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Frédéric Bastiat - Obras escogidas

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Frédéric Bastiat Obras escogidas

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FRÉDÉRIC BASTIAT nació en Bayona en 1801 Durante algunos años trabajó en los - photo 1

FRÉDÉRIC BASTIAT nació en Bayona en 1801. Durante algunos años trabajó en los negocios familiares, formándose al mismo tiempo intelectualmente bajo la influencia de Adam Smith, J. B. Say, Destutt de Tracy y, especialmente, Charles Comte. Tras la revolución de 1848, fue primeramente diputado en la Asamblea Constituyente y luego en la Asamblea Legislativa. Fue sobre todo un brillante escritor, acérrimo defensor del laissez-faire y de la libertad de comercio. A partir de la publicación en Le Journal des Économistes, en 1844, de un célebre ataque contra el proteccionismo en Francia y en Inglaterra, desarrolló, en los últimos cinco años de su corta vida, una amplia labor publicística recogida sobre todo en sus obras Sofismas económicos, Armonías económicas y Lo que se ve y lo que no se ve, que tuvieron una enorme influencia no sólo en Francia, sino también en muchos otros países, entre ellos España. Murió en 1850 en Roma, donde está enterrado.

Título original: Obras escogidas

Frédéric Bastiat, 2004

Traducción: Pedro Andrés Rodríguez

Edición y estudio preliminar: Francisco Cabrillo

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.0

Notas 1 J A Schumpeter History of Economic Analysis Oxford Oxford - photo 2

Notas 1 J A Schumpeter History of Economic Analysis Oxford Oxford - photo 3
Notas

[1] J. A. Schumpeter, History of Economic Analysis. Oxford: Oxford University Press, 1954, p. 500.

[2] Para una introducción a la vida y a la obra de Bastiat, véase D. Russell, Frédéric Bastiat: Ideas and Influence. Irvington, 1965.

[3] Ch. Comte, Traité de législation, París, 1827, 4 vols. Sobre Comte puede consultarse G. De Molinari, «Comte (François-Charles-Louis)», en Ch. Coquelin y Guillaumin, Dictionnaire de l’Économie Politique (2 vols.). Bruselas, 1853. Vol. I, pp. 490-492.

[4] «Journal des Économistes», en Dictionnaire, cit., vol. II, p. 7.

[5] Para una visión global de la economía francesa en este periodo, véase C. Fohlen, «La resolución industrial en Francia (1700-1914)», en C. Cipolla (ed.), Historia económica de Europa, vol. 4: El nacimiento de las sociedades industriales. Barcelona: Ariel, 1987, pp. 7-77.

[6] Véase, por ejemplo, el estudio clásico de W. D. Grampp, The Manchester School of Economics. Stanford: Stanford University Press, 1960.

[7] F. Cabrillo, «Traducciones al español de libros de economía política (1800-1880)». Moneda y Crédito, 147, dic. 1978, pp. 71-103.

[8] G. de Azcárate, Estudios económicos y sociales. Madrid, 1876, pp. 65-66.

[9] Este folleto, publicado en julio de 1850, es el último que Bastiat escribiera.

Desde hacía más de un año lo había prometido al público, pero se retrasó su aparición porque el autor perdió el manuscrito cuando cambió su domicilio de la calle de Choiseul a la de Alger. Después de búsquedas largas e inútiles, se decidió a rehacer enteramente su obra, y tomó como base de su exposición sus más recientes discursos ante la Asamblea Nacional. Al acabar el trabajo se reprochó una circunspección excesiva, arrojó al fuego este segundo manuscrito y escribió el que ahora publicamos.

[10] El señor ministro de la Guerra declaró recientemente que cada individuo trasladado a Argelia le cuesta al Estado la suma de 8.000 francos. Ahora bien, es positivo que se reconozca que estos desventurados emigrantes hubieran podido vivir muy bien en Francia con un capital de 4.000 francos. Me gustaría saber, entonces, en qué se ve favorecida la población francesa cuando se queda sin un hombre y sin los medios de subsistencia de otros dos.

[11] Si todas las consecuencias de una acción recayesen en su autor, nuestra educación sería muy rápida. Mas no sucede así. A veces, las buenas consecuencias visibles nos afectan a nosotros, mientras que las malas consecuencias invisibles recaen sobre los demás. Con lo cual, esas malas consecuencias se hacen más invisibles aún. Habría entonces que esperar una reacción por parte de aquellos en quienes recaen las susodichas malas consecuencias del acto. Esto tarda muchas veces en verificarse, prolongándose así el reinado del error.

Un hombre realiza un acto que produce buenos resultados, en número de 10, para sí mismo, y malos resultados, en número de 15, repartidos entre 30 individuos, de manera que a estos les toca a medio a cada uno. En el total hay pérdidas y cabría esperar una reacción. Pero sucede que esta reacción se hace esperar tanto más cuanto más diseminado está el mal en la masa y más concentrado está el bien en un solo punto. (Esbozo inédito del autor).

[12] El señor vizconde de Romanet.

[13] Matthieu de Dombasle.

[14] Es cierto que el trabajo no recibe una remuneración uniforme. Lo hay más o menos intenso, peligroso, hábil, etc. La competencia establece para cada categoría un precio, y a esta variación me refiero.

[15] La teoría esbozada en este capítulo es la que cuatro años más tarde fue desarrollada en las Armonías económicas. Remuneración exclusivamente reservada al trabajo humano; gratuidad de los agentes naturales; conquista progresiva de dichos agentes en provecho de la humanidad, con lo cual se convierten en patrimonio común; elevación del bienestar general y tendencia a la nivelación relativa de las condiciones.

[16] Publicado en el Diario de Debates, 25 de septiembre de 1848.

[17] Consejo General de las Manufacturas, de la Agricultura y del Comercio (sesión del 6 de mayo de 1850).

[18] Si la protección se concediera, en Francia, a una sola clase, por ejemplo a los herreros, sería tan absurdamente expoliadora que no podría mantenerse. Por eso vemos cómo todas las industrias protegidas se unen, hacen causa común e incluso se comportan de tal forma que parezca que comprenden a todo el trabajo nacional. Sienten instintivamente que la expoliación se disimula al generalizarse.

[19] La economía política precede a la política: aquella establece si los intereses humanos son naturalmente armónicos o antagónicos, algo que la política debería saber antes de fijar las atribuciones del gobierno.

[20] Véase el folleto publicado por el señor Considérant con el título de Théorie du Droit de propriété et du Droit au travail.

[21] Considérant no es el único que la profesa, como lo demuestra el siguiente pasaje tomado del Judío errante de Eugène Sue: «Mortificación expresaría mejor la falta completa de estas cosas esencialmente vitales, que una sociedad equitativamente organizada debería necesariamente garantizar a todo trabajador activo y probo, ya que la civilización le ha despojado de todo derecho al suelo y nace con sus brazos como único patrimonio.

»El salvaje no disfruta de las ventajas de la civilización, pero, al menos, cuenta para alimentarse con los animales del bosque, las aves del aire, los peces de los ríos, los frutos de la tierra, y, para abrigarse y calentarse, con los árboles de los grandes bosques.

»El hombre civilizado, desheredado de estos dones de Dios y que considera la Propiedad como algo santo y sagrado, puede, pues, a cambio de su rudo trabajo diario que enriquece al país, exigir un salario suficiente para vivir convenientemente; nada más y nada menos».

[22] «No basta que el valor no esté en la materia o en las fuerzas naturales. No basta que esté exclusivamente en los servicios. Es preciso también que los propios servicios no puedan tener un

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