CONTENTS
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OTROS TÍTULOS DE C. S. LEWIS
Una pena en observación
George MacDonald: An Anthology
Mero cristianismo
Los milagros
La abolición del hombre
El gran divorcio
El problema del dolor
Cartas del diablo a su sobrino
El peso de la gloria
Los cuatro amores
Mientras no tengamos rostro
Cautivado por la alegría
Reflexiones sobre los salmos
Si Dios no escuchase. Cartas a Malcolm
Personal Heresy
The World’s Last Night and Other Essays
Mientras cae la ruina y otros poemas
Poems
The Dark Tower and Other Stories
Of Other Worlds: Essays and Stories
Narrative Poems
Letters of C.S. Lewis
All My Road Before Me
The Business of Heaven: Daily Readings from C.S. Lewis
Present Concerns: Essays by C.S. Lewis
Spirits in Bondage: A Cycle of Lyrics
On Stories: And Other Essays of Literature
Las crónicas de Narnia
El sobrino del mago
El león, la bruja y el ropero
El caballo y su niño
El príncipe Caspian
La travesía del viajero del alba
La silla de plata
La última batalla
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© 2022 por Grupo Nelson
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson.
www.gruponelson.com
Título en inglés: How to Be a Christian
© 2018 por C. S. Lewis Pte. Ltd.
Publicado por Harper One, una división de HarperCollins Publishers,
195 Broadway, New York, NY 10007.
Información detallada de derechos adicional en la página 205.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en ningún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro—, excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
Se ha hecho todo lo posible para obtener los permisos para las obras citadas o adaptadas en esta obra. Si se han omitido reconocimientos necesarios no ha sido intencional. Por favor notifique al editor de cualquier omisión y será rectificado en ediciones futuras.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción y compilación: Juan Carlos Martín Cobano
Adaptación del diseño al español: Setelee
Diseño: Yvonne Chan
ISBN: 978-1-40023-338-0
eBook: 978-1-40023-340-3
Edición Epub Febrero 2022 9781400233403
Impreso en Estados Unidos de América
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LOS CRISTIANOS PASAN mucho tiempo hablando de creencias y doctrinas; tanto que uno podría pensar que el dominio de la fe consiste en comprender un conjunto de ideas. Pero no es así. La verdadera sustancia de la fe está en el mundo de la acción. La fe cristiana se hace real cuando se vive. Por ejemplo, ser cristiano implica aprender a pensárselo antes de juzgar a los demás y a revisar primero la viga en nuestro propio ojo; a dejar de centrarnos únicamente en nuestros miedos y preocupaciones para ver cómo podemos tratar a los demás como desearíamos ser tratados; a refrenar nuestro afán por el día mañana y a sofocar nuestra ira antes de que se convierta en pecado; a perdonar a los demás cuando nos sentimos agraviados.
Sí, las doctrinas tienen suma importancia. Los cristianos tenemos que lidiar con las creencias antes de entender que estamos facultados por Jesús para vivir de una nueva manera. Pero entender estas ideas es una puerta que requiere comenzar a caminar para que las ideas tengan algún significado. Incluso el apóstol Pablo, el abuelo de la mayor parte de la teología cristiana, nos recuerda que la fe, aunque sea perfecta, si no tiene amor acaba siendo un mero címbalo que retiñe. Y el amor solo puede expresarse con acciones.
Digo todo esto porque (1) esto es lo que aprendí de C. S. Lewis y (2), irónicamente, Lewis es más conocido por ser el principal defensor de las ideas cristianas en el siglo XX. Dicho de otro modo, dado el éxito de sus obras apologéticas, cabría suponer que Lewis podría ser una de las principales causas del pensamiento de que el cristianismo es en esencia un cuerpo de ideas, pero eso sería pasar por alto la naturaleza de sus ideas.
Cuando hablo con académicos y teólogos, casi todos confiesan que Lewis desempeñó un papel importante en su camino hacia su vocación. Sin embargo, a pesar de su popularidad, cuando hablamos de a quiénes estudian los eruditos, escuchamos los nombres de Barth, Hauerwas, Bonhoeffer, Wright, Pagels, Armstrong, Ehrman y otros, pero rara vez el de Lewis. Asisto a las convenciones anuales conjuntas de la American Academy of Religion y la Society of Biblical Literature, en las que veinte mil estudiosos de la religión acuden a la metrópoli de ese año y celebran sesiones sobre todos los temas profundos que se puedan imaginar (y muchos que yo no podría imaginar), y me sorprende lo poco que aparece el nombre «C. S. Lewis» en el programa. ¿Por qué?
Creo que es porque Lewis nunca presentó sus ideas como un heroico nuevo paradigma, sino solo como un resumen del «mero» cristianismo, lo que la mayoría de los cristianos siempre han creído. Y la sabiduría de Lewis no funciona mejor como una «gran teoría», sino como lo que yo llamaría «sabiduría sobre la marcha». En otras palabras, lo que enseña solo parece tener sentido y ser «útil» al caminar por la senda de la vida cristiana.
Todavía recuerdo cómo se me encendió la bombilla al leer el libro 4 de Mero cristianismo, en el que Lewis explica que al convertirnos en cristianos nos hemos inscrito en la tarea de que Dios nos haga perfectos, y todo lo que no sea este proceso, a veces doloroso, sería admitir que Dios está dispuesto a renunciar a nosotros, que no nos ama plenamente. Bueno, eso le dio a mi joven mente una estructura totalmente nueva, recordándome que «convertirse en cristiano» era un camino, no un evento único, y que los más cercanos a mí y, por lo tanto, los más afectados por mis imperfecciones, serían el aula principal que Dios utiliza en esta operación de limpieza.
Otro momento iluminador fue la lectura de la magistral meditación de Escrutopo sobre la gula. Siempre había pensado en la gula como un alma voraz y obesa que devora todo lo que encuentra a su paso; aunque, claro, no a mí. Pero en Cartas del diablo a su sobrino Lewis pone como modelo de la gula a la madre del sujeto humano y su obsesión lujuriosa por querer «una rebanada de pan adecuadamente tostada». Tal vez yo no estaba tan exento de gula como había pensado. Es en estos momentos, cuando se trata de la esencia de lo que significa vivir la fe cristiana, en los que las ideas de Lewis parecen tan profundas, ricas y útiles.
El mejor ejemplo de lo que quiero decir viene en el capítulo 12 de El gran divorcio, donde el protagonista es testigo del espectáculo de un desfile celestial con fulgurantes ángeles, santos y animales que fluyen y danzan alrededor de una mujer luminosa que era tan bella que resultaba casi insoportable contemplarla. Al principio, el observador piensa que debe de ser Eva o María, la madre de Jesús. Pero le dicen que no, que es Sarah Smith, un ama de casa de los suburbios de Londres. En el cielo, sin embargo, se la considera una de las «grandes». ¿Cómo ha conseguido esta posición? Porque en su vida ordinaria se convirtió en madre de cada joven, mujer, niño, niña, perro o gato que encontró, amándolos a todos de una manera que los hizo más amables y más deseosos de amar a los demás.