La Cicatriz
de un
Milagro
Monica Gonzalez
DEDICATORIA
Este libro es en honor a mi hermano Felipe, quien me ha inspirado con su tenacidad, con su fe y con su amor por la vida. Mi héroe personal, que con su tragedia cubrió de llanto mi rostro, de esperanzas a mi corazón y convirtió mis espacios en montañas de historias dignas de contar. A Oscar, por su sed de vida y su fortaleza. A aquellos que murieron aquel fatídico día, a sus familiares y amigos que aún los lloran y extrañan.
NOTA AL LECTOR
Esta historia, está basada en hechos de la vida real. Con el propósito de proteger la privacidad de todos aquellos envueltos de una u otra forma, algunos hechos, nombres, fechas y lugares han sido cambiados, conservando la integridad de los acontecimientos, aunque algunos relatos y personajes son ficticios.
NOTA AL LECTOR
Esta historia, está basada en hechos de la vida real. Con el propósito de proteger la privacidad de todos aquellos envueltos de una u otra forma, algunos hechos, nombres, fechas y lugares han sido cambiados, conservando la integridad de los acontecimientos, aunque algunos relatos y personajes son ficticios.
AGRADECIMIENTOS
Gracias a las personas que acudieron al lugar del accidente y que arriesgaron sus vidas durante el rescate. A Darío por salvar vidas, y a John Alexander quien merece que honremos su nombre y su memoria. A los médicos, enfermeras y personal hospitalario del San Vicente de Paul.
Quiero agradecer al Ex-Presidente Álvaro Uribe y a la Fuerza Aéreade Colombia por permitir el uso del helicóptero Ángel 1, a sus pilotos y médicos a bordo.
A Juan Fernando quien organizó la labor de rescate, y al personal de la empresa aérea por su comprensión y apoyo en todo momento.
A mi madre por su sacrificio y entrega, por su dulzura y fortaleza. A mi padre por su amor y apoyo. A mis tíos, primos y sobrinos por su compañía y colaboración. Gracias a Sebastián, mi pequeño Ángel Terrenal que guía mis pasos y me llena de Luz. Gracias a Sandra y a Jim por su generosidad inagotable, por sus sabios consejos y su lealtad. A mi primo Luis David quien me inspiró en todo momento. A Beatriz por su amistad y calidad humana. Gracias a Claudia sin quien el principio de esta historia se hubiera narrado de forma diferente, su compasión y su entrega, la convirtieron en un nuevo miembro de nuestra familia. A Víctor quien representa la definición de amigo verdadero. A Cris por acompañarnos en los momentos más difíciles. A todos aquellos amigos que le mostraron el camino a mi hermano y que nos tendieron una mano firme y un hombro en el cual llorar.
Gracias a los innombrables y a los dueños de una identidad que ocupa todo mi corazón.
Gracias a todos y cada uno de aquellos que presentes y ausentes nos han inundado con sus oraciones y buenas intenciones.
¡Gracias sobre todo a Dios!
Prólogo
El leer el magnífico libro de Mónica González “La cicatriz de un milagro”, me ha permitido conocer un poco más de cerca lo que representa el verdadero significado de la vida. El libro describe con gran humanismo la tragedia de Martín, su proceso de reconocerse como un sobreviviente de un grave accidente aéreo el cual nadie esperaba pero que, en el mundo de la aviación, así como en cualquier otro episodio de la existencia, puede llegar a nosotros de manera inesperada.
Martin, un hombre bueno por excelencia, amante de la profesión de piloto desde niño, cuya vida cambiaría cuando voló a “Chicalo”, pueblito de sus querencias a su encuentro, primero con la perspectiva de la muerte, y luego con el bello renacer de la vida, todo ello en unos cuantos meses de angustia, dolor, tristeza, fe, perdón y finalmente gratitud. Su contacto con los humildes pobladores y su deseo de servicio; los regalos para los niños que dibujaban sonrisas de esperanza y gratitud en sus rostros como en el caso de “Mikimaus” a quien veía y trataba prácticamente como a un hijo.
Un rato después del accidente del avión que comandaba, Martín trató de abrir uno de sus ojos, y pudo ver sombras de color rojo recorriendo todo su cuerpo. Sentía todo en su humanidad arder, todo esto acompañado de la confusión acerca de lo que había sucedido y también en la indagación mental de lo que le hubiera podido ocurrir a los pasajeros del fatídico vuelo. En su caso tenía quemaduras de segundo y tercer grado en más de un treinta por ciento de su cuerpo y los dolores aumentaban a medida que los días pasaban y en los cuales era preciso, por parte de los médicos y enfermeras, remover los tejidos calcinados y proceder quirúrgicamente en las etapas de reconstrucción que durarían varios meses.
Dentro de todo su proceso es preciso destacar su despertar hacia el fascinante universo espiritual en el cual vio la luz que le indicaba el camino y sintió la presencia de algo superior a él, que a partir de esos momentos se convertiría en el guía de su vida. Ese, su renacer de la mano de Dios, a quien conoció en su internado hospitalario, le sentarían las bases fundamentales para entender que el papel de una persona en este mundo no tiene que ver necesariamente con lo que inicialmente quería y para el efecto que se preparó, sino más bien para lo cual Dios, desde el principio de los tiempos, le ha señalado. Alguien decía que este proceso era como venir al mundo a distinguir y corregir aquello que quizás en vidas pasadas requería modificación, lo que al final llevaría a dos encuentros fundamentales: con Dios y por consecuencia con uno mismo.
Por otra parte, la dedicación y el amor de sus padres a los cuales su divorcio había apartado un poco esa unión entre los hijos y el deponer entre ellos cualquier tipo de rencor o reproche para dedicarse a ayudar a Martín en sus etapas de recuperación, indican que hechos fatídicos como estos traen también resultados de concordia totalmente inesperados y que ayudan mucho a aquel tan necesitado de afecto en momentos cruciales de su vida.
Su experiencia con los Ángeles que dentro de sus visiones experimentaba y el contacto con otros pacientes que estaban pasando por lo mismo, le daría el fervor de encontrar la verdadera fe, la que luego inmersa en el servicio a los demás no solo traería esperanzas para ellos, sino que de ahí se derivaría su propia recuperación. En este proceso sus compañeros sobrevivientes del vuelo, serían instrumentos para encontrar ese camino de existencia.
Al mismo tiempo, el amor de su hermana Natalia, a la par con sus otros familiares y amigos, amén del detalle de Kayla de venir desde lejos con el solo propósito de visitarle e infundirle ánimos, indican cuanto el amor desinteresado de alguien puede hacer por otros seres humanos. De lo anterior Martín extracta con excelencia la necesidad de permanecer en el aquí y el ahora, ya que el pasado es apenas un registro referencial y el futuro una esperanza, siempre y cuando se logre vivir un presente como debe ser, un día a la vez.
El pasar el mensaje para aquellos que aún están sufriendo se convierte en el mejor estilo de vida de Martín, lo cual está acorde, tanto con el propósito del evangelio y con los doce pasos indicados en algunos procesos de recuperación. Ello concuerda cercanamente con el mensaje de Francisco de Asís quien en su célebre oración señala en uno de sus párrafos: “Oh Maestro, que no busque yo tanto ser consolado como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar. Porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se resucita a la vida eterna”.
Finalmente, el perdón, la fe y la gratitud le darán sentido a la existencia de Martín quien, no solo lograr salir delante de las duras consecuencias de su trágico accidente, sino que su experiencia le permitirá seguir alegrando la vida de tantos que necesitan ser animados por aquellos como el, que han vivido momentos semejantes.
Ricardo Tribín Acosta
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