Cristina Sala
Menús detáper
comida sana para llevar
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Introducción
Cada vez más personas se plantean el objetivo de «comer de táper » de manera sana y a un precio razonable, sin tener que invertir mucho tiempo en la cocina. Sin embargo, hay muchos que desisten ante la supuesta dificultad que entraña organizar bien la despensa, la compra y los menús.
Teoría y práctica se unen en este libro para guiar al lector por el camino de la dieta mediterránea adaptada a la necesidad de comer en el trabajo, porque «comer de táper » no está reñido con la buena mesa.
La primera parte contiene información sobre las características y el tratamiento de los alimentos más comunes. Se analizan las bondades de los productos que definen la dieta mediterránea, así como la forma de conservarlos y congelarlos.
También aporta sugerencias sobre la manera de organizar la compra, ya sea mensual, ya semanal, partiendo del ejemplo práctico de la elaboración del menú de una semana con platos contenidos en el recetario.
Un aspecto de la comida fuera de casa que con frecuencia no se trata con suficiente detalle es su transporte, mantenimiento y el modo más adecuado de servirla. Para suplir estas deficiencias, el libro explica de forma pormenorizada los requisitos que deben cumplir la bolsa y los recipientes de transporte, y los complementos, así como la elección de los platos teniendo en cuenta la posibilidad de que en el lugar de trabajo o de estudio se disponga de frigorífico o microondas.
En la segunda parte se han planteado una serie de menús que intentan llevar a la práctica lo expuesto en la teoría, es decir, que sean completos y estén bien equilibrados desde un punto de vista dietético, pero que, al mismo tiempo, resulten apetitosos a la vista y el paladar. Por otra parte, se ha incluido en la descripción de algunos menús la posibilidad de refrigerar o congelar el plato, o, si es necesario, elaborarlo con cierta antelación. De esta forma resultará fácil al lector confeccionar el menú de la semana y organizar su compra siguiendo el ejemplo mencionado anteriormente.
Las proporciones de los ingredientes se han calculado para dos personas.
Al final del libro se ha incluido un pequeño apartado de postres, puesto que, aunque la mayoría de los que se sugieren en los menús no requieren elaboración, hay otros que deben seguir una receta para confeccionarlos adecuadamente.
Sin duda este libro acabará siendo un aliado imprescindible tanto de aquellos que todavía dudan en iniciarse en la aventura del táper como de quienes ya son usuarios convencidos, pero que desean ampliar sus conocimientos respecto a los alimentos y también aportar más variedad a su dieta, convirtiendo la comida en el trabajo en un auténtico placer.
¡Ánimo y buen provecho!
Historia del táper
De la fiambrera al táper
Comer fuera de casa es un hecho habitual para todas aquellas personas que trabajan. Sin embargo, dependiendo de la situación particular y del contexto, este «comer fuera de casa» puede adoptar diferentes modalidades.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, los trabajadores del campo, de las minas, y de talleres y fábricas situadas lejos de sus domicilios se han visto en la necesidad de transportar sus comidas desde su casa hasta el lugar de trabajo.
Los tradicionales cestos de mimbre utilizados en el campo dieron paso, en los entornos mineros y fabriles, al uso de cajas metálicas de hojalata, que habían servido para contener galletas o tabaco y permitían preservar mejor los alimentos. Poco a poco estos recipientes fueron sustituidos por otros diseñados especialmente para la función que debían cumplir, y de ahí surgieron las fiambreras, primero de hojalata y pos teriormente de aluminio, dotadas ya de dos compartimentos para separar tipos diferentes de alimentos.
Este tipo de fiambrera, que fue utilizado sobre todo en el ejército, evolucionó para adaptarse a otras necesidades, de modo que también podía emplearse para calentar la comida sobre un hornillo ligero de alcohol y más tarde de gas. También ha resultado tan práctica para los aficionados al excursionismo que, junto con la cantimplora para el transporte de líquidos, sigue empleándose en la actualidad.
Duran te la primera mitad del siglo XX un nuevo material revolucionaría la sociedad: el plástico. Sus particulares características permitían fabricar piezas de distintas formas y tamaños, ligeras y resistentes, que pronto dieron lugar a recipientes aptos para almacenar alimentos en óptimas condiciones. En 1944, en Estados Unidos, Earl Silas Tupper patentó un envase de polietileno que se comercializó dos años más tarde con el nombre de Tupperware , y que coloquialmente se ha conocido como tupperotáper .
Con el paso del tiempo, la investigación ha llevado al empleo de otros tipos de plástico, con los que se fabrican actualmente recipientes capaces de soportar tanto las bajas temperaturas de los congeladores como las altas que se generan al calentar en el microondas.
El táper en la actualidad
Durante un largo periodo de tiempo, quienes no tenían la posibilidad de ir a casa a comer utilizaban los servicios de cantina o comedor que ofrecían las empresas más grandes o las fábricas, o acudían a los restaurantes de menú más cercanos a su oficina. La preocupación por seguir una dieta sana, primero, y para paliar los efectos de la crisis económica, después, condujo a muchas personas a recuperar la costumbre de cocinar en casa y llevar la comida al trabajo.
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