© 2016 por Colin Powell
Publicado por HarperCollins Español® en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. HarperCollins Español es una marca registrada de HarperCollins Christian Publishing.
Título en inglés: It Worked for Me
© 2012 por Colin Powell
Publicado por HarperCollins Publishers, New York, EUA.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Sudaquia
Edición: Nahum Saez y Omayra Ortiz
Adaptación del diseño al español: www.produccioneditorial.com
ePub Edition © January 2016: ISBN 978-0-82970-247-7
16 17 18 19 20 DCI 9 8 7 6 5 4 3 2 1
A
JEFFREY, BRYAN, ABBY Y PJ,
NUESTRO FUTURO
Contenido
M e encantan las historias. En el transcurso de mi carrera he reunido algunas muy significativas para mí. La mayoría proviene de mi vida en la milicia, a la que entré a los diecisiete años, como cadete del ROTC (Reserve Officers Training Corps) y en la que permanecí hasta que a los cincuenta y seis años me convertí en un militar jubilado. Otras historias proceden de mi incumbencia como ministro de asuntos exteriores o consejero de seguridad nacional. Y aun otras provienen del mero transcurso de la vida. En este libro, quiero compartir con ustedes una selección de esas historias y experiencias que he vivido con el pasar de los años; cada una de las cuales me enseñaron algo importante sobre la vida y el liderazgo. Se las ofrezco para que las usen como prefieran usarlas.
La , «Reflexiones», describe serios y divertidos aspectos de mi vida. El epílogo resume de qué trata todo el libro; es acerca de gente en todas sus formas: gloriosas, amorosas y frustrantes.
Como verán, no hay conclusiones ni recomendaciones, solo mis observaciones. Los capítulos son independientes. Pueden leerlos en orden o saltar a cualquiera. Todas las personas tienen lecciones e historias de vida. Estas son las mías. Lo único que puedo decir es que funcionaron para mí.
—Colin Powell
PRINCIPIOS QUE FUNCIONAN
E l presidente George H. W. Bush prestó juramento como sucesor del presidente Ronald Reagan el 20 de enero de 1989. Desde ese momento dejé de ser consejero de seguridad nacional, y le pasé la antorcha a mi colega y mentor de toda la vida, el general Brent Scowcroft.
Después de salir de la Casa Blanca, volví al ejército. En abril fui ascendido a general de cuatro estrellas y asumí la dirección del Comando de las Fuerzas Armadas (FORSCOM, por sus siglas en inglés), con sede en Fort McPherson, Georgia, en las afueras de Atlanta. Tenía bajo mi mando a todas las fuerzas despegables del ejército de Estados Unidos, incluyendo la Reserva del Ejército, y estaba encargado de supervisar el entrenamiento de la Guardia Nacional del Ejército. Fui el primer oficial negro del ejército en tener el comando de tropas de cuatro estrellas.
Poco después de asumir el mando de FORSCOM, la revista Parade, el conocido suplemento del periódico dominical que cuenta con una audiencia de más de cincuenta millones de lectores, me contactó para realizar una historia de primera plana sobre mí y mi nueva tarea, uno de esos breves artículos personales dirigido a los estadounidenses que leen el periódico los domingos mientras se toman su café. Puesto que la historia fue escrita y el suplemento impreso muchas semanas antes de la fecha de distribución, que era el 13 de agosto, Parade no tenía forma de saber que tres días antes de la publicación el Presidente Bush me anunciaría como el próximo jefe militar del Estado Mayor Conjunto. El artículo fue tan oportuno que no pude convencer a todos de que la fecha de publicación fue una mera coincidencia.
Su autor, David Wallechinsky, un periodista experimentado, necesitaba un gancho para cerrar el artículo. Una de mis secretarias, la sargento Cammie Brown, le sugirió que me preguntara sobre un par de docenas de trocitos de papeles colocados debajo del vidrio que cubre mi escritorio: aforismos y citas que he coleccionado o que he escrito a través de los años. David me llamó y me preguntó si podía leerle algunas. Las trece que le leí aparecieron en la nota de recuadro del artículo.
Luego de ser publicadas inicialmente en Parade —para mi sorpresa— las trece reglas se popularizaron. Durante los últimos veintitrés años, mis asistentes han repartido cientos de copias de esa lista en diferentes formatos; se han presentado en PowerPoint y han sido divulgadas mundialmente por internet.
Estas son mis trece reglas y las razones por las que me he aferrado a ellas:
1. NO ES TAN MALO COMO PIENSAS. SE VERÁ MUCHO MEJOR EN LA MAÑANA.
Bueno, tal vez sí, tal vez no. Esta regla muestra una actitud, no una predicción. Siempre he tratado de mantener en alto mi confianza y optimismo, sin importar lo difícil que sea la situación. Un descanso reparador y el transcurso de solo ocho horas, usualmente reducen la infección. Irse de la oficina en la noche con una actitud de ganador, no solamente te afecta a ti; esa actitud también se transmite a tus seguidores. Esto fortalece su determinación para creer que podemos solucionar cualquier problema.
En la escuela de infantería, se dedicaron a repetirnos constantemente que un oficial de infantería puede lograr cualquier cosa. «No hay ningún desafío lo suficientemente grande para nosotros, ninguna dificultad que no podamos superar». Recordemos a Churchill diciéndole al mundo que los británicos «nunca, nunca, nunca, se rendirán». O la frase más coloquial: «No dejes que los bastardos te desanimen».
«Las cosas van a mejorar. Tú las harás mejores». Nos graduamos creyendo eso y sigo creyéndolo, a pesar de la frecuente evidencia que apunta a lo contrario.
Otra variante de este pensamiento fue inculcada en nosotros: «Teniente, puedes estar hambriento, pero nunca mostrarás hambre; siempre debes ser el último en comer. Puedes estar helándote o exhausto por el calor, pero nunca debes mostrar que estás pasando frío o calor. Puedes estar aterrado, pero nunca debes mostrar el miedo. Tú eres el líder y tus tropas reflejarán tus emociones». Ellos tienen que creer que pese a lo mala que parezca la situación, siempre puedes mejorarla.
Me encantan las películas viejas y de ellas obtengo muchos ejemplos que uso para mi fortalecimiento personal.
La película clásica The Hustler [El buscavidas] comienza con una de mis escenas favoritas. Se desarrolla en un salón de billar de Nueva York. Un joven fenómeno del billar, Eddie Felson, interpretado por Paul Newman, ha retado al actual campeón, Minnesota Fats, interpretado por Jackie Gleason. También presentes en la escena se encuentran el empresario de billar, Bert Gordon, un personaje demoniaco interpretado por George C. Scott y un grupo de espectadores.
El juego comienza y queda claro que «fast» Eddie Felson es muy bueno, tal vez estupendo. Y comienza a ganar ventaja sobre Minnesota Fats, juego tras juego, a lo largo de la tarde. Fats comienza a sudar. Los otros se reúnen alrededor para observar. Fast Eddie y su manager comienzan a olerse la victoria. El rey está a punto de morir, ¡que viva el nuevo rey! Fats, listo para rendirse, mira a Bert como pidiéndole que lo ayude a terminar con la miseria. Bert simplemente dice: «Mantente en la lucha, que él es un perdedor». Bert es un apostador y detecta la debilidad en Fast Eddie: un exceso de confianza del cual puede sacar ventaja. Fats se sigue sintiendo abatido. Se excusa y va al baño. Luego de lavarse las manos y la cara, sale de nuevo; parece listo para irse. Le hace señas a su asistente y Fast Eddie sonríe saboreando la victoria porque piensa que Fats está pidiendo su abrigo. Pero no es así, Fats extiende su mano para que el asistente le ponga talco. Luego, con una sonrisa felina dice: «Fast Eddie, juguemos un poco de billar». Y ya conoces el desenlace: aplasta a Eddie.
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