Ken Blanchard - autoliderazgo y el líder al minuto: Aumente su efectividad con un autolidera

S teve se aclaró la garganta y miró alrededor de la mesa de la sala de conferencias.

—Bienvenidos todos.

Tras meses de preparación, este era el momento para el que había estado trabajando tanto, su primera presentación de una campaña publicitaria. Y estaba algo más que un poco nervioso. Los diez hombres y dos mujeres sentados ante él eran sus clientes, y ellos decidirían si su campaña era aceptable para el año entrante.

Steve distribuyó copias encuadernadas en canutillo de la propuesta de la campaña a los once vicepresidentes y después le entregó una a Roger, el presidente del United Bank.

—Me gustaría comenzar revisando nuestro presupuesto.

Steve dirigió su atención a la pantalla del proyector, donde presentó las cantidades del presupuesto destinadas a los pagos de diseño, producción y multimedia. Discutió sus recomendaciones de multimedia y las razones de cada una de ellas. Después, explicó las ideas que había tenido con respecto a la parte creativa de la campaña.

—¿Alguna pregunta?—cuestionó Steve.

Alrededor de la mesa, la gente meneaba negativamente la cabeza. Steve sintió que estaban esperando a ver cómo iba a ser y a sonar la campaña.

—De acuerdo, permítanme pasar al enfoque creativo que estamos recomendando.

Dirigiendo la presentación desde su computadora portátil en la pantalla del proyector, Steve reveló guiones gráficos para los anuncios de televisión propuestos. Después, enseñó anuncios preliminares impresos y los correos directos. Finalmente, leyó en voz alta los textos de la publicidad que saldrían en la radio.

Cuando terminó su presentación, Steve respiró hondo y esperó oír lo que pensaban.

Al principio, ninguno hablaba. El silencio se generalizó volviéndose un tanto incómodo.

Finalmente, uno de los vicepresidentes dijo:

—Ha optado por un enfoque mucho más ligero del que pensé que tendríamos, pero quizá está bien, ya que proyecta la idea de un banco amigable.

Otro vicepresidente habló:

—Es obvio que ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en esta campaña.

Tras otro incómodo silencio, todas las cabezas se giraron hacia Roger, el presidente del banco.

—Esto es una basura—dijo Roger.

Asombrado, Steve se quedó en blanco. Simplemente no sabía qué responder. Asintió con la cabeza como si estuviera intentando sacudirse un pensamiento.

—Imagino que hemos fallado—dijo finalmente Steve—. Volveré y hablaré con el equipo creativo. Les diré algo al respecto la semana que viene.

Steve no recordaba cómo llegó hasta su automóvil. Se encontró a sí mismo conduciendo, pero no de regreso a la agencia. No podía mirar a la cara a su equipo. Gracias a Dios que su jefa, Rhonda, estaba de viaje. Tenía que encontrar un lugar donde poder estar solo y pensar. También necesitaba una buena taza de café. Conduciendo por un vecindario que no conocía bien, dio con un lugar llamado Cayla’s Café. Entró con la esperanza de encontrar algo de alivio.

Echó un vistazo rápido al café-librería con sus mesas de madera sólida y robustas sillas a juego. Era un lugar muy distinto al croma de alta tecnología y la gran energía de la agencia de publicidad. Encontró paz en el frescor parecido al de las cuevas, y se calentó con el olor a café.

¿Qué había fallado? ¿Cómo se habían descarrilado tanto las cosas?

Steve pidió un café moca y dejó que el calor de la taza se incrustara en las palmas de sus manos. Tras ese último fiasco, estaba seguro de que le despedirían. Mientras pensaba en ello, le sorprendía haber llegado tan lejos.

Cinco años atrás, Steve se había sentido como si le hubiera tocado la lotería. Rhonda, cofundadora de la agencia de publicidad Creative Advertising Agency, le había contratado nada más salir de la universidad con una carrera en mercadeo. Había entrado en un puesto bajo y rápidamente se había abierto camino hasta asumir la gestión de producción a cargo de varios clientes importantes. El año pasado había trabajado como coproductor del programa de premios de la industria para campañas publicitarias destacadas.

Hacía cuatro meses, Steve se sintió halagado cuando Rhonda le dio la oportunidad de saltarse el típico camino de su carrera como contador ejecutivo junior de un cliente más grande y asumir el papel de contador ejecutivo de un cliente pequeño pero bien considerado: United Bank. Rhonda le dijo a Steve que quería empoderarle, y que ese era el momento perfecto para hacerlo.

Steve vio su ascenso como su oportunidad de demostrar su valía. Si podía dejar huella en el United Bank, pronto podría tomar los clientes con más prestigio y grandes presupuestos.