Todo aquello que albergues en tu mente, es muy probable que ocurra en tu vida. Si continúas creyendo lo que siempre has creído, continuarás actuando como siempre has actuado. Si continúas actuando como siempre has actuado, continuarás obteniendo lo que siempre has obtenido.
Si deseas obtener resultados diferentes en tu vida o en tu trabajo, lo único que debes hacer es cambiar tu mente.
A NÓNIMO
Tu mente puede estar a tu favor o en tu contra de maneras increíblemente poderosas
Tu mente es más poderosa de lo que puedes imaginar. Todo comienza con un pensamiento, junto a otros, se convierten en un sistema de creencias que dirige el curso de tu vida y determina tu destino. Tu mentalidad tiene un impacto en tu interior y en lo que te rodea, recuerda que cada una de tus palabras y acciones se concibieron en tu mente.
En este libro, Joyce Meyer, autora bestseller del New York Times, explora el poder de la mente. Nuestros pensamientos tienen el poder de hacernos felices, positivos, fuertes y exitosos o frustrados, negativos y débiles. Descubre cómo cambiar tu mente y tus pensamientos para que logres alcanzar tus metas y vivir tus sueños.
Título original: Powerful Thinking
Primera edición: noviembre de 2021
Esta edición es publicada bajo acuerdo con Hachette FaithWords, New York, New York, USA. Todos los derechos reservados.
© 2020, Joyce Meyer
© 2021, de la presente edición en castellano para todo el mundo:
Penguin Random House Grupo Editorial USA, LLC
8950 SW 74th Court, Suite 2010
Miami, FL 33156
Traducción: Analía Pisani
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, NVI, ©1973, 1978, 1984, 2011.
Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Queda prohibido bajo las sanciones establecidas por las leyes escanear, reproducir total o parcialmente esta obra por cualquier medio o procedimiento así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público sin previa autorización.
ISBN 9781644734094
Conversión a formato digital: Libresque
Patrón de pensamiento 2
P ORQUE ESTOY EN C RISTO, SOY AMADO INCONDICIONALMENTE.
Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió, por medio de Cristo, para que fuéramos sólo de él y viviéramos sin pecado. Dios nos amó tanto que decidió enviar a Jesucristo para adoptarnos como hijos suyos, pues así había pensado hacerlo desde un principio.
E FESIOS 1:4-5 (TLA)
“¿Q ué está mal conmigo?”
Si eres como la mayoría de las personas, te has hecho esta pregunta muchas veces. Es una duda común que el enemigo siembra en la mente de las personas, y la he tenido por varios años. El objetivo es hacerte sentir que no eres como debes ser, y evitar que disfrutes de ti mismo y de tu vida.
El enemigo quiere que te preguntes qué ocurre contigo para que te centres en ti mismo tratando de descubrir qué es lo que está mal. Dios no desea que te atormentes con esa pregunta. Él quiere que sepas cuánto te ama. Cuando verdaderamente crees que Dios te ama y te acepta incondicionalmente, el enemigo ya no puede hacerte sentir mal respecto de tu persona. Es probable que te sientas mal por algo incorrecto que hiciste, pero no te sentirás mal en relación contigo mismo si te das cuenta de que Dios nunca deja de amarte, ni siquiera por un segundo.
Dios no solo te ama, sino que también elige verte como justo en Él, aceptado e inocente (2 Corintios 5:21). Eso es lo que recibimos a través de la fe en Cristo Jesús como Señor y Salvador. Debido a que esto es verdad, podemos asegurar: “Soy la justicia de Dios en Cristo. Soy elegido en Cristo y en Él soy inocente ante Dios”. Heredaste esta posición en Dios a través de la fe en Jesús, no a través de obras que puedas considerar correctas o incorrectas.
Aunque Dios desea que aprendas a comportarte correctamente, Él te acepta y ama desde el comienzo, incluso antes de que hagas algo que le agrade. Una vez que te aferras y pones el fundamento en su amor incondicional, Él comienza a transformar tu carácter a la imagen de su Hijo. Si quieres que tu conducta mejore, entonces el conocimiento del amor incondicional de Dios debe ser el pilar de tu “nuevo yo”. Mientras más experimentes su amor, más desearás hacer lo que le agrada.
R ELACIÓN, NO RELIGIÓN
Jesús no murió para que podamos tener una religión. Jesús murió para que podamos tener una relación profunda, íntima y personal con Dios a través de Él. El legalismo religioso nos indica que cumplamos leyes y normas para estar cerca de Dios. Pero la relación nos permite acercarnos a Él porque nos eligió para que seamos sus hijos amados. No hay nada que podamos hacer para ganar o merecer su amor. Él simplemente es amor (1 Juan 4:8), y Él nos ama por lo que Él es, no por lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer.
la relación nos permite acercarnos a Él porque nos eligió para que seamos sus hijos amados.
No podremos acercarnos a Dios si tenemos miedo de desagradarle. Por eso es fundamental que comprendamos la diferencia entre “quiénes somos” y “qué hacemos”; aprendamos a separar quiénes somos en Cristo y la importancia que tenemos para Dios del qué hacemos, sin importar si sentimos que está bien o que está mal. Solamente cuando podamos separar ambos conceptos comenzaremos a estar seguros de que somos amados incondicionalmente. Cuando pecamos, debemos admitirlo y arrepentirnos, pero Dios sigue mirándonos a través de Cristo y nos sigue aceptando.
Es muy común que el enemigo consiga engañarnos para que pensemos que nuestra aceptación se basa en nuestro comportamiento. Esto es totalmente contrario a las Escrituras. Dios nos ama y acepta por completo. Somos hechos justos en Él porque ponemos nuestra fe en Cristo Jesús y la obra que hizo por nosotros en la cruz. Él pagó por nuestros pecados y delitos. Nos limpió de la culpa y nos reconcilió con Dios. Ahora, cuando nos presentamos ante Dios, gozamos de justicia y no de culpabilidad. El perdón y aceptación son nuestros porque Él nos los dio como regalo, no porque lo hayamos ganado.
Una vez vi una calcomanía en el parachoques de un automóvil que decía: “Deudor soy, deudor soy; por eso al trabajo voy”. Inmediatamente me di cuenta de que, durante años, había vivido espiritualmente con esa mentalidad. Sentía que le debía algo a Dios por todas las cosas incorrectas que había hecho y todos los días trataba de hacer buenas obras para compensar mis errores. Quería que Él me bendijera, pero sentía que debía ganarme Sus bendiciones. Finalmente, aprendí que no podemos pagar los regalos de Dios, porque si pudiéramos, entonces no serían regalos.