PUNTOS DE ACTIVACIÓN
Manual de autoayuda
Movimiento sin dolor
Donna Finando, L.Ac., L.M.T.
Traducción por Ramón Soto
Inner Traditions en Español
Rochester,Vermont • Toronto, Canada
Contenido
Introducción
E l movimiento es vida. Todos nos movemos; algunos encontramos regocijo en el movimiento. Todos deberíamos poder movernos sin dolor. En la niñez nos movíamos y jugábamos con abandono; el movimiento nos resultaba natural, asequible. En la adolescencia y la juventud bailábamos y practicábamos deportes. Quizás sufríamos alguna que otra lesión, pero ésta tardaba pocos días en sanar.
Ahora somos adultos y seguimos moviéndonos. Somos atletas. Somos bailarines, viajeros interurbanos, madres, jardineros, contadores, camioneros, abogados, esquiadores, masajistas, carpinteros. A veces nos excedemos en los movimientos; a veces no nos movemos lo suficiente. Y en algunas ocasiones nos movemos de maneras que producen dolor. Saltamos más de la cuenta o lo hacemos a alturas excesivas, resbalamos en el hielo, acarreamos equipajes demasiado pesados por aeropuertos inmensos. Pasamos demasiado tiempo sentados, o frente a la pantalla de la computadora o, tan pronto llega la primavera, dedicamos demasiado tiempo a limpiar un jardín que recibió muy poca atención durante el invierno.
Al levantarse uno o dos días después de hacer esos esfuerzos, ¿se ha percatado de que algo anda mal? Tal vez siente un dolor verdaderamente intenso en el hombro. No se siente cómodo cuando extiende o mueve los brazos al vestirse y le produce dolor el acto de extender la mano para colocarse el cinturón de seguridad. Las radiografías de los hombros no muestran nada concluyente. Su ortopedista le dice que quizás se trate de tendinitis o de bursitis y le receta medicamentos antiinflamatorios.
Una o dos semanas después siente que no se ha mejorado del dolor. No logra dormir porque no puede apoyarse sobre su hombro sin que le moleste. Ahora el dolor se ha extendido por el frente y el dorso del brazo, quizás hasta el pecho, y le llega incluso a la mano. En una consulta de seguimiento con el médico, éste le indica fisioterapia. El terapeuta le muestra ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de los hombros. Es posible que le aplique ultrasonido en la zona afectada. Esto quizás le ayude en algo, pero el dolor sigue ahí. De hecho, se da cuenta de que a medida que pasa el tiempo hace cada vez menos movimientos con el brazo. Terminan las sesiones de fisioterapia pero casi nada ha cambiado, y el médico le dice que las pruebas no muestran ninguna afección de importancia... en fin, que tendrá que acostumbrarse al dolor. Como desea llegar al fondo de este problema, intenta con el quiropráctico, pero esto en realidad no le ayuda. Quizás pruebe con masajes profundos. Aunque son dolorosos, le producen algún alivio, pero el alivio no dura por mucho tiempo. En todo el verano no ha jugado al tenis debido al dolor; ha tenido que excluir por completo las labores de jardinería. Se siente cada vez más desesperanzado.
¿Qué le está pasando a su cuerpo?
La respuesta es ésta: nadie le ha revisado los músculos. Únicamente en la última parte del siglo pasado se ha ido creando conciencia de que los músculos mismos contienen nudos que producen dolor, debilidad, restricción del movimiento y más. Lo engañoso de estos nudos, o puntos de activación, es que el dolor suele sentirse muy lejos de la banda muscular donde se encuentra el punto de activación. Una vez que aparecen puntos de activación en un músculo, tiene lugar un efecto progresivamente ascendente si no se reducen y eliminan los puntos de activación. Al compensar la debilidad de un músculo, otro músculo se distiende y presenta puntos de activación y así sucesivamente a lo largo de la cadena miofascial. Si no se atienden, estos puntos de activación musculares pueden durar años y provocar dolores inhabilitantes, disfunción e incapacidad que no se avienen con los diagnósticos y tratamientos médicos convencionales. La angustia emocional es un resultado inevitable al deteriorarse la calidad de vida. No hay nada más molesto que la debilidad y el dolor que no parecen tener solución ni final.
Una vez detectados los puntos de activación, es posible reducirlos. Los médicos inyectan analgésicos directamente en los puntos de activación; los acupunturistas utilizan agujas en seco; los masajistas utilizan la presión manual. Esta última técnica de reducir y eliminar puntos de activación puede ser empleada por todos como método de autoayuda, un enfoque que nos permite dominar el dolor.
Todos tenemos la capacidad de localizar y eliminar los puntos de activación que tengamos nosotros mismos o que tengan las personas que nos rodean y que están afectadas por los dolores. Ésta es la clave, la que nos permitirá dominar realmente el dolor. Lo único que se requiere es el deseo de sentir nuestros propios músculos para localizar nuestros puntos de activación y trabajar en ellos y luego modificar las formas de proceder que produjeron los puntos de activación desde un inicio.
De eso se trata este libro. Valiéndose de la información presentada aquí, usted podrá controlar el dolor y hacer algo que le ayude a eliminarlo. Este enfoque nos enseña que los puntos de activación y el dolor que éstos producen son reales. Demuestra que nuestro dolor es verdaderamente de carácter muscular y que podemos hacer algo para aliviarlo. Si usa este manual, podrá determinar cuáles son los músculos que le producen dolor. Podrá aprender a palpar el músculo, sus bandas tensas y puntos de activación, y a aplicar técnicas de presión y estiramiento para reducirlos. Con el objetivo de mantener su salud y fuerza, encontrará varias pautas sencillas que puede incorporar fácilmente en su vida cotidiana y que le ayudarán a reducir sus probabilidades de presentar puntos de activación debilitantes en el futuro.
Página siguiente