Prólogo
La muerte es un estado que separa al cuerpo físico de la realización animada de cualquier actividad en el plano terrenal. Quienes pierden un ser querido tratan de diversas maneras de justificar esa ausencia o de llenarla de silencios, recuerdos, o bien, hay personas que al no aceptar el hecho frente a la pérdida viven con culpa, resentimiento o rencor. Es un tema tan estudiado, debatido y discutido del que casi se podría concluir que no queda más que decir, pero si hay algo en relación con la muerte que crea ascuas en la cabeza de quienes padecen el deceso de un ser querido es el saber si hay vida después de la muerte, o bien, si el espíritu de quien ya no ocupa este plano puede comunicarse para dar algún mensaje, dejar claro un tema o dar a conocer si tenía alguna cuenta pendiente.
Mi trabajo me ha hecho conocer en abundancia el tema de la muerte, y escribir este prólogo me muestra que no bastan muchos años de dedicarse a hacer lo mismo (en este caso contacto con aquellos que ya no viven), siempre hay algo nuevo bajo el sol.
Cristina Castrellón, la autora de este libro, es mi representante y antes de que nos conociéramos ella era escéptica en cuestión de temas esotéricos. Con el paso del tiempo descubrí que siempre que estaba con ella el espíritu de una mujer joven nos acompañaba. Pensé que era uno de los espíritus que siempre yo veía, sin embargo, me di cuenta de lo contrario cuando el espíritu de esta joven me dio un mensaje para Cristina… Me llevé una gran sorpresa al saber que se trataba de Selena, sí, aquella joven cantante tex-mex de quien recuerdo que era más que exitosa, sonaba mucho en la radio y en programas de ese entonces, como el desaparecido “Siempre en Domingo”. Después del primer mensaje no pararon de venir los subsecuentes y aunque había cosas que solo a Cristina le hacían sentido, yo seguía transmitiéndole todo tal cual ella me decía.
Después de varios meses surgió este libro que para Cristina ha representado un antes y un después, nunca había visto yo a una persona trabajar, escribir y dedicar con tal cariño y cuidado cada párrafo, durante días y noches. Tal parecería que Cristina tuviera una encomienda que dar a conocer al mundo sobre la verdadera historia del día de la muerte de Selena, así como el hecho de que los fans pudieran tener un resquicio donde guarecerse de tanto silencio a casi quince años de haber perdido a un icono de la música latina que hasta hoy día ha sido el parteaguas para que muchos otros sigan su ejemplo.
Cristina hace un recorrido por la vida de Selena, aquella que no conocimos, la niña traviesa, la mujer enamorada, la hija respetuosa y amorosa, la artista completa que se entregaba hasta el último minuto a sus seguidores, la amiga que hasta después de su muerte buscó la manera de decirle a Cristina que no se había olvidado de ella y quería darle lo que ella en vida nunca pudo, un trabajo seguro de calidad, con armonía y sobre todo depositándole toda su confianza; creo sin lugar a dudas que esto último, mediante este libro, ya sucedió.
Este libro permitirá que los fans de Selena conozcan más de ella, de su gran sentido del humor, de su talento y sobre todo de su gran calidad humana, pues a casi quince años de haber partido, ella siguió pendiente de su familia, de sus fans y hasta de quien le diera la muerte. Estoy segura de que al empezar con la primera página será un reto el dejar de leer para continuar después, dado que la atención del lector es atrapada de inmediato, como me sucedió a mi.
La muerte no es más que un cambio de vida en un plano diferente al que muchos sólo habremos de acceder cuando estemos llenos de amor para seguir evolucionando en un mejor lugar como lo hace hoy Selena.
Georgette Rivera
Introducción
Sólo hasta que la tuve frente a mí pude empezar a entender que era verdad. Lucía tan apacible, tan serena, tan ajena a todo lo que sucedía a su alrededor. Por un instante no existió nada más y sólo me dediqué a mirarla detenidamente. Sabía que era la última vez que la vería y quería grabar su imagen en mi memoria, aunque en ese momento mi corazón desfallecía de dolor…
Lloré como nunca lo había hecho; jamás imaginé que mi naturaleza humana pudiera permitir tanto dolor .
En medio de ese sufrimiento agradecí a Dios por haberme dado la oportunidad de conocer a una persona tan especial y compartir tantos momentos con ella, probablemente uno de los ángeles enviados por él para hacernos menos difícil la vida y más fácil el recorrido por el camino que nos lleva a comprender que las palabras amor y bondad no son mitos .
Por momentos la mente trata de entender al corazón. Parece increíble cómo todo lo que hasta ese momento conoces de ti se vuelve tan vulnerable cada vez que los recuerdos aparecen una y otra vez .
Los días pasan y sigues tratando de entender porqué ese dolor no desaparece cuando se supone que el tiempo todo lo cura… Al parecer, en este caso la regla no aplica .
Un día, al sentirme más tranquila, me pregunté por qué me pasaba eso a mí, qué me había llevado hasta ahí. Si no la hubiese conocido yo no estaría sintiendo ese dolor tan profundo que brotaba de manera inesperada. De inmediato deseché ese pensamiento. ¿Cómo me atrevía a pensar eso? Valía la pena tanto dolor sólo por la dicha de haberla conocido durante casi tres años. Creo que hasta ese momento comprendí lo afortunada que era, y lo afortunada que sigo siendo .
I
A la conquista de México
A fines de marzo de 1992, me llamaron de Representaciones Artísticas Apodaca para comentarme que el señor Óscar Flores, director general de la compañía, quería platicar conmigo. Nunca imaginé que una llamada aparentemente tan simple me fuera a cambiar la vida de manera tan radical.
Al día siguiente acudí a la oficina del señor Flores, quien me ofreció el puesto de jefa de prensa en su compañía. De entrada, le agradecí la invitación, pero rechacé su ofrecimiento. En ese tiempo yo me desempeñaba como reportera de espectáculos de un periódico de Monterrey y el giro de la empresa del señor Flores era representar grupos musicales del llamado género “grupero”. Ése no era mi fuerte. Él volvió a la carga y me habló de las bondades de trabajar en Representaciones Artísticas Apodaca.
Sentí pena, pero volví a rechazar la oferta. Al darse cuenta de que mi respuesta no cambiaría, me dijo: “Bueno, no me diga que no, váyase, piénselo muy bien, y hábleme en dos días. Si su respuesta sigue siendo la misma, ya no le voy a insistir”. Salí de ahí segura de que no regresaría…
Al día siguiente, fui a la oficina de mi jefe en el periódico y le comenté sobre la oferta de trabajo. Tras pensarlo un momento, me dijo: “Creo que deberías pensarlo mejor. No quiero que te vayas, pero es una buena oportunidad para ti. Mira, por qué no hacemos esto: acepta ese trabajo, prueba unos dos meses y si no te gusta regresas; aquí tienes las puertas abiertas y tu trabajo seguro”.
Me sorprendió mucho su respuesta, dictada por la buena fe. Decidí probar, así que entré en Representaciones Artísticas Apodaca el jueves 2 de abril de 1992. Ese día había mucha agitación, ya que estaba por llevarse a cabo lo que los medios de comunicación bautizaron como el “duelo” entre los grupos más importantes de la época: Bronco y Los Tigres del Norte.
Bronco actuaría en la inauguración de la explanada del Parque Fundidora y Los Tigres del Norte en la ya conocida Expo Guadalupe, ambos lugares con capacidad para más de 50 mil personas.
El movimiento de medios de comunicación era tremendo, el evento no tenía precedente, poco a poco empezaron a llegar a Monterrey periodistas, conductores de televisión, locutores y programadores de radio de varias partes de la República Mexicana y Estados Unidos.