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Mihura Miguel - La Bella Dorotea

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    La Bella Dorotea
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La Bella Dorotea: resumen, descripción y anotación

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LA BELLA DOROTEA Miguel Mihura ACTO PRIMERO CUADRO PRIMERO Pequeña - photo 1


LA BELLA DOROTEA

Miguel Mihura ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO

Pequeña salita, con aire acomodado, pero pueblerino, en casa de DOROTEA. En el lateral izquierdo, en primer término, una puerta que está cerrada. Junto a esta puerta, en segundo término y haciendo chaflán, un balcón con postigos y cortinas. En el paño del foro, una puerta que da a un pasillo. Otra puerta en el lateral derecho. Y en primer término de este lateral, una gran cómoda.

Junto a la cómoda, una mecedora. Y, a la izquierda, un gran ventanal rodeado de tres sillas. Algún mueble más repartido por la habitación. Cromos, litografías y algún retrato en las paredes. Es de noche, y los apliques de luz, y algún quinqué, están encendidos. (Al levantarse el telón están en escena BENITA, INÉS Y REMEDIOS. Son tres señoritas del pueblo, más bien jóvenes, visten de negro y llevan velitos sobre la cabeza. INÉS y REMEDIOS llevan también paraguas. Se escucha un ruido atroz de lluvia y tormenta.) BENITA.- Pues parece que va sentando el tiempo.

INÉS.- Sí, eso parece.

BENITA.- Como que yo creo que va a aclarar.

REMEDIOS.- Pues no me chocaría.

INÉS.- Y a lo mejor hasta sale el sol. (Y se levanta y va hacia el balcón y m ira, levantando el visillo.) \

REMEDIOS.- No creo que salga. ¿A dónde va a ir con este día?

INÉS.- ¡De todos modos aquí, en el mes de agosto, una tarde buena siempre h ace!

BENITA.- Como que es el mejor mes... Porque lo que es julio ¡Madre mía!

REMEDIOS.- Cuando hizo mal tiempo fue ayer.

INÉS.- La galerna fue lo antipático.

REMEDIOS.- Como que el veraneante por poco si se ahoga...

BENITA.- Pero nos queda otro, ¿no? INÉS.- Quiá! Se nos volvió a Madrid antes de ayer, "acatarrao". El día del granizo. (Y se sienta de nuevo junto a sus amigas.) BENITA.- Es que vaya un granizo que cayó, Inés.

REMEDlOS .- Como que a mi padre se le espantó la mula.

INÉS.- ¿La negra?

REMEDlOS.- Entreverada.

BENITA.- Es que esa mula es muy asustadiza.

INÉS.- Lo ha sido siempre desde pequeña.

REMEDlOS.- El veterinario dice que lo que le pasa a esa mula es que tiene n o sé qué cosa de inferioridad.

INÉS.- Pues no me extrañaría.

REMEDlOS.- Las mulas, ya se sabe. Siempre tienen problemas.

(Se abre la puerta de la izquierda y aparece DON MANUEL. Unos sesenta y tantos años. Lleva puestos unos pantalones negros, sujetos con tirantes sobre la camisa. Pasa ante las chicas, que se levantan, y se dirige ala cómoda.)

DON MANUEL.- Buenas...

REMEDIOS, BENITA e INÉS.- Buenas.

(DON MANUEL abre un cajón y revuelve todo, buscando algo que no encuentra. ) BENITA.- Estará usted nervioso, ¿verdad?

(DON MANUEL, como contestación, emite una especie de gruñido sin

significado. )

INÉS.- Es que es para estarlo, don Manuel, diga usted que sí. REMEDlOS.- Mi padre, el pobre, también es muy nervioso.

BENITA.- Yeso que no se ha visto nunca en este trance, Reme.

(DON MANUEL, después de revolver todo, no encuentra lo que busca, y vuelve a hacer mutis por la puerta de la izquierda, que deja cerrada, no

sin antes despedirse de las chicas.)

DON MANUEL.- Adiós...

LAS TRES.- ¡Adiós!

(Y cuando DON MANUEL ha desaparecido, las tres mujeres vuelven a sentarse y hablan en voz baja.) BENITA.- ¿Os habéis fijado?

INÉS.- Ya me lo imaginaba yo.

REMEDIOS. - Está deshecho...

BENITA.- Y es que es para estarlo.

INÉS.- Menudo trance.

(Se escucha un trueno espantoso.)

REMEDlOS.- Parece ser que arrecia.

BENITA.- Sí, un poquitín quizá.

(Y se levanta y mira a través de los visillos del balcón.)

REMEDIOS. - Pues si aquí tenemos mal tiempo, figúrate el que tendrán en

Madrid.

INÉS.- Para qué te voy a contar.

BENITA.- Como que yo no sé cómo pueden vivir en aquel sitio.

REMEDlOS.- Que son unos suicidas, Beni.

INÉS.- Claro, que así les va...

BENITA.- Y después llega aquí el veraneante y se queja de que no sale agua d el jarro...

INÉS.- Si no la gastasen toda en Madrid...

REMEDlOS.- En vicios, además.

BENITA.- ¿Cómo que en vicios? ¿Pues no te dije que el veraneante que se acatarró me preguntó un día si aquí había cucaña?

(Y se sienta otra vez junto a sus amigas.)

REMEDlOS.- Figúrate. ¡Como si aquí fuésemos a pensar en esas indecencias! INÉS.- Aquí se viene a tomar el sol, y nada más.

BENITA.- Y a ver la procesión, que tiene fama.

(Por la puerta de la izquierda entra DOÑA RITA, la tía de DOROTEA.

Unos cuarenta y cinco años. Va en bata y zapatillas y también se dirige

a la cómoda, en donde busca algo en los cajones.)

DOÑA RITA. - Buenas.

LAS TRES.- (Levantándose.) Buenas...

REMEDlOS.- Nerviosa, ¿no es verdad?

(RITA no contesta.)

INÉS.- Es que es para estarlo, claro.

BENITA.- ¡Menudo trance!

REMEDlOS.- ¡Y cuando los nervios se desatan!...

INÉS.- Es que no hay manera de contenerse...

REMEDIOS.- Yo siempre digo que los nervios dan muchos disgustos, ¿no es v erdad, doña Rita?

(Doña RITA no encuentra lo que busca en la cómoda y hace mutis por

donde entró, despidiéndose de pasada de la visita.)

DOÑA RITA.- Adiós.

LAS TRES.- Adiós.

(Y vuelven a sentarse y a murmurar de nuevo.)

INÉS.- Esta es la peor de la familia. Porque don Manuel, el padre de Dorotea, es repulsivo, pero al fin y al cabo tiene dinero y ha sido concejal. Pero en cambio la hermana, desde que se quedó viuda es una parásita y no tiene donde caersemuerta.

REMEDIOS.- ¡Pues hay que ver cómo presume!..

BÉNITA.- ¡Nos ha mirado como una reina!

REMEDIOS.- Yo creo que, a lo mejor, es que están molestos porque hemos venido de visita tan temprano...

(Suena, lejana, la campana del reloj de una iglesia.)

INÉS.- ¿Temprano, y son las seis y cuarto de la mañana?

BENITA.- ¡Pero hija, si ya está amaneciendo...!

(Entra ROSA por la puerta de la derecha. Es la criadita de la casa. Sencilla. Tranquila. Un poquitín guasona. Va también a buscar algo enla cómoda.)

ROSA.- Hola.

BENITA.- Hola, Rosa.

ROSA.- ¿Están ustedes esperando aún?

INÉS.- Pues claro que sí. ¡Como todavía no ha salido la señorita!...

ROSA.- (Extrañada.) ¿Que no ha salido? ¡Pues eso sí que es raro!

REMEDIOS.- ¿Cómo puede tardar tanto en arreglarse?

ROSA.- Cualquiera sabe si se estará arreglando. A lo mejor no se ha despertado todavía... ¡Como ella es así!...

BENITA.- (Irritada.) ¿Vas a decimos que no se ha despertado todavía?

INÉS.- (Igual.) ¿Es que pretendes burlarte de nosotras?

ROSA.- Pues yo por la casa no la he visto.

REMEDIOS.- Pues mira a ver si la ves.

INÉS.- y dile que estamos nosotras aquí

ROSA: .- (Cerrando el cajón que había abierto.) Bueno. Pues daré una vuelta. Me voy a llegar hasta su alcoba, a ver...

(Y va, hacia la puerta del foro, pero BENITA la llama.)

BENITA.- ¡Oye!

ROSA.- ¿Qué?

BENITA.- Estarás nerviosa, ¿verdad?

ROSA.- ¿Nerviosa yo?

REMEDIOS.- Si quieres tanto a tu señorita, es para estarlo.

INÉS.- y habrá que ver ella...

ROSA.- (Displicente.) Bueno... cuando ustedes lo dicen...

(Y, muy tranquila, hace mutis por la puerta del foro.)

INÉS.- ¿Pero habéis visto? Esta si que es rácana...

BENITA.- Y que no hay quien le saque nada.

REMEDIOS.- Es que en esta familia es rara hasta la criada...

INÉS.- ¿Y qué buscarán tanto en la cómoda?

REMEDIOS.- No sé. A lo mejor es que hay ratones...

(Nuevamente se escucha dentro la voz de ROSA y los golpes que está dando en una puerta.) ROSA.- (Dentro.) ¡Señorita Dorotea! ¡Señorita Dorotea!

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