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Para Romi, Tommy, Matu, Sol y Emi.
ANDY FREIRE
Licenciado en Economía por la Universidad de San Andrés y con un OPM de la Harvard Business School, es emprendedor en los ámbitos empresarial y social. Cofundó y lideró Officenet, una compañía que revolucionó la industria de distribución de material de oficina en Latinoamérica. Más tarde cofundó Axialent, una consultora que ayuda a las mayores empresas del mundo a alinear su cultura organizacional. Luego, hizo lo propio con Restorando y Quasar Ventures. Fue reconocido como Líder Global del Mañana en 2000 por el Foro Económico Mundial, Emprendedor del año de Latinoamérica en 2001 por la Fundación Endeavor, y World Young Business Achiever en 2002. Fue nombrado en 2008 uno de los Cien Líderes Globales del Mundo por el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Es miembro del Directorio Consejero Global de la Harvard Business School y uno de los cuatro jueces globales del Dell Business Excellence Award. Sus columnas sobre emprendimiento social y empresarial se difunden por radio y televisión. Es autor de los libros Pasión por emprender (Aguilar, 2004), 50 claves para emprendedores (Aguilar, 2006) y, con Julián Weich, El 5% de tu tiempo para cambiar el 100% de la vida de alguien que lo necesita (Aguilar, 2013).
@andyfreire
© Andy Freire, 2014
© De esta edición:
Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. de Ediciones, 2014
Av. Leandro N. Alem 720 (1001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
eISBN: 978-987-04-3655-3
Diseño de cubierta: Zkysky Estudio de Diseño
Fotografía del autor: Alejandra López
Primera edición digital: septiembre de 2014
Conversión a formato digital: CE
Freire, Andy
¡Libre! : el camino emprendedor como filosofía de vida. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2014.
EBook
eISBN978-987-04-3655-3
1. Autoayuda. I. Título
CDD 158.1
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Un propósito para la libertad
El prisionero 119.104 caminaba entre las piedras y los charcos del terreno del campo de concentración. En ese momento era difícil reconocer al prestigioso profesional de Viena: ahora era uno más de los tantos miles que vivían con trescientos gramos de pan y un litro de sopa aguada por jornada. Los días parecían iguales y, más allá de algunos cambios de sede, había pasado los últimos años en ese contexto de muerte.
Era un día de viento helado y una persona que caminaba a su lado le susurró algo sobre su esposa. La frase le trajo al prisionero la imagen de ella y esa idea le cambió el ánimo. En unos pocos minutos entendió algo que luego escribiría: “Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad (aunque sea solo momentáneamente) si contempla al ser querido”.
Esa idea transformadora lo ayudó a sobrevivir. Lo que había descubierto, además, le permitió colaborar con otros que lo escuchaban. En el contexto más despojado de humanidad encontró al amor, y desde ahí propuso algo que se convertiría en el eje de una escuela de la psicología muy influyente en la vida de millones. Así lo expresó: “Me atrevería a decir que no hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido”.
Aunque el camino esté claro a la hora de emprender nuestra vida, las dificultades indudablemente llegarán. Para vencerlas, necesitamos contar con un propósito que supere el obstáculo en cuestión y permita ver el “para qué” de lo que hacemos.
Viktor Frankl postuló de esta manera algo que se transformó en un puntal de una parte del pensamiento contemporáneo: la importancia del sentido. Encontrar un porqué espiritual para lo que hacemos es esencial para llegar a donde queremos en plenitud.
Aunque el camino esté claro a la hora de emprender nuestra vida, las dificultades indudablemente llegarán. Para vencerlas, necesitamos contar con un propósito que supere el obstáculo en cuestión y permita ver el “para qué” de lo que hacemos.
Al entrar al campo de concentración, Viktor Frankl perdió a su familia y todo lo que había logrado con el esfuerzo de su trabajo. Se encontraba privado de su libertad, en un entorno de extremo control físico y emocional; entonces decidió que tenía dos caminos: resignarse y dejarse morir o encontrar un sentido y transformarse en protagonista de lo mucho o poco que le quedara de vida.
Eligió ser protagonista, y su historia es un fascinante relato de lo que puede lograr un hombre convencido de la fuerza de su actitud. Sobrevivió gracias al propósito que había encontrado, que incluía también dejar un legado a la humanidad. En el peor escenario pensó algo que inspiraría a personas de todas las culturas y que excede a su libro El hombre en busca de sentido , una obra fundamental del siglo XX.
Emprender la vida significa ponernos objetivos y planear una estrategia para cumplirlos. Pero también es entender para qué hacemos eso.
Nuestras acciones pueden ir más allá de lo que generan en el plano material. Esto es una cuestión fundamental en lo profesional, pero también en el resto de los ámbitos. Emprender la vida significa ponernos objetivos y planear una estrategia para cumplirlos. Pero también es entender para qué hacemos eso.
Cuando queremos que pasen cosas concretas y tangibles en nuestras vidas, estamos trabajando sobre el mundo material. Para sentirnos más plenos, sin embargo, necesitamos del mundo espiritual. Entender cuál es nuestro propósito con eso que hacemos. Para qué queremos hacerlo. El gran desafío en la vida es la integración del mundo material y el espiritual. No sirve solo centrarnos en un propósito espiritual si después no tenemos forma de realizarlo en el mundo material.
Si lo único que tenemos planeado es, por poner un caso, observar la naturaleza de las montañas, lo más probable es que no podamos hacerlo por mucho tiempo sin dinero. Necesitamos complementarlo con algo del mundo material. ¿Podemos, por ejemplo, ser guías de escalada y así generar un ingreso que nos permita hacer eso que soñamos?
Lo mismo sucede si no tenemos en cuenta lo espiritual. El mundo material por sí solo no alcanza para llenarnos. Cuando me asocié para armar Axialent, una consultora en la que lo humano es fundamental, recuerdo que Fred, mi socio, me preguntó cuál era mi propósito en la vida. Jamás lo había pensado y no dormí una semana preparando una respuesta.
Identificar el propio propósito es un ejercicio muy profundo. ¿Cuál es nuestro don, nuestro regalo al mundo? Eso que estamos dispuestos a ofrecer a los demás. Aquello que no cejaríamos en hacer aun sabiendo que fracasaremos. Si lo hacemos con la única condición de triunfar, ese no es un propósito espiritual.