A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Quiero dar las gracias a Antonio Ruiz, educador canino profesional y miembro de MFEC (Movimiento Francés de Educadores de Perros de Compañía), por sus grandes consejos como educador, gracias a su gran experiencia con perros ladradores y sus desamparados dueños.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2018
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
PRÓLOGO
La educación del perro es un tema de vital importancia y de muy elevada trascendencia, sobre todo para lograr una perfecta interrelación entre este y quien o quienes le rodean. Que obedezca, que no ladre, que tenga buen carácter, que no huya, que no sea agresivo o que tenga un peso ideal para su raza o tamaño, por ejemplo, son parámetros en los que la educación, desde muy temprana edad, resulta fundamental. Además, en caso de que se haya instaurado un problema, se podrá atajar cuanto antes.
Desde el mismo momento del nacimiento, el perro comienza a aprender. Sus primeras enseñanzas las recibe, lógicamente, de su madre, pero por regla general y a muy temprana edad (entiéndase entre los dos y cuatro meses de vida), el cachorro cambia tanto de hábitat como de compañeros, pasando de relacionarse sólo con sus congéneres (madre y hermanos de camada) a establecer contacto con otro tipo de seres —los humanos en este caso— en un nuevo entorno dónde deberán a aprender, para el resto de su vida, una serie de conductas y directrices. Es a partir de este momento cuando debe hacerse hincapié en lo fundamental de la educación en el perro.
Que a nadie le quepa ninguna duda de que casi todos los perros, sean de pura raza o mestizos, son siempre excelentes alumnos y con una capacidad de aprendizaje sin límites. Un perro es capaz de aprender cada día, pero, que a nadie se le olvide, también es capaz de intentar olvidar aquello que no le apetece recordar.
Desde el principio, el propietario o educador debe mostrar al perro lo que puede y lo que no puede hacer, estimulando los aciertos y corrigiendo los errores sobre la marcha. No hay nada que satisfaga más a un perro que contentar a su propietario, y esto es algo que siempre se debe tener muy en cuenta y explotar al máximo.
Si el perro tiene una conducta anómala, por supuesto que debe ponérsele remedio cuanto antes, pero hay que tener en cuenta que para asegurarse el futuro éxito, no basta con intentar corregir esta conducta: hay que buscar el origen, la causa, el por qué. Tratar el síntoma está muy bien, pero atajar la causa es fundamental para evitar posteriores «recaídas».
Tener un perro y compartir con él el día a día durante más de diez, doce o catorce años es, sin duda, uno de los mejores y mayores placeres de la vida. Pero para que esto sea así, es fundamental una buena educación (por ambas partes), sabiendo en cada momento hasta dónde puede llegar el perro y, cómo no, hasta dónde puede llegar su propietario. Dedicar un poco de tiempo a la correcta educación de un perro no es, en absoluto, un gasto inútil. Es, sencillamente, una extraordinaria inversión.
D R . A DOLF C ABANÉ
Veterinario y cinólogo
Director de la revista Todo Perros
INTRODUCCIÓN
Su perro ladra. ¿Eso es que se está expresando? ¿Le pone a prueba?, ¿de mal humor? ¿El ladrido quiere decir que está contento y alegre? ¿Debemos dejarle hacer lo que le plazca?
Ante todo, es necesario enfrentarse a la situación para responder a todas estas preguntas. También es preciso conocer las condiciones de desarrollo y el carácter del cachorro, la personalidad del dueño y sus errores habituales, además de evaluar los riesgos de la situación, entre otras cosas.
Un perro que ladra no debe convertirse en algo dramático: lo importante es el modo en que usted percibe esos ladridos y los inconvenientes que representan en su vida cotidiana.
Existen varios parámetros en los que puede intervenir y sobre los que usted es el responsable: el desarrollo del cachorro, sus condiciones de vida y su educación.
Superada esta etapa, pasamos al estadio de la reeducación, aunque siempre debemos ser conscientes de no tropezar en la misma piedra.
Por esta razón, nosotros insistimos en los conceptos básicos antes de profundizar en el tratamiento de estos problemas.
Los cuestionarios le permitirán evaluar sus dificultades.
CONCEPTOS GENERALES
El conocimiento del desarrollo del cachorro permite entender aquello que es esencial para el futuro equilibrio del perro adulto.
Una etapa mal vivida entraña dificultades y traumas futuros. Lo fundamental es saber en qué momento el cachorro ha vivido un mal desarrollo, en términos mentales, y cómo subsanar este vacío en la edad adulta.
El desarrollo del cachorro
Etapas
El cachorro pasa por diversas etapas que determinan su equilibrio futuro y durante las cuales aprenderá a conocerse a sí mismo, a sus congéneres y al entorno que le rodea.
Tomará conciencia de los límites que le impone la vida en sociedad y en contacto con el ser humano. Gracias a la adquisición de estos conceptos, el cachorro podrá convertirse en un perro feliz y equilibrado en las relaciones con su dueño.
El periodo neonatal
Este periodo transcurre entre el nacimiento y las dos semanas de vida.
El comportamiento y las relaciones del cachorro durante esta etapa están guiados, especialmente, por la necesidad de mamar y de mantener la temperatura corporal.
El periodo neonatal está completamente administrado por la madre.
El periodo de transición
Este periodo transcurre después del periodo neonatal y se extiende hasta la tercera semana.
El perro se desplaza poco a poco, aguantándose sobre las cuatro patas. Las etapas del «despertar» ocupan el 35 % del tiempo. El cachorro explora su cestita y descubre a los otros pequeños que forman la camada; en definitiva, empieza a jugar. Este periodo es muy corto; de hecho, no dura más de una semana. La madre continúa siendo la que domina y controla la situación.
El periodo de socialización
Este periodo transcurre entre la tercera y la décima semana de vida.
El cachorro es cada vez más independiente y su actitud ya no está tan guiada por sus reflejos.