¡Encuentra aquí tu próxima lectura! |
|
|
¡Síguenos en redes sociales! |
Índice
Gracias por adquirir este eBook
Visita Planetadelibros.com y descubre una
nueva forma de disfrutar de la lectura
¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos!
Primeros capítulos
Fragmentos de próximas publicaciones
Clubs de lectura con los autores
Concursos, sorteos y promociones
Participa en presentaciones de libros
Comparte tu opinión en la ficha del libro
y en nuestras redes sociales:
Explora Descubre Comparte
SINOPSIS
La economía no funciona. Ha sido incapaz de predecir, y no digamos de impedir, las crisis financieras que han sacudido los cimientos de nuestras sociedades. Sus obsoletas teorías han permitido la existencia de un mundo en el que persiste la pobreza extrema mientras la riqueza de los superricos aumenta año tras año. Y sus puntos ciegos han desembocado en políticas que están degradando el mundo viviente en una escala que amenaza por entero a nuestro futuro.
¿Es posible arreglarla? En Economía rosquilla, la académica de Oxford Kate Raworth identifica siete aspectos cruciales en los que la economía convencional nos ha llevado por el mal camino, y establece una hoja de ruta para conducir a la humanidad a un punto ideal donde puedan satisfacerse las necesidades de todos con los medios del planeta. En este trayecto, la autora revela cómo la obsesión por el equilibrio ha dejado a los economistas indefensos a la hora de afrontar el auge y caída de la economía del mundo real y, al mismo tiempo, crea un modelo económico de vanguardia apropiado para el siglo XXI ; un modelo en el que una brújula en forma de dónut señala el camino hacia el progreso humano.
Ambiciosa, radical y rigurosamente argumentada, Economía rosquilla promete resituar y redibujar el futuro de la economía para una nueva generación.
La herramienta más potente en economía no es el dinero, ni siquiera el álgebra. Es un lápiz. Porque con un lápiz puedes redibujar el mundo.
¿QUIÉN QUIERE SER ECONOMISTA?
En octubre de 2008, Yuan Yang llegó a la Universidad de Oxford para estudiar economía. Nacida en China y criada en Yorkshire, tenía la mentalidad de una ciudadana global: apasionada por los temas de actualidad, preocupada por el futuro y decidida a dejar huella en el mundo. Y creía que hacerse economista era el mejor modo de prepararse para dejar esa huella. Podría decirse que estaba ansiosa por convertirse exactamente en la clase de economista que necesita el siglo XXI .
Pero Yuan no tardó en sentirse frustrada. Encontró la teoría económica, y las matemáticas empleadas para demostrarla, absurdamente estrechas de miras en sus presupuestos. Y dado que empezó sus estudios justo cuando el sistema financiero global se precipitaba en caída libre, no pudo por menos que advertir ese hecho por más que el plan de estudios de su universidad no lo hiciera. «El crac fue una llamada de atención —explicaba—. Por una parte nos enseñaban economía como si el sistema financiero no fuera una parte importante de ella. Por otra, era evidente que los mercados estaban causando estragos; así que nos preguntamos: “¿Por qué existe esta desconexión?”.» Yuan comprendió que se trataba de una desconexión que iba mucho más allá del sector financiero, y que podía advertirse en el abismo existente entre las preocupaciones de la teoría económica ortodoxa y las crecientes crisis del mundo real, como la desigualdad global y el cambio climático.
Cuando les formuló esa pregunta a sus profesores, estos le aseguraron que lo comprendería en el siguiente nivel de sus estudios. De modo que se matriculó en el siguiente nivel —un máster en la prestigiosa London School of Economics— y esperó a que se produjera la revelación. Lejos de ello, las teorías abstractas se intensificaron, las ecuaciones se multiplicaron, y Yuan se sintió aún más descontenta. Pero, con los exámenes en el horizonte, se enfrentaba a un dilema. «En un determinado momento —me explicaba— comprendí que simplemente tenía que limitarme a dominar ese material en lugar de tratar de cuestionarlo todo. Y me parece triste tener que vivir algo así cuando estás estudiando.»
Frente a ese mismo dilema, muchos estudiantes habrían optado bien por alejarse de la economía, bien por tragarse íntegramente sus teorías y construirse una lucrativa carrera profesional basada en su titulación. Pero no Yuan. Ella, en cambio, se puso a buscar estudiantes rebeldes de mentalidad similar a la suya en universidades de todo el mundo, y no tardó en descubrir que, desde que se iniciara el nuevo milenio, un creciente número de ellos habían empezado a cuestionar públicamente el estrecho marco teórico que se les enseñaba. En 2000, varios estudiantes de economía de París habían enviado una carta abierta a sus profesores en la que rechazaban la enseñanza dogmática de la teoría ortodoxa. «¡Queremos huir de los mundos imaginarios! —escribían—. Digamos a los profesores: “¡Despertad antes de que sea demasiado tarde!”»
Cuando estalló la crisis financiera, esta dio un nuevo ímpetu a la disensión estudiantil en todo el mundo. Y también alentó a Yuan y a sus rebeldes compañeros a poner en marcha una red global que pronto uniría a más de ochenta grupos de estudiantes de más de treinta países —de India a Estados Unidos pasando por Alemania y Perú— en su exigencia de que la economía se pusiera al nivel de la generación actual, el siglo en el que vivimos y los retos que tenemos por delante. «No es solo la economía mundial la que está en crisis», declaraban en 2014 en una carta abierta:
También está en crisis la enseñanza de la economía, y esta crisis tiene consecuencias que van más allá de los muros de la universidad. Lo que se enseña configura la mente de la próxima generación de responsables políticos y, en consecuencia, configura asimismo las sociedades en las que vivimos [...]. Estamos disconformes con la drástica restricción del currículo que se ha producido a lo largo de los dos últimos decenios [...]. Ello limita nuestra capacidad para afrontar los retos multidimensionales del siglo XX: desde la estabilidad financiera hasta la seguridad alimentaria y el cambio climático.
Página siguiente