Elogios para
ME DICEN GÜERO
“¡Adoro este libro!”. —Margarita Engle, poeta y National Young People’s Poet Laureate 2017-2019 “Snapchat,
texting, profes
cool, el K-pop, hip-hop, los autos híbridos y los problemas de un chico de la frontera sitúan esta historia en los tiempos actuales, pero el verdadero corazón de esta novela en verso son los personajes que conforman la familia, los amigos y los vecinos de Güero: el tío Joe, la abuela Mimi, Joanna la fregona, los Bobbys y la bisabuela Luisa. Esta novela se arraiga a varias generaciones a través de la cultura, la geografía y la historia”. —Sylvia Vardell y Janet Wong, creadoras de la serie
The Poetry Friday Anthology “Con
Me dicen Güero, Bowles ha añadido un texto importante a la escritura fronteriza, un texto que hubiera enorgullecido a la gran Gloria Anzaldúa. Esta es una colección que resonará en los lectores y que, dado el trasfondo político actual, requiere ser leída”. —PANK “Güero es un niño pálido, pelirrojo y con gustos de nerd, que además de ser mexicoamericano, viene de la frontera.
Güero desea haber nacido morenito para que nadie cuestione su identidad, pero su familia le aconseja que agradezca las ventajas de su tez clara, que puede abrir puertas para el resto de la familia. La voz de Güero resuena a lo largo de la novela a través de varias expresiones poéticas: desde sonetos hasta rap, de versos libres a haikus. Vibrante e inolvidable, esta colección es obligatoria para los jóvenes lectores junto a libros de inmigración, asimilación cultural e historias de la vida mexicoamericana”. —School Library Journal
DAVID BOWLES
ME DICEN GÜERO
David Bowles viene del sur de Texas, de la frontera entre México y Estados Unidos, y da clases en la Universidad de Texas Rio Grande Valley. Bowles es también autor de
Serpiente emplumada, corazón del cielo: Mitos de México. Su libro para jóvenes lectores
The Smoking Mirrors obtuvo el premio Pura Belpré en 2016.
La edición en inglés de Me dicen Güero (They Call MeGüero) también recibió dicha distinción. Bowles es uno de los colaboradores de Adam Gidwitz en la serie The Unicorn Rescue Society.
PRIMERA EDICIÓN VINTAGE ESPAÑOL, NOVIEMBRE 2020
Copyright de la traducción © 2020 por David Bowles Todos los derechos reservados. Publicado en los Estados Unidos de América por Vintage Español, una división de Penguin Random House LLC, Nueva York, y distribuido en Canadá por Penguin Random House Canada Limited, Toronto. Originalmente publicado en inglés bajo el título
They Call Me Güero por Cinco Puntos Press, El Paso, en 2018. Copyright © 2018 por David Bowles. Vintage es una marca registrada y Vintage Español y su colofón son marcas de Penguin Random House LLC.
Información de catalogación de publicaciones disponible en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Vintage Español ISBN en tapa blanda 9780593311417Ebook ISBN 9780593311424 Diseño de la cubierta: Zeke Peña Para venta exclusiva en EE.UU., Canadá, Puerto Rico y Filipinas. www.vintageespanol.com ep_prh_5.6.0_c0_r0
ÍNDICE
A mi familia, mis amigos, mis maestros y mi comunidad: sin ustedes no soy nada.
CHAVO DE LA FRONTERA
Qué chido ser chavo de la frontera, levantarme temprano los sábados y cruzar el puente a México con papá. El pueblo es como el nuestro en un espejo: se habla español igualmente en todas partes, y el inglés casi no se escucha hasta que aparece como granos de azúcar esparcidos sobre un chile. Desayunamos en nuestro restorán favorito. Papá toma café de olla mientras yo tomo chocolate; luego caminamos por banquetas chuecas, platicando con extraños y amigos en dos idiomas.
Luego cargamos el carro con cocas mexicanas y Joya, aguacates y queso, sabrosos recuerdos de nuestras raíces. Pero haciendo fila en el puente, pierdo mi sonrisa. La valla fronteriza se alza, alta y fea, invadiendo el carrizo a la orilla del río. Papá me ve mirando, pone la mano en mi hombro. “No te preocupes, m’ijo: ”Eres un chavo de la frontera, un pie en cada ribera. Tus ancestros cruzaron el río mil veces.
Ningún muro, por alto que sea, puede impedir que tu herencia fluya para siempre como el mismo Río Grande”.
FRANJA FRONTERIZA
Sesenta millas de ancho a cada lado del río, la tierra de mi gente se extiende desde el golfo hasta el paso de montaña. Esta región fronteriza, borderland, hogar de plantas resistentes. El bosque espinoso con sus sauces negros, ébanos, mezquites, huisache y piquillín. Campos trasplantados de maíz y cebolla, sorgo y caña. Huertos extranjeros de toronja roja emblanquecidos por las flores.
Chaparral nativo, un arcoíris brillante de salvia morada, rosa de las rocas, manzanilla y fruta de anacua. Más allá de sus bordes se extiende el desierto salvaje, áspero y encantador como un nopal que florece bajo el sol.
PUNTO DE REVISIÓN
Vamos de viaje a San Antonio para shopping y Six Flags. Papá va frenando al acercarnos al punto de revisión; todos esos agentes del Border Patrol con sus uniformes verdes, esas pistolas listas para desenfundarse. Mamá agarra los papeles: nuestros pasaportes, su tarjeta verde. Ella es de México.
Residente, no ciudadana, por decisión propia. En el punto de revisión, un pastor alemán gigante olfatea las llantas mientras los agentes hacen preguntas e inspeccionan la cajuela. Mi hermanito me aprieta la mano, asustado. Mi hermana rebelde asiente y dice “Sí, señor”, pero sé que está enojada por esa mirada suya. Somos inocentes, claro, pero nuestros corazones laten rápido. Nos han contado cosas.
Cosas malas. Con un gesto frío el agente nos da permiso para salir de la franja fronteriza: hecha un limbo por las leyes indiferentes de personas muy lejanas que no nos conocen, una zona de cuarentena entre blancos y morenos. Siento coraje, como mi hermana, pero lo mantengo guardado, apretadito en mi interior. Sencillamente no entendemos por qué tenemos que demostrar cada vez que pertenecemos a nuestro propio país, donde nuestra madre nos dio a luz. Papá, como si pudiera sentir las malas vibras que despedimos, nos dice que nos relajemos. Mucho ojo. Mucho ojo.
Observen fríamente. Aprendan y enseñen la verdad. Ahorita lo importante es llegar a San Antonio. Vamos a llevar a su madre de compras, a nadar en esa piscina con forma de Texas, y a cenar a lo grande en Tito’s. Pidan lo que quieran”. Y luego mete su CD favorito en ese estéreo viejo.
Los Tigres del Norte empiezan a cantar “La Puerta Negra”: “Pero la puerta ni cien candados van a poder detenerme”. Not the door. Not one hundred locks. Ah, papá. Siempre sabe la canción indicada.
NUESTRA CASA
No compramos una casa ya hecha.
Nuestra casa tardó años en crecer, cual bellota que se vuelve alto roble, anchas ramas que dan sombra. Por años mis padres juntaron dinero: compraron un lindo lote en las afueras del pueblo y trazaron los planos con el tío Mike. Un año la familia echó los cimientos, y al siguiente levantaron paredes de bloque. Luego mi padre puso un techo resistente, y comenzamos a vivir aquí, terminándola cuarto por cuarto. Todos le entramos a la obra gastando casi cada centavo para hacernos un hogar: a home that glows warm with love. Ahora es como si un poco de nuestras almas se hubiera fusionado con el bloque y la madera.