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JENNI RIVERA
LA INCREÍBLE VIDA DE UNA MARIPOSA GUERRERA
Novelista, pianista y periodista, Leila Cobo es la Directora Ejecutiva de Contenido Latino y Programación de la revista Billboard , considerada la “Biblia” de la música a nivel mundial. Bajo su mando, Billboard ha ampliado la cobertura de la música latina a niveles sin precedentes, convirtiéndose en el único medio en inglés que cubre la música latina diariamente. Leila también programa y ha consolidado la Conferencia Billboard de la Música Latina, considerada la más prestigiosa de la industria de la música latina en los Estados Unidos.
Oriunda de Cali, Colombia, Leila obtuvo la prestigiosa beca Fulbright para realizar estudios de postgrado en Comunicación en USC (University of Southern California) después de graduarse de pianista concertista del Manhattan School of Music en Nueva York. Fue crítica de música pop del Miami Herald y escribió sobre cultura para el Los Angeles Times . Leila ha escrito las notas de álbumes para artistas tan importantes como Shakira, Ricky Martin, Julio Iglesias y Chayanne y, como experta en música, ha sido invitada a juzgar múltiples concursos, incluyendo el Festival de la Canción de Viña del Mar, en Chile, y Objetivo Fama Internacional, en México.
Actualmente, aparte de su cargo en Billboard , es la conductora y productora ejecutiva del programa televisivo Estudio Billboard , donde ha entrevistado a los más grandes artistas de la música latina, incluyendo a Maná, Juan Luis Guerra, Jenni Rivera y Gloria Estefan, entre otros.
Leila es una de las autoras de la Enciclopedia Ilustrada de Música de Billboard y una de las invitadas al libro de ensayos Quinceañera , publicado por HarperCollins. Como autora de ficción, publicó su primera novela, Tell Me Something True , en octubre de 2009 y en 2012 publicó su segunda novela, The Second Time We Met .
En 2008, la revista Ocean Drive en español la nombró uno de los personajes más poderosos de Miami. También ganó el Premio Orquídea, que honra a los colombianos en el exterior, por su trabajo periodístico. Leila es considerada una de las líderes de opinión de la música latina y es un referente constante para la prensa especializada. Actualmente vive en Miami, Florida. Para mayor información, por favor visita su página:
www.leilacobo.com
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ISBN 978-0-698-13618-2
A la memoria de Jenni Rivera y a todas las “Mariposas Guerreras” que salen adelante cueste lo que cueste.
Contenido
INTRODUCCIÓN
Que me entierren con la banda
El día en que yo me muera
que me entierren con la banda
—De la canción
“Que me entierren con la banda”
de Antonio Aguilar,
interpretada por Jenni y Lupillo Rivera
El día de su muerte, Dolores Janney Rivera Saavedra despertó ilusionada. La noche anterior se había presentado ante un lleno total en un palenque en Colima y esta noche estaría en la Arena Monterrey.
Para Rivera era un acontecimiento importante. La Arena Monterrey es uno de los recintos más grandes y prestigiosos de México, donde caben 16.000 personas. Jenni había tocado ahí una vez anteriormente, y se habían agotado las entradas. En esta ocasión, se había decidido colocar el escenario en el centro de la arena —un escenario de 360 grados, como una rueda de toros— para acomodar más gente y tener un ambiente más íntimo. Los boletos se habían vendido en menos de quince días, todo un acontecimiento, y la cantante sentía que su responsabilidad ante el público de Monterrey era grandísima, especialmente ahora que era jurado en La Voz... México y era vista por televisión por millones de personas cada semana.
Había planeado los conciertos con esmero. De Colima también llegarían su banda y el mariachi que la acompañaba en el escenario cuando cantaba su música ranchera. Llevaba consigo sus cambios de ropa, cuidadosamente seleccionados, que abarcaban desde un suntuoso vestido de gala rosado con aplicaciones diagonales de flores, hasta los jeans y la chaqueta ajustadísimos que apretaban cada pulgada de su figura. Cada cambio correspondía meticulosamente a la música, que a su vez correspondía a las muchas facetas de Rivera: la parrandera, la elegante, la gran diva, la amiga.
Aquel sábado en la tarde, cuando llegó a Monterrey, Rivera era todas esas cosas. La acompañaba su equipo de confianza, que incluía a Arturo Rivera, su publicista de muchísimos años y uno de los agentes de relaciones públicas más queridos de México. Jenni confiaba plenamente en su criterio y lo consideraba la mano derecha que la ayudaba a torear a los medios cuando era necesario. También iba su maquillista, Yacob Yenale, un mexicano radicado en Los Ángeles que trabajaba con todos los “grandes”, desde Christina Aguilera hasta Rihanna, pero que era gran compinche de Rivera y hacía lugar en su agenda para viajar por todo México a su lado. Jorge González era su estilista, el encargado de las extensiones larguísimas y perfectas que ya se habían convertido en la marca de Rivera. De su equipo ejecutivo, Rivera viajaba en esta ocasión con Mario Macías, su abogado.
Cuando aterrizaron, el ambiente era festivo. Las cosas no podían andar mejor para Rivera. Colima había sido un éxito y Monterrey debería ser aún mejor. Y al otro día —el domingo— estaría en el set de La Voz , para la semifinal del concurso de talento que buscaba la siguiente gran voz mexicana. Rivera estaba tan relajada que incluso había hecho planes de parranda para después del concierto. Esa noche también tocaría el grupo M-40 en Monterrey, y le había pedido al promotor que le reservaran una mesa VIP para ir a verlos al club donde se estarían presentando. A Jenni le gustaba apoyar grupos nuevos —a través de los años había apoyado fuertemente a artistas como Akwid, Larry Hernández, Espinoza Paz, 3BallMTY— y M-40 ya estaba dando de qué hablar.
El promotor reservó no una sino cuatro mesas para Jenni y su grupo y le tenía listo un disfraz para que nadie la reconociera. También le había reservado cuatro habitaciones de hotel, pero nunca llegaron a usarlas. Al aterrizar, Jenni y su grupo fueron directo a la arena para hacer la prueba de sonido, que se retrasó porque la banda y los mariachis aún no habían llegado de Colima. Jenni siempre viajaba con su propia banda: La Banda Divina de Jenni Rivera. El grupo residía en Mazatlán y se movilizaba con ella por México y Estados Unidos, junto con sus técnicos de audio, iluminación, video y pirotécnica, y con su director de producción, Rudy Echauri. Aunque en un comienzo Jenni contrataba a los mariachis localmente, por cuestión de costos, en el último año su fama había crecido tanto que ya viajaba con el mismo mariachi a la mayoría de las plazas de México.