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Elton John (Pinner, Inglaterra, 1947) es uno de los músicos vivos más populares y reconocidos de todo el mundo.
Título original: Me
Edición en formato digital: octubre de 2019
© 2019, Elton John
© 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2019, Javier Blánquez Gómez y Aurora Echevarría Pérez, por la traducción
A efectos legales, los créditos de las imágenes constituyen una ampliación de esta página de créditos
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial a partir del diseño original de James Annal © Pan Macmillan
Fotografía de portada: Terry O’Neill © HST Global Limited, cortesía de Rocket Entertainment
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ISBN: 978-84-17910-01-3
Composición digital: La Nueva Edimac, S. L.
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La primera y única autobiografía de Elton John.
Un retrato sincero, alegre y profundo del compositor y cantante con la más larga y exitosa trayectoria musical de la historia.
Reginald Dwight, su verdadero nombre, fue un chico tímido con gafas a lo Buddy Holly que creció en Pinner, un pequeño municipio a las afueras de Londres, y soñaba en convertirse en una estrella del pop. Con solo veintitrés años dio su primer concierto en Estados Unidos, ante un público sorprendido por su insólito aspecto: un mono amarillo chillón, una camiseta estampada de estrellas y un par de botas aladas. Elton John había llegado y el mundo de la música jamás volvería a ser el mismo.
Su vida está repleta de momentos dramáticos, desde el rechazo que sufrieron sus primeros trabajos con su colaborador y letrista Bernie Taupin hasta la locura que le envolvió cuando era una superestrella que dominaba las listas de ventas, pasando por su flirteo con el suicidio en la piscina de su residencia en Los Ángeles, por la noche en que bailó con la reina de Inglaterra en el castillo de Windsor, por su amistad con John Lennon, Freddie Mercury y George Michael, o por su decisión de montar una fundación contra el sida. Mientras tanto, Elton escondía una adicción que lo atrapó durante más de una década.
En Yo, Elton también escribe de manera inspiradora sobre su proceso de rehabilitación y cómo cambió de vida, sobre cómo encontró el amor en los brazos de David Furnish y se convirtió en padre. Su voz en este libro es cálida, modesta y franca, y nos habla de su música y de las personas que entraron en su vida, de sus pasiones y de sus errores. Esta historia permanecerá contigo para siempre, de la mano de una leyenda viva.
«Lo mejor del rock and roll es que alguien como yo puede convertirse en una estrella.»
Este libro está dedicado a mi marido, David, y a nuestros
preciosos hijos, Zachary y Elijah. Con un agradecimiento especial
a Alexis Petridis, que lo ha hecho posible
Prólogo
Me encontraba en el escenario del club Latino de South Shields cuando me di cuenta de que ya no podía más. Era uno de esos supper clubs que había por toda Gran Bretaña en los años sesenta y setenta, todos prácticamente idénticos: gente trajeada sentada alrededor de mesas, comiendo pollo servido en cestas y bebiendo vino de botellas enfundadas en mimbre; pantallas de lámpara con flecos y papel pintado con relieve de terciopelo en las paredes; espectáculo de cabaret y presentador con pajarita. Era como retroceder a otra época. Fuera corría el invierno de 1967, y la música rock mutaba y se desplazaba a tal velocidad que me daba vueltas la cabeza solo de pensar en ella: Magical Mystery Tour de The Beatles y The Mothers of Invention, The Who Sell Out y Axis: Bold As Love, Dr. John y John Wesley Harding. Dentro del Latino, el único rastro de los Swinging Sixties era el caftán que yo llevaba, con cascabeles en una cadena alrededor del cuello. No iba mucho conmigo. Parecía el finalista de un concurso para escoger al hippy menos convincente de Gran Bretaña.
El caftán y los cascabeles habían sido idea de Long John Baldry. Yo tocaba el órgano en la banda que lo acompañaba, Bluesology. Él se había fijado en que todos los otros grupos de rhythm and blues se estaban volviendo psicodélicos: ibas a ver a la Big Roll Band de Zoot Money interpretar canciones de James Brown y a la semana siguiente te encontrabas con que se llamaban Dantalian’s Chariot, subían al escenario vestidos con túnicas blancas y cantaban que la Tercera Guerra Mundial había aniquilado todas las flores. John había decidido que debíamos seguir su ejemplo, al menos en lo tocante al vestuario, y a todos se nos dio un caftán. Los más baratos eran para los músicos de apoyo mientras que los que él llevaba habían sido hechos a medida en Take Six de Carnaby Street. O al menos eso creía hasta que vio entre el público a alguien con un caftán clavado al suyo. Se interrumpió en plena canción y se puso a gritar furioso: «¿De dónde lo has sacado? ¡Es mío!». Me pareció que su reacción estaba lejos de las nociones de paz, amor y fraternidad universal asociadas con el caftán.
Yo adoraba a Long John Baldry. Era absolutamente desternillante, profundamente excéntrico, escandalosamente gay y un músico magnífico, tal vez el mejor guitarrista de doce cuerdas que ha dado el Reino Unido. Había sido una de las principales figuras del boom del blues británico de principios de los sesenta, había tocado con Alexis Korner, Cyril Davies y The Rolling Stones, y tenía un conocimiento enciclopédico del blues. Solo estar cerca de él era educativo; me hizo escuchar muchísima música de la que yo nunca había oído hablar.
Pero era, ante todo, un hombre increíblemente amable y generoso. Tenía una habilidad especial para descubrir en los músicos algo que nadie más había visto en ellos y apoyarlos, dándoles tiempo para que tomaran confianza en sí mismos. Lo hizo conmigo como lo había hecho anteriormente con Rod Stewart, que era uno de los cantantes de Steampacket, el grupo que nos precedió: Rod, John, Julie Driscoll y Brian Auger. Eran increíbles, pero al cabo de un tiempo se separaron. La versión que me llegó de lo ocurrido era que una noche, después de una actuación en St-Tropez, Rod y Julie discutieron, y ella le arrojó vino tinto sobre la camisa blanca —es fácil imaginar cómo le sentó a él— y ese fue el final de Steampacket. De modo que Bluesology había pasado a ser la banda de apoyo de John, y tocábamos en clubes de soul y sótanos de blues de todo el país.