Violet debe destruir su pasado.
La Sociedad de la Llave Negra está preparando su ataque contra la realeza. Violet se encuentra en medio de esta guerra, pero ella arriesga algo mucho más personal: la Duquesa del Lago tiene a su hermana Hazel como prisionera. Violet tendrá que hacer todo lo posible por regresar a la Joya para salvar la vida de su hermana y el futuro de la Ciudad Solitaria.
“Ewing combina con audacia distintos géneros”.
“La ambientación de la historia es interesante: una sociedad matriarcal decadente que dará mucho que pensar, y una gran narración”.
Uno
E l pantano apesta muchísimo cuando llueve.
Raven y yo estamos apiñadas bajo un árbol moribundo del lado exterior de los muros de la Puerta Sur. Las gotas gordas de lluvia caen con fuerza sobre las capuchas de nuestros abrigos, suavizan la tela áspera y convierten la tierra dura que tenemos bajo los pies en lodo suave que succiona nuestras botas.
La lluvia no me molesta. Quiero sacarme la capucha y dejar que el agua me salpique las mejillas. Quiero unirme a ella y sentirme caer del cielo en millones de pedacitos. Pero ahora no es momento de conectarse con los elementos. Tenemos trabajo que hacer.
Esta es la tercera vez que venimos a la Puerta Sur en los últimos meses, desde que se llevaron a Hazel. Como la fecha de la Subasta se adelantó de octubre a abril, los miembros de la Sociedad de la Llave Negra –la fuerza rebelde local de la Ciudad Solitaria, liderada por Lucien– estuvo trabajando sin parar para sumar más personas a nuestra causa, almacenar armas y explosivos e infiltrar las fortalezas reales en los círculos más alejados.
Pero nada de eso importa si la realeza permanece escondida, acurrucada detrás del muro inmenso que rodea la Joya. Ahí es donde nosotras entramos en juego. Las sustitutas somos más fuertes cuando trabajamos juntas, y necesitaremos a todas las chicas que podamos reunir para hacer pedazos esa muralla gigante. Para quitarle a la realeza su protección principal. Para dejar entrar a todos a la Joya.
Raven y yo viajamos a los cuatro centros de retención, junto a otras sustitutas que Lucien salvó de la Joya: Sienna, Olive e Indi. La Puerta Norte fue la peor: todo de hierro frío y pisos de piedra, uniformes aburridos y ningún artículo personal permitido. No sorprende que Sienna odiara tanto el lugar. No le gustó volver ahí tampoco, pero necesitábamos una sustituta que conociera las instalaciones y a las chicas.
Les estuvimos mostrando la verdad a algunas por vez, las ayudamos a acceder a los elementos y así las transformamos en algo más. Raven tiene una habilidad única e intangible: puede acceder a un lugar especial, un acantilado frente al océano, y puede llevar a otros con ella también. Es un punto de ensueño, mágico, donde las chicas como nosotras crean una conexión instantánea con los elementos. Estuve ahí en estos meses más veces de las que puedo contar.
Debemos ser cuidadosas con quienes elegimos: solo las chicas que van a la Subasta, las que van a estar en los trenes que ingresan a la Joya. Lucien nos consiguió las listas.
No hay una puerta escondida que lleve a la Puerta Sur, como en la casa de acompañantes de Ash, ni soldados que merodeen por ahí, tampoco. La Puerta Sur es una fortaleza en medio de un mar de ranchos de ladrillos hechos de lodo. El Pantano es incluso más triste de lo que recordaba. El olor sulfuroso del lodo que tengo bajo los pies; los árboles raquíticos, tristes; los hogares destartalados… Todo transmite pobreza de una forma que nunca había entendido de verdad, hasta que viví en la Joya.
Ni el Humo ni la Granja son tan terribles como esto. La injusticia aquí es como una bofetada. Gran parte de la población de la Ciudad Solitaria vive en la miseria y a nadie le importa. Peor, nadie lo sabe en realidad. ¿Qué saben los ciudadanos del Banco o el Humo sobre el Pantano? Es un lugar lejano donde viven las personas que les palean el carbón o les limpian las cocinas o les manejan los telares. No es real para ellos. Es como si no existiera.
–Nos falta mostrarles los elementos a apenas tres chicas aquí –dice Raven–. En unos días volvemos a la Puerta Oeste.
Volvió a llevar el cabello corto y los ojos le brillan como fuego negro bajo la capucha. No es la misma Raven que dejó conmigo este centro de retención en octubre para ir a la Subasta, ni es la cáscara vacía en la que la Condesa de la Piedra la había convertido tras tanta tortura cuando la rescaté de la Joya. Está en algún lugar en el medio. Tiene pesadillas sobre el tiempo que pasó encerrada en una jaula dentro de los calabozos del palacio de la Piedra. Todavía oye partes de los pensamientos o sentimientos de las personas –susurros, los llama ella–, un efecto secundario de los cortes sucesivos que le hizo el doctor de la Condesa en el cerebro.
Pero le volvió la risa y la inteligencia, en especial cuando habla con Garnet. Y entrena todos los días con Ash, y así empezó a fortalecer el cuerpo débil, hasta que su figura delgada se volvió saludable y fuerte.
Levanta la mirada al muro inmenso que está sobre nosotras. Treparlo nunca fue una opción. La superficie de piedra es perfectamente lisa, sin grietas ni rajaduras de donde sostenerse. Pasamos horas sentadas en la mesa del comedor con Sil debatiendo las mejores maneras de meternos en los centros de retención. Al final, fue Sienna quien tuvo la idea. No podemos pasar por arriba de los muros ni atravesarlos (al menos, sin atraer atención para nada deseada).
Pero podemos pasar por debajo.
El poder de los elementos se volvió más fuerte en mí durante los últimos meses. Ella está más fuerte también, así como Indi, la sustituta de la Puerta Oeste. Sienna puede conectarse con la Tierra y el Fuego; Indi, solo con el Agua. Hasta ahora, ninguna otra sustituta, además de Sil y yo, tiene el poder de acceder a los cuatro elementos. Olive, la chiquita de rulos de la Puerta Este, es la única que todavía tiene dificultades para usar los elementos con los que se conecta, el Aire y el Agua. Es la única de nosotras que todavía usa los Augurios. Y es la única persona de la Rosa Blanca que tiene algo bueno para decir de la realeza.
Pero Olive, Indi, Sienna y Sil están lejos, en la casa de ladrillos rojos de la granja que ahora llamo hogar. Es probable que estén durmiendo ahora, cómodas en las camas tibias, seguras en el bosque salvaje que protege la Rosa Blanca.
–¿Violet? –pregunta Raven.
Asiento con la cabeza.
–Estoy lista –digo cerrando los ojos.
Conectarse con la Tierra es tan fácil como sumergirse en un baño caliente. Me transformo en la Tierra; dejo que el elemento me llene hasta que nos volvemos una unidad. Siento las capas de tierra bajo los pies, un peso en el pecho. Lo único que necesito hacer es dar una orden, y la tierra responde.
Cava, pienso.
La tierra en el Pantano es diferente a la de la Granja; es áspera, fina e insalubre. El martilleo de la lluvia tapa el sonido de la tierra que se agrieta bajo nuestros pies. Llego más lejos con la mente y le pido a la tierra que cave un túnel en sí misma de más, más, más profundidad, hasta que siento el suelo suave y color café oscuro. Creo un pasaje con facilidad; la Tierra está más que feliz de satisfacer mis necesidades. Cuando me raspo con piedra, sé que he llegado al fondo de los cimientos del muro. Empujo mi túnel más abajo; el muro es grueso y debo asegurarme de pasarlo.