• Quejarse

Bob Dylan - Crónicas. Volumen I

Aquí puedes leer online Bob Dylan - Crónicas. Volumen I texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2004, Editor: ePubLibre, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Bob Dylan Crónicas. Volumen I
  • Libro:
    Crónicas. Volumen I
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2004
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Crónicas. Volumen I: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Crónicas. Volumen I" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Bob Dylan: otros libros del autor


¿Quién escribió Crónicas. Volumen I? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Crónicas. Volumen I — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Crónicas. Volumen I " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Los prolegómenos de la crónica vital y profesional de Bob Dylan nos remontan a - photo 1

Los prolegómenos de la crónica vital y profesional de Bob Dylan nos remontan, a través de una mirada abierta, al Greenwich Village de 1961, testigo principal de su llegada a Nueva York. De ahí parte la andadura iniciática que el bardo desgrana en este primer volumen de la trilogía autobiográfica cuando, recién llegado a Nueva York, merodea por el Village en pos de su destino. El Nueva York de los sesenta es una ciudad mágica llena de posibilidades: fiestas cargadas de humo que duran hasta el amanecer; despertares literarios; amores efímeros y amistades a prueba de fuego. Dylan alterna observaciones elegiacas con retazos de recuerdos aderezados con comentarios agudos e incisivos. Los relatos de sus incursiones a otros lugares como Nueva Orleans, Woodstock, Minnesota y el Oeste convierten a Crónicas en un vivido recordatorio personal de una época irrepetible.

Revelador, poético, apasionado e ingenioso, este primer volumen de las memorias es una ventana fascinante a las ideas de Bob Dylan y las influencias que lo marcaron. La voz de Dylan es inconfundiblemente americana: de espíritu generoso, comprometida, fantasiosa y rítmica. Las incomparables dotes de narrador y la exquisita expresividad que constituyen el sello distintivo de su música hacen de Crónicas una reflexión penetrante sobre la vida y sobre las personas y los lugares que moldearon al hombre y su arte.

Bob Dylan Crónicas Volumen I ePub r10 Titivillus 141016 Título original - photo 2

Bob Dylan

Crónicas. Volumen I

ePub r1.0

Titivillus 14.10.16

Título original: Chronicles: Volume One

Bob Dylan, 2004

Traducción: Miquel Izquierdo

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

Venía de muy lejos y de muy abajo y ahora el destino estaba por revelarse - photo 3

“Venía de muy lejos y de muy abajo, y ahora el destino estaba por revelarse. Tenía la sensación de que me miraba a la cara, sólo a mí”.

Notas

[1] Frases extraídas de viejas canciones de blues y de blue grass. (N. del T.).

[2] Artista y repertorio. (N. del T.).

1. PULIR LA PARTITURA

LOU LEVY, jefe de Leeds Music Publishing, me llevó en un taxi hasta el Pythian Temple en la calle 70 Oeste para mostrarme el diminuto estudio de grabación donde Bill Haley and His Comets habían grabado Rock Around the Clock. De ahí al restaurante de Jack Dempsey en la esquina de la 58 con Broadway, donde nos sentamos en un reservado con asientos tapizados de piel granate, junto al ventanal.

Lou me presentó a Jack Dempsey, el gran boxeador. Jack levantó el puño a modo de saludo.

—Estás muy flaco para ser un peso pesado. Tendrás que ganar unos kilos, vestir algo mejor, que se te vea más elegante… Aunque no es que vayas a necesitar mucha ropa en el cuadrilátero. No tengas miedo de atizarle muy fuerte a nadie.

—No es boxeador, Jack, es cantante y vamos a editar sus canciones.

—Ah, bien. Espero escucharlas un día de estos. Buena suerte, chaval.

Fuera, el viento soplaba con fuerza, deshaciendo las nubes en jirones, arremolinando la nieve bajo la luz ambarina de las farolas. Aquí y allá se vislumbraban personajes habituales del asfalto, arrebujados en sus abrigos —castañeras, vendedores con orejeras que pregonaban cachivaches—, entre las bocanadas de vapor que exhalaban las alcantarillas.

Nada de eso me importaba en aquellos momentos. Acababa de firmar un contrato con Leeds Music en el que les cedía los derechos para editar mis canciones, aunque en realidad no es que hubiera mucho que ceder. No había compuesto gran cosa hasta entonces. Lou me había ofrecido cien dólares como anticipo de royalties, y ya me parecía bien.

John Hammond, que me había presentado a la gente de Columbia Records, también me presentó a Lou para pedirle que se ocupara de mí. Hammond sólo había escuchado dos de mis composiciones originales, pero tenía la corazonada de que habría más.

De vuelta en el despacho de Lou, abrí el estuche de la guitarra, la saqué y empecé a rasguear las cuerdas. La habitación estaba atestada: pilas de cajas con partituras, tablones en los que se anunciaban las fechas de grabación, discos laqueados, acetatos con etiquetas blancas desperdigados por doquier, fotos de artistas firmadas, retratos satinados —de Jerry Vale, Al Martino, The Andrew Sisters (Lou estaba casado con una de ellas), Nat King Cole, Patti Page, The Crew, Cuts—, un par de grabadoras de carrete, y un enorme escritorio de madera oscura cubierto de cosas. Lou, que había dispuesto un micrófono en el escritorio, delante de mí, enchufó el cable a una de las grabadoras, mientras mascaba un cigarro exótico.

—John tiene grandes planes para ti —dijo.

John era John Hammond, el gran cazatalentos y descubridor de artistas colosales y figuras destacadas de la historia de la música popular: Billie Holliday, Teddy Wilson, Charlie Christian, Cab Calloway, Benny Goodman, Count Basie, Lionel Hampton… Artistas que habían creado una música que resonaba en todos los ámbitos de la vida americana y que él había dado a conocer al gran público. Incluso había dirigido las últimas sesiones de grabación de Bessie Smith. Hammond formaba parte de la más pura y legendaria aristocracia estadounidense. Su madre era una Vanderbilt, y John se había criado con todas las comodidades en el seno de la alta sociedad. Sin embargo, no se conformó con su posición y se entregó a la pasión de su vida: la música, en especial el ritmo contundente del hot jazz, los espirituales y el blues, que promocionó y defendió contra viento y marea. No dejaba que nadie se interpusiera en su camino, pues no tenía tiempo que perder. Yo apenas podía creer que estuviese en su despacho. Se me antojaba tan increíble que me fichara para Columbia Records que temía que todo ello fuera fruto de mi imaginación.

Columbia era una de las primeras y más importantes discográficas del país, y el mero hecho de poner el pie en el umbral ya era algo serio. De entrada, la música folk se consideraba un estilo menor, de segunda categoría, digna únicamente de los sellos pequeños. Las grandes discográficas editaban sólo la música saneada y pasteurizada de la elite. Jamás se interesarían por alguien como yo salvo en circunstancias extraordinarias, pero John era un hombre extraordinario. No hacía música de colegiales ni para colegiales. Tenía visión y olfato, me había visto y escuchado, captaba mis pensamientos y tenía fe en lo que nos deparaba el futuro. Me explicó que me veía como a un continuador de la tradición, la tradición del blues, el jazz y el folk, y no como a un niño prodigio rompedor y de la nueva ola. Rompedor no había nada en ese entonces. Las cosas estaban bastante adormecidas en la escena musical americana de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. La radio se hallaba en una especie de punto muerto, estancada en una programación insulsa y vacua. Pasarían años antes de que los Beatles, los Who o los Rolling Stones infundieran nueva vida y emoción al panorama. Lo que yo tocaba por entonces eran ásperas canciones folk servidas con fuego y azufre, y no hacían falta encuestas para saber que no encajaban en absoluto con lo que emitía la radio ni tenían gancho comercial. Sin embargo, John me dijo que esas cosas no contaban para él y que entendía las implicaciones de mi trabajo.

—Me va lo auténtico —aseguró. John hablaba en un tono rudo y brusco, pero con un brillo de empatía en la mirada.

Recientemente había fichado a Pete Seeger. Aunque no lo había descubierto. Pete ya llevaba tiempo en escena. Había sido integrante del popular grupo de folk The Weavers, pero el senador McCarthy lo había puesto en su lista negra, y aunque Pete lo había pasado mal, nunca dejó de trabajar. Hammond le defendía indignado, que si los antepasados de Pete habían venido en el Mayflower, que si parientes suyos habían luchado en la batalla de Bunker Hill, por el amor de Dios. «¿Te puedes creer que esa panda de hijos de puta lo incluyeron en la lista? Deberían bañarlos en brea y emplumarlos».

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Crónicas. Volumen I»

Mira libros similares a Crónicas. Volumen I. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Crónicas. Volumen I»

Discusión, reseñas del libro Crónicas. Volumen I y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.