Eduardo Martínez Rico - Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones

Este magnífico libro de conversaciones nos acerca de nuevo al Umbral nocturno, cortante y soñador. Unas confesiones en las que se nos da a conocer con palabra sosegada su historia íntima y literaria: su manera de odiar las cosas, de rozar la muerte a través de la literatura, romántico y dolorido, crítico y demoledor. Todo se desgrana en el presente libro donde reencontraremos a un Francisco Umbral espontáneo y cercano en las que probablemente sean sus últimas confesiones.

Eduardo Martínez Rico

ePub r1.0

Titivillus 23.01.16

Título original: Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones

Eduardo Martínez Rico, 2001

Editor digital: Titivillus

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A mis padres

A mis tíos Eduardo y Blanca

Quel est celui de nous qui n’a pas, dans ses jours d’ambition , rêvé le miracle d’une prose poétique, musicale sans rythme et sans rime, assez souple et assez heurtée pour s’adapter aux movements lyriques de l’âme , aux ondulations de la rêverie, aux sobresauts de la consciencie?

¿Quién de nosotros no ha soñado en sus días de ambición con el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo ni rima, lo bastante flexible y lo bastante dura como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia?

CHARLES BAUDELAIRE ,

dedicatoria de Petits Poèmes en prose (Spleen de París) a Arsène Houssaye

La literatura, en fin, no es sino una masacre dulce que se hace a costa de la vida. La literatura es un martirologio inconfesado y sólo le redime al autor el que él está allí como uno más entre los mártires.

FRANCISCO UMBRAL ,

Los cuadernos de Luis Vives

EDUARDO MARTÍNEZ RICO (Madrid, 1976). Se licenció en Filología Hispánica en 1999 en la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró por la misma Universidad tres años después con una tesis titulada La obra narrativa de Francisco Umbral: 1965-2001 . Ha publicado los siguientes libros: Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones (2001), Umbral. Las verdades de un mentiroso ilustre (2003), Alberto Vázquez-Figueroa o la aventura (2004), Pedro J. Tinta en las venas (2008), La guerra de las galaxias, el mito renovado (2008) y las novelas históricas Cid Campeador (2008) y Fernando el Católico. El destino del rey (2015).

Escribe habitualmente en prensa e Internet, siendo codirector de la revista Avuelapluma.com. Entre las publicaciones en las que ha colaborado están: Expansión, Época, Qué leer, Diplomacia y El Norte de Castilla. También ha publicado ensayos en libros colectivos sobre González-Ruano y Eugenio d’Ors , y en revistas académicas como Dicenda, de la Universidad Complutense de Madrid. Ha participado en cursos y congresos sobre literatura y periodismo, y como docente ha impartido clases en la Universidad del Instituto de Empresa (Periodismo Cultural) y en los programas de máster del Instituto de Empresa («El valor de la palabra: escrita y hablada»), así como en la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Comunidad de Madrid (Literatura Española).

Este libro ha sido escrito casi en su totalidad en verano. Las conversaciones comenzaron en junio de 2000, un sábado que acompañé a Umbral a la Feria del Libro de Madrid. Yo creo que los libros que se escriben en verano poseen un perfume peculiar, algo del calor, la alegría y el optimismo que tienen el cielo, la tierra y los hombres durante estos meses del año. Algo del ambiente despreocupado de nuestras vacaciones, de las fiestas nocturnas, las terrazas, las piscinas, el tiempo libre para el deporte o la lectura, el clima propicio para el amor. Pero el libro que presento ahora no sólo se ha escrito en verano, también se ha hablado, conversado, vivido, en mayo, junio, julio, agosto y un poco de septiembre.

No debería preocuparme el género de lo que he hecho, pues es el resultado el que lo debe explicar. En principio se trataría de un libro de conversaciones, un compendio de entrevistas organizadas, con sentido y unidad todas juntas. El término «entrevista», como verá el lector si continúa leyendo, no me gusta para este libro, porque alude a algo frío, casi mecánico, profesional, informativo, escasamente humano. Éstos son los prejuicios que tengo contra la palabra «entrevista», tan respetable en los que las hacen con calidad, quizá porque he visto, oído y leído muchas que me han dado esa impresión. También he disfrutado con muchas otras, que son las que me gustan, y a estas últimas las puedo llamar conversaciones. Éste es un libro de conversaciones. He preparado muchas preguntas (he seguido algunos cuestionarios), pero las más valiosas son las que han aparecido como fantasmas bienhechores, sin haberlas llamado. Además, llegaba un momento en cada conversación, antes o después, en que no era necesario ningún tipo de ayuda, papel o libro, porque el diálogo había hecho su milagro y ya estábamos hablando como dos amigos que recuerdan el pasado, analizan el presente o hablan sobre libros, actualidad, sexo, política… A Umbral no le gustan las entrevistas forzadas, sobre todo aquéllas en las que adivina que quien le pregunta no se ha molestado en leer lo que tenía que leer, o investigar lo que tenía que investigar. Entonces, dice, es cuando él tiene que hacer todo el trabajo: «Pues cuénteme usted, qué quería decir con su novela, qué es lo más importante…». «Y no se la han leído», dice con enfado. Una vez me echó una pequeña bronca porque mientras me hablaba yo consultaba mi cuaderno para buscar un dato:

—Hay una cosa que hace que una entrevista sea un fracaso, y es cuando el periodista no mira al entrevistado. Yo te suelto el rollo, pero tú no me miras porque estás consultando tus papeles. Una entrevista es una conversación y si tú no me haces caso, por lo menos con los ojos (puedes estar pensando en otra cosa), yo creo que no me escuchas, que hablo al vacío, y eso no puede ser.

Ya digo que lo hago muy poco. Desde entonces procuré hacerlo aún menos. Me parece que con toda justicia se puede llamar a esto «libro de conversaciones». Lo que no es desde luego este libro es un ensayo. He preferido que toda la teoría sobre la persona y la obra de Francisco Umbral, casi toda, la dé él mismo en nuestro diálogo. Por una parte me evito repeticiones y por otra dejo satisfacer mi curiosidad y la del lector con las preguntas que le hago. Aquí no queremos dar una interpretación de la obra de Umbral, un análisis de sus libros, una tesis. Y sin embargo yo creo que todo eso se da, pero de una forma natural. Sale de la boca del escritor, sin conclusiones quizá, pero el que lea este libro se puede hacer muy bien esa idea, construirse esa interpretación, esa explicación. No hago ensayo, aquí no.

Pero el libro también es otras cosas. Tiene mucho de reportaje, mezcla del presente en el que se desarrollan las conversaciones con el pasado de Umbral y, tal vez, del mío. «Tiene un nivel medio de literatura y periodismo», me dijo Paco cuando lo leyó casi entero. Pero sobre todo, ya que hay que buscar ascendencia genérica, yo pienso que posee algunas de las características fundamentales del diario íntimo, diario íntimo para hacerse público. El avance del libro es el avance de una relación, literaria y amistosa, humana. Francisco Umbral tiene muchas facetas, pero pocas son conocidas. Creo que en lo que va a leer a continuación el lector conocerá esas facetas. Esto es un retrato que no aspiraba a ser realista, minucioso, completo, y por eso el resultado, más impresionista, en cierto modo, como explico en algún capítulo, cubista, me satisface (José Hierro escribió de