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Mariela Rodriguez - Los hombres de Muchaca

Aquí puedes leer online Mariela Rodriguez - Los hombres de Muchaca texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2007, Editor: Bambu, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Mariela Rodriguez Los hombres de Muchaca
  • Libro:
    Los hombres de Muchaca
  • Autor:
  • Editor:
    Bambu
  • Genre:
  • Año:
    2007
  • Índice:
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Los hombres de Muchaca: resumen, descripción y anotación

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Christian Thomas is a typical teenager who plays sports, lives at home, and is excited to go to college. His life is flipped upside down, however, when he receives a letter from an old friend who lives in a faraway place. In the midst of intrigue and adventure, Christian must use his wit and ingenuity to discover a legendary legacy in a land full of odd creatures and bizarre landscapes.

Christian Thomas es un típico adolescente, deportista y algo idealista, que vive con sus padres mientras se prepara para entrar a la universidad. En medio de esa vida relativamente tranquila y sin sobresaltos, de pronto recibe una carta de un amigo que vive en un país lejano. A partir de ese momento, Christian se verá envuelto en la más excitante y divertida aventura, en la que deberá poner a prueba su ingenio para descubrir un legado legendario, en un país habitado por pintorescos personajes y rodeado de intrigantes paisajes naturales.

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Los hombres de Muchaca:

Las divertidas aventuras de Christian Thomas

en un país del sur

A mis padres, por su gran apoyo y ánimo para que yo
escribiera, y a Gusi, quien vivió, al igual que
yo, muchas de las increíbles aventuras aquí contadas.

La carta Los indios muchacas ocupaban casi en su totalidad lo que es hoy el - photo 1
La carta

–Los indios muchacas ocupaban casi en su totalidad lo que es hoy el país de Galerón; ellos formaban una raza aguerrida, orgullosa y valiente, implacable con sus enemigos y temerosa de sus dioses. Estos dioses representaban los símbolos de la vida que, según la mitología muchaca, eran el agua, el fuego, los astros, el mundo espiritual y la libertad. En el apogeo de esta civilización, hábiles orfebres crearon la representación terrenal de los cinco dioses: cinco figuras masculinas, hechas completamente de oro y adornadas con piedras preciosas. El pueblo, orgulloso, decidió dar a estas estatuillas un nombre común y las llamó los hombres de Muchaca; a partir de ese momento comenzaron a ser veneradas y defendidas, incluso con la vida si era preciso. Por eso, al llegar los conquistadores a nuestras tierras, temiendo que intentaran apropiarse de ellas, el shabek , el jerarca más importante de la civilización, decidió ocultarlas. Con este fin escogió a los cinco hombres más veloces y fuertes de toda la comunidad y entregó a cada uno de ellos una figura, encomendándoles que, después de recorrer grandes distancias, las escondieran en lugares secretos de difícil acceso para que nadie las pudiera encontrar.

Tara interrumpió su explicación para beber un sorbo de agua y, ante la mirada de asombro de su compañero, que no pronunciaba palabra, lanzó un suspiro de satisfacción mientras se arrellanaba en su cama y se disponía a continuar:

–Mi familia desciende de estos muchacas, más concretamente, del shabek que entregó las estatuillas. Sólo él conocía el lugar exacto en el que habían sido escondidas y anotó las claves para que pudieran ser localizadas en el futuro. Hasta ahora, esas claves han estado bajo la custodia de mi familia y así seguirán en las generaciones siguientes.

–¿Y cómo están escritas esas claves? –quiso saber Christian–. ¿Tu pueblo conocía la escritura en los tiempos de la conquista?

–Teníamos un alfabeto de palabras representado por dibujos sencillos, al igual que la mayoría de las civilizaciones antiguas; se trataba de una escritura pictográfica. Para dejar constancia de la localización de los hombres de Muchaca, el shabek dibujó los signos sobre un trozo de tela creando un pictograma... Nuestro pueblo era muy avanzado –explicó Tara.

–¿Y por qué no han localizado las figuras si tu familia tiene las claves?

–Porque no hemos tenido interés en buscarlas –contestó Tara secamente. Luego, mirando la cara de confusión de Christian, continuó–. Nuestro pueblo fue casi exterminado: primero por los conquistadores; después, por enfermedades que llegaron de fuera. Ahora somos destruidos por el progreso, pues nuestro territorio está cada vez más reducido, a medida que destruyen la selva. Lamentablemente, sólo tenemos tiempo para pensar en sobrevivir y no podemos permitirnos idolatrar unas figuras que desaparecieron de nuestra cultura hace cientos de años y que a nadie interesan ahora.

–A mí sí me interesan... –dijo tímidamente Christian.

–Pues tal vez un día te llame para que busquemos las figuras juntos –le ofreció Tara entre risas mientras apagaba la luz y se acostaba a dormir.

********

Un año más tarde, Christian todavía recordaba esa conversación con Tara. Se habían conocido durante una competición deportiva internacional en la que los dos participaban, pues compartían habitación. Los chicos se habían hecho excelentes amigos y, pese a ser de continentes diferentes –Christian era europeo y Tara, sudamericano–, al regresar cada uno a su país no perdieron la amistad y mantuvieron contacto permanente a través del teléfono y del correo.

Ese día Christian había pensado mucho en su amigo, pues las últimas veces que trató de hablar con él no había podido localizarlo. De repente, unos golpes a la puerta de su habitación lo sacaron de su abstracción:

–Entra, mamá –dijo con pereza.

La señora Thomas abrió la puerta y, mostrando un sobre que tenía en la mano, le dijo:

–Tienes correspondencia; creo que es de tu amigo Tara, el que vive en Galerón...

Christian saltó de la cama y, apresurado, tomó la carta. Sentía curiosidad por saber qué le había escrito su amigo. Rápidamente rompió el sobre y comenzó a leer una y otra vez, sin poder creer lo que leía:

«Querido amigo:

He pensado mucho en lo que hablamos la última noche que estuvimos juntos. Hace poco mi abuelo, que custodia el pictograma con las claves sobre la localización de los hombres de Muchaca, fue visitado por un alto funcionario del gobierno que quería información para saber cómo localizarlas. Ese hombre no tiene ningún interés en nuestro pueblo y sólo quiere las estatuillas para venderlas y lograr fama y fortuna. Últimamente ha estado presionando a mi abuelo y más de una vez las personas que trabajan para él han agredido a nuestra gente. Nosotros no tenemos recursos ni poder para defendernos y sabemos que, tarde o temprano, ese hombre logrará lo que desea. Por esa razón, los actuales líderes muchacas se han reunido y todos han estado de acuerdo con una idea que les sugerí: antes de que ese hombre se quede con el pictograma, preferimos entregártelo a ti, y tú podrás decidir qué hacer con él.

Exactamente dentro de quince días a partir de la fecha en que escribo esta carta, a las cinco de la tarde, una persona de mi absoluta confianza estará en el hotel La cigüeña, en la capital de Galerón, y preguntará por ti. Si tú estás allí, él te hará entrega del pictograma. De no ser así, en ese mismo momento lo quemará y los hombres de Muchaca se perderán para siempre.

No trates de contactar conmigo, pues estoy oculto con mi abuelo; sólo regresaré a mi hogar una vez que el pictograma esté en tus manos o sea destruido.

Tu amigo, Tara.»

–¡Quince días! –exclamó Christian con el papel en la mano–. ¡Quince días desde que escribió la carta! ¡La carta tardó una semana en llegar aquí. Eso quiere decir que sólo me queda una semana para llegar a Galerón; de lo contrario, quemarán las claves que permiten encontrar a los hombres de Muchaca!

Christian decidió hablar con sus padres y pedirles permiso para viajar a Galerón y visitar a su amigo Tara.

–No es un buen momento Christian –le contestaron–. En casi tres meses comenzarás a ir a la universidad y ni siquiera has decidido qué quieres estudiar.

–Justamente por eso quiero ir; quiero tener tiempo para mí, para pensar en lo que quiero hacer –dijo él inventándose una excusa–. Además, recordad que llevo tiempo ahorrando dinero de los trabajos que hago los fines de semana y con él me puedo costear el viaje.

–Esta bien –condescendió el padre–; tienes nuestro permiso, pero con una condición: a tu regreso de este viaje, deberás tener decidido qué carrera vas a estudiar.

Galerón

Eufórico, Christian se marchó a la casa de su mejor amigo, Michael. Tiempo atrás le había contado la historia de los hombres de Muchaca y Michael había demostrado el mismo interés que él por ese misterio, así que estaba ansioso por contarle las últimas noticias. Le enseñó la carta de Tara y le habló sobre su decisión de ir a Galerón y buscar las estatuillas.

–¡Pues yo voy contigo! –exclamó Michael entusiasmado.

–¿Y tú crees que tus padres te dejarán acompañarme?

–Claro que sí. Si tú vas, seguro que me dan permiso. Esta misma noche hablaré con ellos.

Y tal como esperaban, dos días después los chicos ya tenían su viaje preparado.

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