Annotation
"“Bienaventurados aquellos que profanan porque de ellos será el Reino de las Tinieblas. Bienaventurado aquel que repudia a Dios, porque de él serán los secretos del lado oscuro.” No todo festival se desarrolla con ánimo festivo, ni toda blasfemia se pronuncia en vano. A esto viene el Festival de la Blasfemia. Quien tenga las agallas para transitar esta historia inquietante, que tome este libro. Quien no tema las remembranzas de imágenes escamosas, que lea estas páginas. Quien se atreva a atesorar esta obra en su biblioteca, que no se pierda la primera Ópera prima de terror publicada de Dross Rotzank."
El festival de la blasfemia
El festival de la blasfemia
Dross
Ilustraciones de María Fernanda Tricca
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Dross
El festival de la blasfemia / Dross. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Temas de Hoy, 2016.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-730-118-6
1. Literatura Infantil y Juvenil. 2. Redes Sociales. 3. Personajes. I. Título.
CDD 863.9282
© 2016, Ángel David Revilla
Diseño de cubierta: Juan Ventura
Ilustraciones de interior y cubierta creadas para
Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. por María Fernanda Tricca
Diseño de interior: Paul Vinueza
Todos los derechos reservados
© 2016, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Publicado bajo el sello Planeta®
Independencia 1682 (1100) C.A.B.A.
www.editorialplaneta.com.ar
Primera edición en formato digital: mayo de 2016
Digitalización: Proyecto451
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-730-118-6
Te lo dedico a ti, lector, que me alentaste a nunca abandonar la escritura, aun cuando mis videos estaban teniendo éxito.
No tienes idea del orgullo que significa que estés por leer un libro por el que hace cien años nos hubieran colgado de los huevos, a mí por escribirlo (y a ti por leerlo).
Esta historia está 100% basada en
hechos reales XDDDD.
Me cago en Dios, vamos a empezar por ahí.
Me cago en mis padres, me cago en mis hermanos y en el resto de mi familia. En mi vecino y su perro, en el que pasa con el auto por la calle de enfrente. Me cago en el prójimo y además me cago en ti.
Lo siento, pero tengo que derrochar odio. Es esencial para el negocio. Te cagarías en las patas si supieras en qué ando metido. Ofrezco una pista: odiar me mantiene más cerca del infierno. Mi casa, hogar y base. “Bienaventurados aquellos que profanan porque de ellos será el Reino de las Tinieblas. Bienaventurado aquel que repudia a Dios, porque de él serán los secretos del lado oscuro”.
Soy un nigromante. Mi especialidad son los grandes protagonistas del mundo bajo. Más te vale creerlo porque soy bueno en lo que hago. Quizá el mejor. Soy como un hincha de esos que se sabe el nombre de todos los jugadores, de todos los equipos, de todos los capitanes, de todos los entrenadores y de todos los presidentes que tuvo el club. Que conoce el nombre de todas las canchas y se sabe al dedillo todos los partidos celebrados en todas las fechas. Así soy yo, con una diferencia: soy más peligroso que un hincha y un barrabrava, por bastante. Y entérate: no soy un hincha de los demás, soy un hincha de mí mismo. De mi éxito, de mi fortuna, de mis proyectos, de hacerte mierda la vida si te pones en mi camino y ¿por qué no? De cada vez que me salga del forro de los huevos. Así de sencillo.
No sé si sea un efecto secundario de mi ascendente cercanía con el mundo espiritual bajo, pero hacer eso último me viene procurando más placer que pensar en sexo. Irónico que eso me vuelva más ruin y más depravado. Cuando le cago la vida a alguien me enciendo como una moto y tengo mejores orgasmos. Mis gustos sexuales se hacen progresivamente enfermos. Algunos tengo vergüenza incluso de describirlos aquí, aun reiterando que soy lo más bajo y lo peor que existe. Pero no debería; hay demonios a los que no les agrada la timidez y santurronería no convencional de los condenados, de los malditos como yo. Sí, claro, ser hipócrita es parte del manual, pero ser hipócrita de cara ante ellos no les cae bien. Créeme: los rollos semánticos y sus putos tiquis miquis también te joden en el Más Allá.
Te explico: hay un malentendido de cuatro pares de huevos respecto a cómo funciona este asunto de los pactos diabólicos. El asunto no es asegurarte una buena vida a cambio de tu alma. El asunto es la eternidad. Es invertir en tu presente para existir como rey después de la vida Allá, en el infinito de los tiempos. Esto no le parece lógico a mucha gente, pero conforme leas lo que yo he leído, visto lo que yo he visto y aprendido lo que he aprendido, te vas a dar cuenta de la cruda y muy fea verdad: el mundo, la vida, esto a lo que tú llamas “esto” no significan un pimiento. Es una cagada de mosca en el gran plano de las cosas. Lo bueno comienza Allá. La carne es solo la niñez del alma.
Es como en ese libro de magos infantil, ¿te acuerdas? ¿Cuando les ponen el Sombrero Seleccionador que manda a los niños a Griffyn-algo o a La Concha de tu Hermana? La vida es algo así pero bastante más compleja; lo que tú hagas te va a mandar a un lugar especial cuando te mueras. Si eres un pelotudo, al cielo. Si eres objetivo, al infierno. Si fuiste tibio, te toca volver a nacer (la peor opción de lejos porque quién se aguanta este mundo de mierda dos veces).
El Sombrero Seleccionador es “ese algo” que te pone situaciones horribles en la vida una y otra vez, y se nutre de las decisiones que tomaste para sacar una conclusión. Después entras a la etapa American Idol donde la diferencia es que el jurado son demonios y no imbéciles. Créeme que ninguno de ellos se va a conmover si hacen que el tuétano de tu madre se derrita delante tuyo y tus lágrimas y vida se derramen sobre la cera deforme que quedó de ella.
Por cierto: ¿ves arriba, donde dije si eres pelotudo vas al cielo? No estoy implicando que la gente buena, de corazón puro sea gil (es un decir, no existe, ni existió jamás ser humano con un corazón puro). Tampoco estoy implicando que la gente buena vaya al cielo. Te tengo malas noticias, puto: entrar al paraíso no tiene nada que ver con ser bueno.
Vamos a ver. Al paraíso entra a quienes los ángeles elijan. No tiene nada que ver con cómo te portaste. Los que tienen “el toque” entran.
¿Qué es el toque? Simple: aquel que les caiga bien. “El toque” es algo así como lo que sientes al ver al maldito cretino con su consabida superioridad moral pero diez, cien, mil veces peor. Entra solo la gente bien parecida, atractiva. No puede entrar cualquier raza, no puede entrar gente con cualquier color de piel (no les gustan los mestizos). Escogen lo que les parece más perfecto. Es como el club más elitista del Universo. Puedes ser una mierda o peor aún: puedes ser un completo tarado, pero podrías tener “el toque” y entrar en el paraíso, un lugar lleno de almas insufribles.
Todo esto no te lo dice alguien resentido. Es así. Así es como funciona todo.
Dato gracioso: ningún papa en la historia ha entrado nunca al cielo. Todos ellos están en el infierno (y algunos lo disfrutan mucho). El resto todavía no ha entendido el juego, por lo que siguen naciendo una y otra vez, en un esfuerzo tan idiota como demencial por entrar. Es la ruleta rusa de lo imposible. Los ángeles demandan perfección. ¿Sabes cuáles son las probabilidades de que eso suceda sin poder elegir dónde ni cómo vas a nacer? Y suicidarse para intentarlo de nuevo no es una opción, porque la objetividad y el sentido común son rasgos propios del infierno, no del bando de la calle del frente. Así que deben vivir la vida una y otra vez, mientras son ignorados o, como mucho, escupidos por aquel sitio al que dedican su vida, y aunque me asquean no puedo culpar al cielo sino a quienes lo intentan todavía, pues no han entendido el juego.