A mis amigas, con las que formamos una red: Consuelo Barea, Sara Berbel, Montse Boix, Tona Casanelles, Rosa M. Fernàndez, Mireia Lienas, Laura Lienas, Àfrica Lorente, Montserrat Minobis, Lourdes Muñoz, Mary Nash, Carme Olivera, Raquel Querol, Isabel Ramírez, Pilar Remírez, Maria Sanahuja, Carme Santafè, Marta Vilagut
Nunca había imaginado que llegarían a existir unos cuantos diarios de Carlota, cada uno de un color diferente. De hecho, cuando me inventé este personaje pensaba que protagonizaría una novela — Así es la vida, Carlota —, y ya está. Sin embargo, años más tarde, las ganas de rehabilitar los términos feminismo y feminista, ensuciados, vapuleados, adulterados, tergiversados, descafeinados y envenenados por muchas personas —todas ellas al servicio del orden establecido: el masculino— y la necesidad de reivindicar una lucha —la de los derechos de las mujeres— todavía lejos de haber conseguido sus objetivos, me impulsaron a convencer a Carlota para que lo contara ella misma, con su voz y ejemplos propios, e intentara trasladar el mensaje a la gente joven. Y el mensaje del diario violeta de Carlota caló no sólo entre la gente joven, sino también entre la gente adulta. Bueno, si hay que ser fieles a la verdad: entre muchas adultas y unos cuantos adultos.
Mientras Carlota escribía el diario violeta, yo me di cuenta de que había aparecido un tema muy importante que no podía liquidarse en tres o cuatro páginas: la sexualidad, pero en el diario violeta ya no había espacio para hablar de él. Sin quererlo —como me pasa con todas las ideas para mis libros—, el embrión fue desarrollándose en mi cerebro, y cuando me di cuenta, había crecido tanto que tuve que convencer a mi personaje para que escribiera El diario rojo de Carlota . Muy pronto tuvimos claro que sin la perspectiva de un chico, el libro andaría cojo: daría el punto de vista femenino sobre la sexualidad, pero no el masculino. Rápidamente me puse a crear un personaje adolescente que pudiera escribir un diario con ojos de chico, hasta que Carlota me dio un codazo y me recordó que ya teníamos a uno: Flanagan, y que sus padres literarios, Andreu Martín y Jaume Ribera, hombres polifacéticos y con ánimo suficiente para apuntarse a cualquier locura, probablemente estarían encantados de participar en el experimento. El resultado — El diario rojo de Carlota — interesó nuevamente a un público lector que oscilaba —si mis cálculos no fallan— entre los trece y los setenta y cinco años.
Y de nuevo, mientras Carlota tecleaba sin descanso —y ligaba con dos chicos de primera división, para qué negarlo—, yo era consciente de que había aparecido un tema que empezaba a pedir otro diario. Cuando le dije a mi adolescente de papel que íbamos a escribir El diario azul de Carlota arrugó la nariz. «¡Explotadora!», me espetó. Pero cuando le conté cuál sería el tema, cambió totalmente de actitud. «¡Cuenta conmigo!», me dijo. Un diario sobre la violencia de género es vital, porque en el mundo, cada dieciocho segundos una mujer sufre una agresión por el hecho de ser mujer, o sea, por culpa de los estereotipos de género que pesan sobre ella.
¿Qué quiere decir esto? ¿Que las mujeres tienen una naturaleza que tiende a aceptar golpes? Rotundamente no. ¿Que los hombres tienen una naturaleza que los incita a la agresión? De ningún modo. Esto quiere decir que, en todo el mundo, hay una estructura social —la patriarcal— que se fundamenta en las desigualdades entre hombre y mujer, concediendo preponderancia a los hombres. Para mantener esta desigualdad, los hombres recurren a la violencia; la sociedad la tolera y las mujeres la sufren.
Las mujeres luchan por desbaratar esos desequilibrios. A lo largo de la historia de la humanidad, lo han intentado varias veces, pero sólo ahora, a finales del siglo XX y principios del XXI , se han dado por primera vez en la historia unas variables que pueden llegar a hacerlo posible:
• Las mujeres tienen cada vez más acceso a la educación. Hay menos probabilidades de que una mujer con instrucción acepte un papel secundario. Una mujer con instrucción posee una independencia de criterio que la ayuda a no aguantar determinadas situaciones.
• Las mujeres tienen cada vez más acceso a los métodos anticonceptivos (a pesar de los esfuerzos en sentido contrario por parte de grupos fundamentalistas masculinos). Una mujer que controla los embarazos y decide cuándo y cuántos hijos e hijas quiere tener es una mujer que puede incorporarse al mercado de trabajo y que goza, por tanto, de independencia económica.
• La Tierra se está convirtiendo en un mundo globalizado, lo cual tiene muchos aspectos negativos, pero algunos positivos. Uno de esos aspectos positivos es el hecho de que en el planeta haya una gran movilidad de personas y, consecuentemente, de ideas. Y a medida que esto vaya a más, será más difícil mantener a las mujeres aisladas para que no les lleguen las ideas de igualdad. Y naturalmente, cada vez más mujeres de todas las culturas se apuntarán.
• Sin olvidar que las mujeres estamos creando redes —gracias, entre otras cuestiones, a Internet, un medio barato al que tenemos acceso—, y estas redes nos permiten transmitir mensajes de igualdad y llevar a cabo campañas de apoyo que nos mantienen estrechamente unidas y esperanzadas.
Dicho todo esto, podríamos preguntarnos si estamos cerca o lejos de erradicar la violencia de género. Yo diría que lejos, muy lejos, pensamiento que puede calificarse de pesimista, pero que yo veo más bien realista. Cualquier revolución —y la que estamos librando las mujeres en la Tierra lo es— se cobra víctimas. Las personas apegadas al poder patriarcal no renunciarán fácilmente a ese poder. Por eso, durante unos años todavía veremos incrementar el número de víctimas. Lucharemos para que sean pocas, pero, en cualquier caso, los exabruptos del poder patriarcal no harán fracasar la revolución.
Dado que otras violencias, como la escolar o la infantil, operan a partir de mecanismos similares a los de la violencia de género, Carlota convino conmigo en incluirlas en el libro. De modo que, finalmente, aquí tenéis El diario azul de Carlota , cuyos testimonios son reales y actuales, y en los que sólo se ha modificado el nombre de las personas y otras cuestiones que facilitarían su identificación.
Después de escribir este diario, Carlota, que es un culo inquieto, escribió dos diarios más: El diario amarillo de Carlota , sobre drogas, y el El diario naranja de Carlota , sobre inmigración y derechos humanos. Os preguntaréis si habrá otro diario de Carlota... Pues ahora mismo no os lo quiero decir. Y espero que Carlota guarde el secreto.
G EMMA L IENAS
Listado de páginas web:
http://www.nodo50.org/mujeresred/
http://www.mujeresenred.net/donesenxarxa/
http://www.redfeminista.org/
http://www.pangea.org/dona/
http://www.acosoescolar.info/
http://www.apramp.org/
http://www.fbernadet.org/es
http://www.fapmi.es/
http://www.educarenigualdad.org/
http://www.ahige.org/
http://www.gemmalienas.com/
Berta se acerca hasta la escalera donde Mireya, Elisenda y yo estamos sentadas, descansando. Con mucha habilidad, Berta aprovecha la baranda tubular que llega hasta la escalera para hacer una pirueta. Salta encima del tubo, que queda colocado entre la segunda y la tercera rueda, y se desliza por encima convirtiéndolo en una suerte de riel.
—¡Ostras! ¡Un grind perfecto! —chilla Elisenda.
Mireya se ha quedado con la boca abierta y yo grito entusiasmada: