Los retos
de la sociedad
por venir
Ensayos sobre justicia, democracia
y multiculturalismo
Luis Villoro
Primera edición, 2007
Primera reimpresión, 2010
Primera edición electrónica, 2011
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ISBN 978-607-16-0767-6
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Acerca del autor
Luis Villoro nació en Cataluña, España, en 1922. Naturalizado mexicano. Médico cirujano (1941-44) y maestro y doctor en filosofía por la UNAM (1945-50), con estudios de posgrado en la Universidad de París y en la Ludwigsuniversität de Munich (1951-52). Profesor de la Escuela Nacional de Maestros (1948-50), de la Universidad de Guanajuato, la Universidad de Guadalajara y de la Universidad Autónoma Metropolitana (1974-82). En la UNAM fue profesor (1950-74), investigador (1971-74), secretario de la Rectoría (1961-62), coordinador del Colegio de Filosofía (1967-69), jefe de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Filosofía y Letras (1970-72) y miembro de la Junta de Gobierno (1972-82). En la UAM ha sido profesor (1974-82), director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades del plantel Iztapalapa (1974-78) y miembro de la Junta Directiva (1979-83). Embajador de México ante la UNESCO (1983-). Codirector de la revista El Espectador, director de la Revista de la Universidad de México y fundador y coeditor de Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía. Ha colaborado en Historia Mexicana, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Diálogos, Plural, Diánoia, Revista Hispanoamericana de Filosofía, Filosofía y Letras y Cuadernos Americanos. Ha traducido a Hans Freyer, Edmundo Husserl, Theodor Lessing y Gabriel Marcel.
Prólogo
Tres retos centrales plantea la sociedad por venir: justicia, democracia efectiva e interculturalidad. A los tres tenemos que responder fundados en razones, pero sólo si esas razones pueden orientarnos en el mundo; así, justicia, democracia y multiculturalismo intentan proponer respuestas “razonables” a esos tres retos.
1. Justicia
El mal radical es la injusticia; a ella sólo puede enfrentársele por vía negativa. La injusticia, considerada como negación del bien común o como incumplimiento de normas universales, rige de hecho en todos los países. El primer ensayo traza justamente “Una vía negativa hacia la justicia”, porque la justicia tal vez sólo pueda comprenderse a partir de su ausencia.
Este ensayo está seguido por uno segundo más extenso que expone una “idea de justicia”. Se divide en varias secciones: 1. Sentidos de justicia; 2. El modelo teleológico; 3. El modelo deontológico; 4. Antinomias de la justicia; 5. ¿Superación de las antinomias?
2. Democracia
Democracia efectiva es el poder del pueblo. El poder es opuesto al valor. ¿Qué tipo de poder, que sea valioso, se realiza en la democracia? ¿En qué clase de democracia?
Los dos ensayos siguientes distinguen tipos de democracia.
“Democracia comunitaria y democracia republicana” fue incluido en un libro sobre Perspectivas de la democracia en México (El Colegio Nacional, México, 2001, pp. 7-42).
La democracia puede expresar una actitud moral que podría calificarse de
“izquierda” o de “derecha”. “La izquierda como una postural moral” fue publicada en Las izquierdas en México y en América Latina, desafíos, peligros y perspectivas 6
(Fundación Heberto Castillo, México, 2004, pp. 139-145).
3. Multiculturalismo
En nuestro mundo subsisten una pluralidad de culturas: multiplicidad de formas de vida, con valores diferentes, no sometidas a un poder único. Nuestro tercer reto trata de responder a la pregunta ¿cómo es posible la pluralidad de un mundo múltiple? Los cuatro ensayos siguientes reflexionan sobre la multiplicidad de culturas y la relación entre ellas. Esta pluralidad puede manifestarse en el campo internacional, en el derecho en el interior de un Estado que se pretende plural, y aun en las relaciones interpersonales.
“Condiciones de la interculturalidad” se publica por primera vez.
“Multiculturalismo y derecho” forma parte de la antología Antropología jurídica, editada por Esteban Krotz (Antropos y UAM, Barcelona, 2002, pp. 213-233).
“Del Estado homogéneo al Estado plural” es un artículo en el libro Pueblos indígenas y derechos étnicos. VII Jornadas Lascasianas, coordinado por J. E. Rolando Ordóñez Cifuentes (Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1999, pp. 69-82).
“Multiculturalismo: un liberalismo radical” es una ponencia inédita presentada en un coloquio en Campeche.
Los cuatro ensayos dedicados a la interculturalidad corresponden a distintos años y situaciones. Contienen, por lo tanto, repeticiones que ameritan indulgencia.
4. Propuesta final
En los tres temas (la justicia, la democracia, la interculturalidad) hay que distinguir lo
“racional” de lo “razonable”. Razonables, en efecto, son las creencias y las normas que no expresan una “razón arrogante” (Carlos Pereda) sino un ejercicio razonable de la justicia; razonable es también una teoría política que conduzca a una democracia efectiva; y la relación entre culturas ¿no se supone que tendría que ser razonable si no es excluyente? Incluimos en consecuencia un ensayo final aún inédito: “Lo racional y lo razonable”, cuyas ideas podrían permear todos los ensayos anteriores.
Quiero agradecer, por último, a Fabiola Bautista por su labor eficaz en la transcripción del manuscrito.
Justicia
I. Una vía negativa hacia la justicia
En las últimas décadas hemos asistido a una efervescencia de reflexiones filosóficas sobre la justicia, su fundamento y sus características, parte tal vez, de un interés renovado por la ética política. La mayoría de esas reflexiones comparten un punto de vista: el de sociedades desarrolladas que han superado ya, tanto umbrales insoportables de injusticia económica y social, como regímenes de dominación tiránicas. En esas sociedades, sobre todo después de la segunda Guerra Mundial, ha sido común la instauración de regímenes políticos basados en procedimientos que regulan acuerdos entre ciudadanos con derechos iguales. El filósofo, al inclinarse sobre temas de la sociedad humana, no puede menos de reflejar el ambiente histórico al que pertenece.
Por eso las teorías más en boga para fundamentar la justicia, suelen partir de la idea de un consenso racional entre sujetos iguales, que se relacionan entre sí, en términos que reproducen los rasgos que tendría una democracia bien ordenada.
Pero, para bien o para mal, hay quienes tenemos que reflexionar sobre los mismos problemas en medios muy diferentes: sociedades donde aún no se funda sólidamente la democracia, donde reina una desigualdad inconcebible para unos países desarrollados, donde el índice de los expulsados de los beneficios sociales y políticos de la asociación a la que teóricamente pertenecen es elevado. Nuestro punto de vista no puede ser el mismo. En nuestra realidad social no son comunes comportamientos consensuados que tengan por norma principios de justicia incluyentes de todos los sujetos; se hace patente su ausencia. Lo que más nos impacta, al contemplar la realidad a la mano, es la marginalidad y la injusticia. Si queremos partir de nuestro conocimiento personal del mundo en torno —punto de partida, en mi opinión, de toda reflexión ética auténtica—
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