VIAJE AL CORAZÓN DEL FÚTBOL
Juan Cruz Ruiz
Este libro es un viaje al corazón del fútbol que practica el Barça de Guardiola, que tantos éxitos le ha dado como club y, sobre todo, tantas perspectivas ha abierto al fútbol de equipo en el mundo. El autor ha querido acercarse a las fuentes barcelonistas, a los apasionados que siguen desde siempre los colores que ahora triunfan, pero también ha querido conversar con los adversarios, con los más cercanos al directo rival, el Real Madrid, para completar un análisis de la dimensión que ha tomado este fenómeno futbolístico.
El libro incluye conversaciones y confidencias con Juan Marsé, Joan Manuel Serrat, José Luis Rodríguez Zapatero, Jorge Valdano, Enrique Vila-Matas, Baltasar Garzón, Ana María Moix, Anna Sellés (viuda de Manuel Vázquez Montalbán), John Carlin, Alfredo Relaño, Manuel Vicent... y tantos otros pensadores y apasionados del fútbol que se detienen a mirar de cerca el corazón de este prodigio que tiene un nombre propio: Pep Guardiola.
ACERCA DEL AUTOR
Juan Cruz Ruiz nació en Puerto de la Cruz, Tenerife, en 1948. Periodista de vocación temprana, se vinculó desde su fundación al diario El País, donde actualmente ejerce de adjunto a la dirección. Publicó su primer libro en 1972, Crónica de la nada hecha pedazos, al que siguieron numerosos títulos y premios literarios. Fue editor de Alfaguara entre 1992 y 1998. Seguidor apasionado del FC Barcelona, suele frecuentar, como columnista o entrevistador, las páginas deportivas de los periódicos demostrando que el fútbol y la cultura pueden ir de la mano.
Viaje al corazón del fútbol
Viaje al corazón del fútbol
Conversaciones sobre el Barça, la rivalidad
con el Real Madrid, la belleza y la polémica
en el deporte que más pasión desata
Juan Cruz Ruiz
© Juan Cruz Ruiz, 2011
Primera edición: noviembre de 2011
© de esta edición: Libros del Atril, S.L.
Av. Marquès de l'Argentera 17, principal
08003 Barcelona
www.rocaebooks.com
ISBN: 978-84-15242-16-1
Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.
A Rafael Azcona y a Manuel Vázquez Montalbán.
A Rafael le deprimían las derrotas del Real Madrid, y Manolo vivía los fracasos del Barça como el fin estrepitoso de una época. Pero ambos se salvaban gracias a la teoría de Einstein y llevaron con humor los altibajos de sus pasiones.
A todos los que conversan sobre fútbol, una materia que se amolda como los juguetes.
Y a Pep Guardiola.
Índice
Índice
Introducción
En diciembre de 1996, Rafael Azcona, a quien había conocido dos años antes, me hizo un regalo emocionante e inolvidable, que ahora está sobre mi mesa junto a un libro de Gonzalo Suárez, La suela de mis zapatos; ambos están juntos por buenas razones, y estas razones tienen que ver con la entraña del fútbol, en cuyo corazón habito desde que era un niño y me hacía llamar, en las redacciones escolares, Juan Azul Grana.
El regalo que me hizo Azcona tiene que ver con esa pasión. El entonces ya veterano guionista, uno de los más importantes del mundo, tuvo una ocurrencia de las suyas. Coleccionó en secreto, y durante meses, una serie de fotografías de los momentos memorables del Barça que publicó La Vanguardia para conmemorar el centenario del club. Cuando acabó la colección, Azcona, que ya era mi amigo, y uno de mis mejores amigos, cuya muerte he lamentado todos los días de la vida siguiente, llegó a una cita conmigo provisto de un paquetón muy bien guardado. Cuando lo descubrió, allí estaba este álbum magnífico con las fotos de una magnífica historia.
El regalo fue muy emocionante por muchas razones. Por esa pasión que me anima por el Fútbol Club Barcelona desde mi niñez y porque Azcona era tan del Real Madrid que, como me ocurría y me ocurre a mí en el caso contrario, se deprimía hasta la tristeza cuando su equipo perdía cualquier partido (cualquier partido).
Azcona vino a vivir a Madrid, donde murió en marzo de 2008, cuando era muy joven; era aficionado de radio, como lo fui yo, hasta que llegó la televisión; no era aficionado de graderío. Era un hombre muy agradecido, y estaba muy agradecido a Madrid, que era su ciudad adoptiva, el lugar de su escritura, sus paseos y su equipo. Así que no era extraño que fuera del Real Madrid, y lo fuera además hasta esos extremos sentimentales a los que ya he aludido.
Mi caso (como el caso de miles, de ciento de miles, de aficionados) es peculiar, en el sentido de que vine a vivir a Madrid cuando había cumplido veintiséis años, una edad a la que ya se tienen adjudicados (casi) todos los afectos. Me hice aficionado al fútbol y al Barça casi simultáneamente, pues me hice aficionado al fútbol por la radio, y entonces los partidos que se retransmitían eran fundamentalmente los del Barça y los del Real Madrid, cuando jugaban entre ellos o cuando jugaban en Europa.
No fue una afición, fue una pasión. Que dura hasta este mismo instante, cuando empiezo a escribir este libro y acaba de terminar una de las épocas más turbulentas de la historia de las pasiones encontradas entre el Barça y el Real Madrid, contendientes en el corazón de tantos hinchas y (hasta ahora, por fortuna) de tantos futbolistas, aunque la pasión de los profesionales del fútbol no sea ya enteramente la pasión por los colores…
Fue tal la afición apasionada por el Barça que todo en mi vida de adolescente, desde los once años, giraba en torno al equipo azulgrana, de tal manera que adopté un seudónimo escolar que incluía esos colores: Juan Azul Grana… Ilusiones adolescentes aparte, lo cierto es que para ser del Barça importó muchísimo la radio, como para casi todas las cosas que me sucedieron desde entonces, pues gracias a la radio me aficioné a la sintaxis, y la sintaxis me llevó al periodismo, y el periodismo es, aparte del Barça y algunas otras entidades sentimentales aún más importantes pero mucho más privadas, la sal de mi vida.
La causa de esta pasión a la que Azcona tuvo el detalle de contribuir con ese álbum de melancolías está, digo, en la radio. A principios de los años sesenta, y hasta mucho más tarde, las emisoras de Barcelona, y sobre todo Radio Peninsular, que emitía desde Cataluña, se escuchaban mejor en mi barrio de Tenerife, en el Puerto de la Cruz, que aquellas que emitían desde Madrid. ¿Por qué? Un misterio de la técnica, un micro clima electrónico que hacía el milagro de llevar nítidamente la señal barcelonesa hasta mi casa, mientras que se diluía hasta la incomprensión lo que se emitía desde Madrid. Y, claro, entonces (como ahora, pero por otros motivos) el fútbol era lo más parecido al opio del pueblo, y había fútbol a todas horas; y a lo largo del dial yo vivía el fútbol como un espectáculo coral, hasta que llegaba al dial de Barcelona, donde me detenía la fascinación por algunos nombres propios que ya serían los nombres propios de la crónica sentimental de mi vida: Kubala, Suárez, Ramallets, Olivella, Rodri, Gràcia, Segarra, Gensana, Vergés, Kocsis, Eulogio Martínez, Czibor…
Llegué a identificarme con todos ellos; de todos era aficionado, uno por uno, y era aficionado al Barça como conjunto. Mi locura no se detenía en el nombre propio, que varié para las redacciones colegiales con aquella apelación a los míticos colores de mi equipo; en los juegos de billar prefería como adversario al que eligiera las bandas blancas para disparar desde las bandas rojas y obtener ahí réditos para mis supersticiones, pues el fútbol crea tantas supersticiones como aficionados… Entonces ser del Barça o ser del Real Madrid (y en mi pueblo había de ambos, pero ganaban los madridistas) era como ser de los Beatles o de los Rolling Stones, y yo era de los Beatles y del Barça, que en cierto modo, tal como ha ido la historia, no es una comparación descabellada para lo que hemos ido viviendo… Por así decirlo, y extrapolando un poco el ritmo de esta narración, Guardiola es para nosotros John Lennon y no nos importa dejarle a Mourinho el papel de Mick Jagger… En fin.
Página siguiente