciones sobre las que es necesario hacer un trabajo autorreflexivo para producir conocimiento nuevo.
Todas y todos somos conscientes de los límites que imponen las instituciones para producir nuevo conocimiento. En la investigación en contextos institucionales que ven con desconfianza el tema de la horizontalidad, podemos observar los límites que imponen dichas instituciones para afrontar los problemas que atañen a los investigadores comprometidos. En algunos casos, la desconfianza se traduce en más reglas, o trámites burocráticos, o simplemente en camisas de fuerza definidas como “aquí así se hace”, limitando la producción de formas diversas y alternativas de resolver problemas que aquejan el espacio público.
El orden social no es natural a las cosas y claramente no deriva de las leyes de la naturaleza. En otras palabras, el orden existe mientras el ser humano lo produzca y las instituciones son la prueba. Todo acto que se repite y se vuelve hábito, genera pautas que aligeran el esfuerzo de tomar decisiones y actuar de una manera u otra. Esas acciones institucionalizadas llegan a sedimentarse y a definir formas de actuar (Scott, 1995; Waltzer, 1999; Berger y Luckmann, 2001; Sassen, 2015). La parte más familiarizada de la actividad humana se desarrolla en conformidad con su institucionalización. Mientras más habituada sea una forma de enfrentar la vida institucional, más se inclinará cada uno a lo que aprendió y actuará sin pensar más. Porque la institucionalización ofrece precisamente esos procedimientos operativos, esas palabras que nombran y permiten reconocer el mundo y moverse de una manera “económica” en la vida cotidiana.
La organización basada en jerarquías, y el establecimiento de fuertes líneas de autoridad y control, hace que la institucionalización funcione a partir de acciones que están tipificadas a la vez que tipifica a los actores, “la institución establece que las acciones del tipo X sean realizadas por actores del tipo X” (Berger y Luckmann, 2006, 74). Así, las instituciones para controlar el comportamiento humano producen controles que dejan pasar a algunos y no a otros, incluyendo a unos y excluyendo a otros, dando voz a ciertos conocimientos y limitando a otros.
Sara Ahmed (2012) se pregunta, ante esos controles institucionalizados ¿cómo podría la diversidad de miradas participar en la creación de una institución que afronte el racismo, las desigualdades y la exclusión de las personas? En diálogo con su pregunta, agregamos ¿cómo la fuerte institucionalización de la producción de conocimiento puede transformar los hábitos, las sedimentaciones, que excluyen unos saberes e incluyen a otros? ¿Cómo se puede generar nuevo conocimiento que haga sentido a todos?