Esther Orozco hizo su licenciatura en la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Estudió la maestría y el doctorado en ciencias con especialidad en biología celular en el Cinvestav del Instituto Politécnico Nacional. Actualmente dirige un grupo de investigación en el área de la genética y la biología molecular de “Entamoeba histolytica” en el departamento de patología experimental del Cinvestav y el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. Entre sus reconocimientos están la Medalla Pasteur 1997 otorgada por la UNESCO y el Instituto Pasteur, el Premio Nacional de la Secretaría de Salud “Miguel Otero” (1985) y el Premio “UNESCO-L’Oreal for Women in Science” 2006, entre otros.
A la raíz va el hombre verdadero.
José Martí
Prólogo
… Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía ? Para eso sirve: para caminar.
Eduardo Galeano
Inicié la escritura de este libro durante un año sabático que pasé en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), donde, con un grupo de jóvenes, constituimos el Programa de Ciencias Genómicas. Allí me percaté de la gran curiosidad de la gente por los hallazgos científicos del campo de las ciencias de la vida. Por ello, el primer interés del libro es contribuir a la difusión de algunos de los descubrimientos recientes en esta área. Poner al alcance de quienes hablan español y no son expertos en el campo, temas de gran interés científico, social, económico, ético, político e individual. Temas de los que todos hemos oído hablar en las aulas, los medios y la calle y tienen que ver con nosotros, aunque a veces no entendamos cómo. Este libro está escrito para quienes quieran asomarse a mirar algunos hallazgos que parecen corresponder a la ciencia del futuro lejano, pero son ya realidad. Entre los lectores del libro están desde los estudiantes de las escuelas secundarias, preparatorias y profesionales hasta el público interesado en enterarse con mayor detalle sobre aspectos de la ciencia y la tecnología que fascinan y atemorizan.
Mi interés también es llamar la atención sobre la importancia de la educación, la ciencia y la tecnología en el desarrollo humanístico y económico de México y América Latina y recalcar lo que muchos han dicho: los peligros que encierra permanecer en la incultura científica y tecnológica. No ignoro que la generación y el uso del conocimiento han ahondado las diferencias entre ricos y pobres, y que el saber se ha usado con fines destructivos y sus beneficios se han distribuido en forma no equitativa. En parte por ello, el conocimiento del genoma humano, la generación de organismos transgénicos, el uso de células madre y la clonación de animales son temas polémicos. Preocupan los efectos que su mal uso pueda traer a las sociedades. Sin embargo, sólo podremos controlar el uso del conocimiento si lo entendemos y somos capaces de producirlo.
La ciencia y la tecnología frecuentemente están ausentes de los problemas sociales de la mayoría de la gente. Con razón han sido criticadas por su elitismo. Esto tiene que ver con las políticas económicas que sufrimos y se nos imponen desde fuera y desde dentro. Las misiones y visiones de las instituciones de investigación científica se han confundido y hasta mimetizado con las de las empresas proveedoras de bienes y servicios. Administradores públicos con mirada de corto alcance han pervertido la esencia de la búsqueda del conocimiento. Ésta debe dirigirse a entender más sobre la naturaleza y aplicar ese aprendizaje para beneficio de todos los seres humanos, mucho más allá del horizonte de las ganancias económicas.
Debemos, como nación, ocuparnos seriamente de la educación de los niños y los jóvenes y del desarrollo de la investigación científica. En la historia reciente, Corea del Sur, la India, China e Irlanda, entre otros países, han mostrado que se pueden tener logros económicos y sociales con políticas adecuadas de ciencia y tecnología. También está demostrado que no desarrollar la investigación científica y tecnológica significa más atraso y pobreza para las sociedades. La democracia y el éxito económico de una nación no pueden florecer en la ignorancia ni en la ausencia de ciencia y tecnología. Sería ideal y necesario que, en nuestros países, la generación del conocimiento y sus aplicaciones tuvieran un enfoque social y no mercantilista. Hay que trabajar mucho en este sueño para volverlo realidad. Volverle la espalda a la ciencia o considerarla una actividad marginal, aunque de lujo, es cancelar el futuro de nuestra gente.
El libro tiene 11 capítulos, además de la Introducción, en la que se describen en forma muy general los temas que se tratan. En los capítulos del I al IV se discuten algunos conceptos básicos de la biología molecular que ayudan a comprender las bases de los descubrimientos más importantes de las ciencias de la vida. Los capítulos V a VI son un breve recorrido a través del tiempo de los principales hallazgos que permitieron realizar la lectura del genoma humano, la producción de alimentos transgénicos, el uso de las células madre y la clonación de animales. Mientras que en los capítulos del VII al X se habla sobre estos aspectos en particular. Finalmente, el capítulo XI es una reflexión sobre la ciencia y la tecnología y sus repercusiones en nuestros países. Contiene un análisis muy somero sobre lo que considero que son algunas causas del estancamiento de la ciencia y la tecnología en América Latina en comparación con la fuerza que tienen en los Estados Unidos y en algunos países de Europa.
Finalmente, antes de entrar en materia, expreso aquí mi agradecimiento a quienes leyeron el manuscrito durante su preparación. Sus observaciones enriquecieron el texto. Los errores que hayan permanecido son mi responsabilidad. Gracias a Tomás Sánchez, Marcelino Cereijido, Juan Pedro Luna Arias, Juan Luis Peña Chapa, Feliciano Sánchez-Sinencio, Víctor Orozco, Patricia Gascón, José Luis Cepeda, Miguel Ángel Gómez Lin, Luis Adolfo Orozco, Rossana Arroyo, Sollange Archer, Eduardo Carrillo y Mayra Meléndez. Gracias a Sollange Archer por el diseño de las figuras y a Alfredo Padilla Barberi por su excelente trabajo y sus opiniones certeras en el diseño de las figuras. Agradezco también la hospitalidad de la UACM y la generosidad del ingeniero Manuel Pérez Rocha, su rector.