Lorena Meritano
Sobreviviente
Grijalbo
SÍGUENOS EN
Me Gusta Leer Colombia
@megustaleerco
@megustaleerco
C on todo respeto a los profesionales de la escritura, comprendo que el acto de relatar algunos episodios o acontecimientos de mi vida no me convertirán en escritora. Solo intentaré con algunas líneas, sobre todo honestas, relatar algunos pasajes de mis vivencias, emitir un mensaje de concientización sobre la importancia de la salud y la detección temprana, los chequeos y controles preventivos y actuar a tiempo frente a alguna alarma o anomalía en la salud.
Mi intención es poder llevar, con humildad, ojalá, un poquito de luz y esperanza a quienes atraviesan un proceso de dolor, miedo y sufrimiento para que puedan empezar a ver que hay oportunidades de cambios, transformaciones y aprendizajes, tal como me tocó vivir en estos cuatro años en los que un maestro llamado “cáncer” llegó a mi vida.
Gracias por leerme.
LORENA
L orena Meritano es reconocida por los papeles que realizó en diversas telenovelas latinoamericanas, entre las que se destacan EcoModa —la secuela de Yo soy Betty, la fea—, Pasión de gavilanes y Amas de casa desesperadas.
Sobreviviente es la impactante historia de la autora desde que se fue de la casa de sus padres a los quince años para incursionar en el modelaje, pasando por las dificultades que encontró en un mundo tan competitivo como el de la actuación, hasta el momento más duro que ha tenido que vivir: su diagnóstico de cáncer de seno en el 2014.
En este libro, Lorena comparte su conmovedor testimonio de resiliencia y lucha para acompañar y apoyar el proceso de otras personas y transmitir un mensaje esperanzador.
LORENA MERITANO
Nació en Concordia, en la provincia de Entre Ríos, en la región central de la Argentina. En 1985 decidió irse a Buenos Aires a probar suerte en el mundo del modelaje para más tarde estudiar Actuación. En 1993 tuvo su primer papel en la telenovela mexicana Prisionera de amor. En 2001 llegó a Colombia, país donde ha desarrollado la mayoría de sus trabajos. Encarnó el célebre papel de Gabriela Garza en EcoModa, secuela de la telenovela Yo soy Betty, la fea. También participó en otras telenovelas latinoamericanas, entre las que se destacan Pasión de gavilanes y Amas de casa desesperadas. En el 2014 fue diagnosticada con cáncer de seno; hoy en día comparte su testimonio alrededor del mundo con la charla Lorena Sobreviviente.
Título: Sobreviviente
Primera edición: octubre de 2019
©2019, Lorena Meritano
© 2019, de la presente edición en castellano para todo el mundo:
Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. S.
Cra 5A No 34A – 09, Bogotá – Colombia.
PBX: (57-1) 743-0700
www.megustaleer.com.co
Diseño de cubierta: Penguin Random House Grupo Editorial / Patricia Martínez Linares
Fotografía de cubierta: © Cortesía de Hernán Puentes
Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.
ISBN 978-958-5464-82-7
Conversión a formato digital: Libresque
E n la escuela nunca tuve problemas, ni de conducta ni de aprendizaje. Desde segundo grado fui a la primaria a la Escuela Dalmacio Vélez Sarsfield, pública, laica y mixta. Quedaba a cuatro cuadras de casa, íbamos solos y caminando (qué extraño es pensar ahora en lo que es haber nacido en una ciudad pequeña en su momento, donde no existían en esa época la palabra ni la sensación de miedo e inseguridad que hoy vivimos en cualquier parte del mundo día a día, ¿no?). Concordia fue la mejor etapa de mi vida y la más importante. Significó hogar, familia, arte, naturaleza, paz. Lamentablemente, un día, “casi jugando”, me fui de ahí sin estar preparada emocional, psicológica ni físicamente. Era una niña que de la noche a la mañana tuvo que comenzar a convivir con gente grande, lejos de casa y de la contención familiar.
Eso marcó mi vida con emociones de angustia, soledad, miedo, inseguridad, inestabilidad, problemas alimenticios; pero no hay nada en esta vida que no se pueda superar, se buscan las herramientas y se trabaja arduamente para hacerlo con disciplina, constancia, voluntad y mucha honestidad frente al espejo, sobre todo el del alma. Cuando fuiste criado por buenas personas como mis viejos, tenés buena base; te salís del camino por curiosidad, tal vez. Fui fiel a mis raíces, siempre intenté sanar mis partes dañadas emocionalmente y, sobre todo, no mentir y menos mentirme, y siempre buscar ser un mejor ser humano, más sano, más coherente, más empático, más honesto, más consciente, más amoroso y, en especial, más libre. La libertad siempre la consideré mi bien y valor más preciado.
En la secundaria fui a la Escuela Normal Domingo Faustino Sarmiento, la misma donde mi mamá se había recibido de maestra; llegué a tener hasta algunos de sus mismos profesores en varias materias, al igual que el mismo director y vicedirector. Tanto en la primaria como en la secundaria, pertenecí al seleccionado de voleibol y “pelota al cesto”; debo reconocer que no jugaba nada bien, pero medía 1.80 metros, levantaba los brazos y alcanzaba la red, y esa era una ventaja. Nunca me destaqué en ningún deporte, ni en la escuela ni en el polideportivo, pero jugaba a todo y era una chica sana. Hacía todo sin mucho esfuerzo y lo disfrutaba mucho.
No recuerdo que mis padres “me obligaran” a nada, solo a dormir la siesta. En Concordia, como en todas las ciudades pequeñas, se tiene el buen y saludable hábito de cerrar los negocios a las 12:30 del mediodía hasta las cuatro de la tarde, y eso permite que las familias almuercen y cenen siempre juntas, que el cuerpo repose y que la gente pueda hacer deporte, caminatas en parques o en la Costanera, a orillas del río. Recuerdo que con mis hermanos nos escapábamos a jugar al patio de la familia de los Duce, vecina nuestra. Ya más adolescente, nos íbamos al lago a pasear con mi amiga Analía que tenía moto, o a la casa de algún noviecito que me cantaba con su guitarra canciones de Silvio Rodríguez.