Hazme reír,
¡soy tu madre!
BARBARA JOHNSON
Editorial Betania es una división de Grupo Nelson
© 2006 por Grupo Nelson
Una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América
www.gruponelson.com
Título en inglés: Humor Me, I´m Your Mother!
© 2006 por Barbara Johnson
Publicado por W Publishing Group
Una división de Thomas Nelson, Inc.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han
sido tomados de la Nueva Versión Internacional®NVI® © 1999
por Internacional Bible Society®.
Usado con permiso.
Traducción: Pedro Cruz
Diseño interior: Robert Otero
ISBN-10: 0-88113-989-0
ISBN-13: 978-0-88113-989-1
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la
debida autorización por escrito de la editorial.
Impreso en Estados Unidos de América
Dedicado a
las madres que les gusta reír y
que necesitan un pequeño estímulo.
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Cuando suene la trompeta,
subiré como un cometa
Siembre un geranio en su cráneo
Cuando se vive entre el estrógeno y la muerte
¡Guarda tus tristezas en una caja grande,
siéntate encima y ríe!
Mojaditas de risa entre pañales de niña y
pañales de anciana
Mamá, ¡busca el martillo!
¡Hay una mosca en la cabeza de papá!
¡Qué bueno que me dijiste lo que no quería oír!
Salpícame de gozo en los pozos ciegos de la vida
Momentos de inspiración con Barbara Johnson
Contenido
1 Introducción
Haz sólo lo que te digo y nadie saldrá herido
2 Embarazo y parto
Sin duda son preciosos, pero dar a luz un niño duele
3 Recién nacidos y los que andan a gatas
Cómo una madre deletrea alivio: D-O-R-M-I-R
4 Los cables vivos de la edad escolar
Viajando a Villaproblema
5 Adolescentes y jovencitos
Cómo me salieron canas en el pelo
6 Criando adultos
No me importa la edad que tengas, ¡todavía soy tu madre!
Introducción
Haz sólo lo que te digo y
nadie saldrá herido
A lgunas amigas estaban comparando sus notas sobre la maternidad, riendo mientras admitían asombradas las cosas que salían de sus labios: las mismas amenazas ridículas y advertencias que sus propios padres les habían hecho a ellas varias décadas antes. Estas madres habían jurado que nunca dirían semejantes cosas a sus propios hijos, pero esas palabras se les escaparon de todos modos sin apenas darse cuenta, de manera inesperada.
«Si tengo que parar este auto, ¡te voy a castigar de verdad! » confesó una madre después de haber gritado hacia la parte trasera de una mini camioneta. Su propia madre le había hecho esa amenaza a ella y a suhermano un millón de veces, dijo ella, «generalmente con una mano al volante mientras con la otra se abanicaba salvajemente haciendo llegar el aire hasta el asiento trasero de la mini camioneta mientras mi hermano y yo nos zambullíamos y saltábamos tratando de mantenernos fuera de su alcance».
Ella no recordaba de hecho que su madre detuviese alguna vez el auto, «pero golpeaba el freno varias veces para hacernos pensar que se disponía a hacerlo». Ahora esta madre admitía que gritaba «las mismas cosas queme gritó mi madre, y como ahora los niños usan el cinturón de seguridad (que mi hermano y yo nunca usamos), de vez en cuando logro atinar a uno o dos de ellos cuando golpeo con la mano hacia atrás».
«¡No me hagan subir!» dijo otra madre, abriendo sus ojos y apuntando con los dedos hacia una escalera imaginaria.
«Si haces eso otra vez, vas a desear no haberlo hecho», añadió otra madre. «Y otra cosa..., ¡te vas a sacar un ojo con esa cosa!»
Sin duda, nosotras las madres hemos heredado las palabras, y sabemos cómo usarlas, y tenemos la habilidad de pasar instantáneamente de lo ligero y dulce al monstruo hormonal. Como lo planteó una madre riendo: «Estoy conectada directamente con el cielo y el infierno, y puedo cambiar en un instante. Es un rasgo que heredé de mi madre».
Como madre de cuatro hijos, se me dan muy bien las advertencias, las afirmaciones y otros mensajes maternos que se han hecho eco por los pasillos y las autopistas del mundo durante generaciones enteras. Se me conoce por lanzar algunos de ellos. (A pesar de haber sido una niña dulce y perfecta, rara vez escuché ami madre proferirme alguna de esas advertencias. ¿Lo puedes creer, verdad?)
En realidad, probablemente doy la impresión de ser una disciplinadora estricta cuando la verdad es que ha habido ocasiones en que he sorprendido a mis hijos haciendo alguna travesura, yme he unido a ellos. Quizás se ha enterado usted de la ocasión cuando llegué a la casa y los encontré a los cuatro sentados alrededor de la mesa de la cocina lanzando cucharadas de gelatina roja contra una pared de ladrillos pintados de blanco. Me quedé un minuto parada pensando en la situación, hasta que uno de los culpablesmevio. Los cuatro se quedaron inmóviles, con los ojos desorbitados, conteniendo el aliento en sus pechos temblorosos. Seguro que se habían metido en un gran lío, y lo sabían. Para empezar, tendrían que limpiar la pared y limpiar cada mancha de gelatina roja de cada rendija, hendidura y depresión de los ladrillos y el cemento.
Pero mientras tanto, pensé, parecía divertido. Y como de todos modos tendrían que limpiar la pared, me senté en la mesa, agarré el tazón de la gelatina acercándomelo, y me uní al desastre. Lanzamos cada trozo tembloroso de gelatina contra la pared riendo y gritando con cada lanzamiento. Nos reímos como locos y entonces habló la madre: «Bueno, ¡eso ha sido divertido! Y ahora... si saben lo que les conviene» —sonreí con pleno conocimiento mientrasmelevantaba para abandonar la cocina— «van a limpiar este desastre de inmediato, antes que llegue su padre. ¡Que se diviertan!»
« No es justo. Precisamente cuando yo acababa
de convertirme en madre, ella se convierte en abuela».
Maternidad: Sueños, gritos y aventuras
Cuando tienes cuatro hijos, como nosotros, hay ciertas frases de habla-la-madre, con frecuencia preguntas, que parecen repetirse a diario, si no cada hora:
«¿Quéte he dicho acerca de dejar abierta la puerta de la nevera?»
«¿QUIÉN ha hecho esto?»
«¿POR QUÉ lo has hecho?»
«¿No te dije que NO hicieras esto?»
Entonces, aquí está la frase favorita de la madre: «¡PORQUE LO HE DICHO YO, POR ESO!»
Ah, la maternidad. ¿Verdad que es divertida? Y ago-tadora, ya lo creo que es agotadora.
Ponemos el alma y el corazón en criar, enseñar, proteger y amar a esos pequeños regalos de Dios, y a cambio da la impresión de que ellos dedican toda su energía inagotable en volvernos locas o derretirnos con su encanto.
Vestimos a nuestro dulce paquetito de alegría con la ropa que ha enviado la abuela para esa importantísima primera foto de navidad en el estudio fotográfico, mientras nuestros rostros se iluminaron de orgullo en el momento en que el fotógrafo enfocaba admirado a nuestro hermoso niño… y justo en el momento en que se dispara la foto el pequeño erupciona, ya sea lanzando un proyectil de vómito o una diarrea explosiva, o las dos cosas a la vez.
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